Hablemos hoy de: Basta de preocupaciones
Tal vez puedas pensar que es un poco difícil no preocuparse, más aún en las circunstancias en las que nos encontramos en estos momentos de turbulencia. Pero pensemos en lo siguiente, estamos bendecidos con el don de la vida, nuestros primeros regalos fueron respirar, un llanto y abrir los ojos, aunque sin distinguir nada.
Solo eso es suficiente para dar gracias a Dios cada día por la oportunidad de estar, de existir, de vivir, de sentir, de ver, de oler, de escuchar, de poder tocar, de ser parte de esta maravillosa y extraordinaria aventura llamada vida.
Y aunque preocuparse forme parte de la búsqueda de soluciones a las situaciones complejas que se pueden presentar a diario, no resulta tan cierto que esto haga que la solución aparezca como por arte de magia. Hay que accionar y reflexionar sobre la situación, para encontrar caminos que conduzcan hacia su resolución.
Las preocupaciones son pensamientos negativos, recurrentes, intrusos e inquietantes que ocupan la mente generando temor, ansiedad, desasosiego, intranquilidad, miedo, y que se produce por una situación difícil o un problema complejo, o algo que podría suceder.
Lo mejor de todo esto y a lo que realmente deberíamos prestarle atención, es que en la mayoría de las oportunidades, y a pesar que te desgastes la cabeza y le dediques tiempo en pensar en él, casi nunca se llegan a hacer realidad.
En otras palabras pierdes tiempo y te angustias por algo que simplemente, no sucederá.
No debemos descartar las preocupaciones, pues estas nos ayudan a estar alerta, y a no dejar pasar momentos a los que les debemos prestar un punto de atención.
Si dejáramos de preocuparnos, sucedería un cambio en las relaciones con lo social, y con nuestra manera de hacer las cosas. Quizás estaríamos perdiendo una especie de soporte que nos permite enfrentar dificultades que se puedan presentar a lo largo de nuestro camino por la vida.
No podemos olvidar, que las preocupaciones forman parte de los mecanismos que nos ayudan a resolver situaciones y problemas. Ojo, hay que tener cuidado en la manera como gestionamos las preocupaciones, pues si no las convertimos en ayudas, pueden pasar a ser un nuevo problema o situación compleja.
En la mayoría de los casos, las preocupaciones pueden alterar nuestro estado de ánimo con proyecciones a futuro, nos hacen adelantarnos en el tiempo, generando ansiedad, y casi siempre se basan en acontecimientos negativos que tal vez puedan suceder.
Normalmente no se maneja información sobre el tema, y siempre se ven como amenazas para las cuales debemos estar preparados, por si llegan a suceder.
No todos manejamos las preocupaciones de la misma manera, ni esta produce un malestar emocional similar en cada persona. Hay personas que saben manejar muy bien sus emociones, y llegan a dosificar sus niveles de adrenalina a la hora de manifestar preocupación por alguien o algo.
Algunas características de las personas que se preocupan con mucha frecuencia: suelen ser buenas para resolver problemas, pero no saben cómo poner en práctica estos métodos, se concentran mucho en los problemas, suelen ser intolerantes y no les gusta la incertidumbre, le dan el mismo peso a lo probable y lo improbable pues no se detienen en detalles, les da lo mismo lo que suceda, no tienen definida su capacidad para controlar situaciones, pueden llegar a creer que controlan una situación, sin estar seguros que sea así realmente.
A diferencia de este tipo de personas, existen las que tienen el control o manejan los elementos necesarios para centrar su atención en la solución, descifrar el problema, evaluar posibles soluciones, analizan los diferentes escenarios y se activan en la aplicación de los mecanismos que los llevará a encontrar las soluciones necesarias.
Cuando el ser humano es capaz de controlar sus preocupaciones, logra que su nivel de ansiedad disminuya significativamente, esto le permite conectarse con momentos más placenteros, incluso en actividades que le generen satisfacción y mejora en su estado de ánimo, disfrutando de una mejor manera sus experiencias y viviendo con mayor tranquilidad.
Se dice que venimos al mundo a ser felices. También se dice que nos gusta complicarnos la vida. En fin se dicen muchas cosas que a la larga no nos aclaran el panorama.
Lo mejor es pensar en positivo, preocuparse cuando realmente sea necesario o la situación lo amerite, vivir en armonía sintiéndose parte de un todo como lo es la humanidad, actuando en concordancia con las leyes de Dios, siendo buenas personas, tendiendo la mano a quien lo necesite, repartiendo sonrisas y saludos a granel, siendo agradecido por las bendiciones que recibimos cada día, y en definitiva, manteniendo un comportamiento correcto, como miembro de una raza pensante y capaz de generar infinidad de cosas buenas para beneficio propio y colectivo.
Porque no debemos olvidar que cada día somos más. Ah, y no nos preocupemos por eso, preocupémonos por pensar qué debemos hacer para que podamos estar bien todos.
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