Hablemos hoy de: Día de las Madres
Al revisar la historia, podemos observar que esta festividad data de la antigua Grecia y siempre tuvo como centro, el rendir honores a la madre de los Dioses. Cuando la Iglesia Católica la adopta lo hace con el mismo fin, adorar a la Virgen María madre de Jesús. Sin embargo aplica algunos cambios en el estilo de celebración. Se realiza a nivel internacional, solo que cada uno tiene su estilo y lo hacen en fechas diferentes. En la historia moderna se conmemora la existencia de la mujer en su rol de madre, y se relaciona con los hechos ocurridos en el siglo XIX durante la guerra civil en EEUU, donde fueron golpeadas y ultrajadas. Es a partir de allí donde grupos de madres se comienzan a reunir y a reclamar sus derechos, convirtiendo al final estas reuniones en lo que hoy en día se conoce como la celebración del día de las madres. Se establece como su fecha, el segundo domingo de mayo ya que este mes, para los católicos, es el mes de la virgen. Inicialmente la celebración se realizaba para pedir por la paz de la familia y de las madres. Posteriormente se adopta como una forma de reunión familiar y entregar presentes a las madres. Sin embargo, desde mi perspectiva todas las formas antiguas y modernas fueron cambiadas en los últimos tiempos.
En la actualidad se distorsionó totalmente el sentido de esta celebración, y se utiliza en la mayoría de los casos para formar sendas fiestas en las cuales lejos de rendir tributo y homenaje a las madres con muestras de agradecimiento, se les recarga de trabajo al invadir sus hogares con batallones de personas compuestos por abuelos, hijos, nueras, nietos, tías, sobrinos, amigos e invitados y no invitados, que siempre aparecen. Esto por lógica natural, satura a las madres de trabajo en su afán por atenderlos a todos y quedar bien con propios y extraños. Lo más triste es que casi nadie se da cuenta de esto ya que en su mayoría están imbuidos en la gran fiesta que pareciera que es el objetivo principal.
No bastando con eso, los regalos que debían estar dirigidos a la madre, se transforman en competencias de quién lleva el mejor. Algunos les regalan planchas, ollas, licuadoras, lavadoras (más trabajo), otros hacen el mercado completo para el sancocho, y entre otras cosas la madre recibe de algunos, una blusa, un sostén o cualquier otra cosa que no complace en lo más mínimo la expectativa que ella tenía. Luego comienzan a desaparecer y al cierre de la celebración, solo queda una madre agotada, en silencio, y con disposición a retornar todo a su lugar para poder ir a descansar. Al final muy adentro de su ser se siente satisfecha, pues pudo ver a sus hijos y familiares aunque seguro, a más de uno los volverá a ver el próximo año en una nueva celebración del día de la madre.
Ah, pero este año se han roto todos los esquemas. La situación que se vive a nivel mundial, y la que en particular vivimos los venezolanos, contribuyeron para que esta celebración haya tenido un sentido mucho más espiritual y humanista. No hubo en su mayoría sendas fiestas que en su contexto no estaban dirigidas a las madres, no hubo algarabía, nada de licuadoras ni lavadoras. En esta oportunidad las madres recibieron regalos cuyo contenido tenían un sentido más acorde con la necesidad que actualmente existe, la cual es más moral y espiritual que cualquier otra cosa. Este año la tecnología prestó un apoyo importante que permitió que muchas recibieran flores, e-mails, largas llamadas telefónicas, video llamadas, entre otras. Se pudo ver cuán importante es una simple llamada y cuánto puede llenar el espíritu de una madre el escuchar la voz de sus hijos, nietos y familiares por un hilo telefónico o una pantalla. O simplemente recibir algo que tal vez entregue un desconocido, pero tomando en cuenta de quien procede, es para agradecer con una espléndida sonrisa y un bonito gracias. Una amiga compartía que lo material no tiene sentido, que ella recibió un video grabado por sus hijos que le elevaron el más grande sentimiento e hicieron que sus lágrimas afloraran y pudo ver y disfrutar de ellos desde la distancia, con el mayor amor de madre.
Nunca olvidemos que la madre es un ser tan especial que es el único capacitado en el universo para dar vida. Que de ellas dependemos y que por nueve meses nos cargan en sus vientres, que el peso les puede afectar la columna pero que para ellas eso no tiene ningún significado más que el cuidar a su ser más querido, al fruto de su amor, a lo que está moviendo su vida desde el momento de la concepción, al que marcará su ritmo a partir del momento del parto, por quien se trasnochará, a quien cuidará y protegerá de todos y todo, a quien dedicará sus días en todos los aspectos, para quien trabajará y hará su mejor esfuerzo por convertirlo en un ser humano de bien, y por quien algún día llorará al verlo partir en busca de un futuro y para formar su propia familia, y así dar continuidad al ciclo de la vida en el que ellas son el centro principal de nuestro origen.
Mi madre es un manantial de amor que fluye cada día, y en mis venas siento el valor y la fuerza que en mí sembró para la eternidad. Ella me enseñó valores, me enseñó que la vida es compleja pero a su vez es el mayor regalo que Dios nos puede dar, y por tanto hay que estar agradecido de la oportunidad, y hay que hacerlo siendo corresponsable de cada uno de nuestros actos, y en el momento que nos corresponda formar nuestra propia familia, debemos poner en práctica todas sus enseñanzas y los aprendizajes que día a día nos da la vida.
Una madre es comprensión, ternura, calidad, amor, lección, sinceridad, es ver y escuchar, es levantar, es acogerte, es ayudar, enseñar, corregir y acompañar. Es todo lo que necesitas para sentir y vivir la bendición de haber venido a este mundo a ser feliz. Gracias y la bendición eterna a mi madre y a todas las madres del mundo.
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