Hablemos hoy de: Ayer, hoy y mañana
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Todos en teoría tenemos claro lo que significa, el ayer, el hoy y el mañana, y sin embargo en la práctica nos damos cuenta que no es así, porque muchos se quedan anclados en el tiempo que no volverá, otros ven pasar las horas pensando en lo que tal vez pueda suceder mañana, y la gran mayoría se olvidan de vivir su realidad que está en el tiempo presente, en el hoy y el ahora.
Algunas de las excusas que más utilizan las personas para quedarse en el pasado, son los fracasos que nunca se permitieron sanar o superar.
Entre ellos podemos mencionar el haber sido abandonado siendo niños, no poder tener lo que querían, una decepción sentimental, un despido laboral para ellos injustificado, no haber podido estudiar por tener que trabajar para ayudar económicamente en el hogar, entre otras tantas.
Esta actitud solo afecta a quien siente todas estas frustraciones que no le han permitido avanzar en la vida, y que le han negado tantas oportunidades.
Lo único que han alcanzado es vivir llenos de rencores, amarguras, y recuerdos nefastos que no lo conducen a lograr ninguna solución. Por el contrario, solo se estancan en sus lamentos y malos recuerdos, y terminan sufriendo del alma de tanto mirar hacia atrás.
Pero hay quienes se estancan por pensar en los buenos momentos que vivieron en determinado tiempo y que hoy añoran con pasión.
Tampoco se dan el permiso de evolucionar de manera asertiva, y ver al presente como la verdadera oportunidad, decidiendo quedarse en tiempos que para ellos fueron supuestamente los mejores y se niegan la oportunidad de avanzar o superar esas experiencias que los marcaron y que consumen sus mejores energías en la actualidad.
Hay algo que es absolutamente cierto y es que el presente es precisamente el fruto de todo lo que se hizo, se logró y se obtuvo con esfuerzo, trabajo, dedicación y visión del mañana, en el pasado.
De esta forma podemos decir que el pasado es útil y nos puede guiar en el presente e iluminar hacia el futuro, y no convertirse en un simple recuerdo estéril de un tiempo que no volverá.
Estar consciente del tiempo presente, es estar realmente vivo. Es conectarse al día-día que nos hace ver la realidad de la vida, y nos envuelve en las redes del quehacer de un mundo que nos sorprende y si nos descuidamos nos puede superar, y dejar por fuera del tren que conduce hacia la dinámica de la evolución constante en perfecta armonía con el universo.
Aunque no sea fácil, es necesario hacer consciencia de la realidad, y darnos cuenta que ella está solo en el presente y que a partir de allí, debemos tomar la decisión de alcanzar la felicidad y contribuir de manera asertiva a que otros también lo sean, principalmente nuestro círculo más cercano.
Para lograrlo debemos aprender a aceptar con objetividad, paz y amor, todo lo que la vida nos coloque en el camino.
Para vivir el presente a plenitud, debemos hacer consciencia de nosotros mismos y del entorno en el que nos desenvolvemos, así como de nuestras capacidades.
Escoger los mejores caminos, con tranquilidad, objetividad, armonía, seguridad, deseos de superación, atención plena hacia todo lo que el presente nos brinde, y más importante aún, liberándonos de la carga emocional del pasado y de la incertidumbre del futuro.
Algunos aspectos importantes que debemos cultivar para tener un mejor presente son, la gratitud, plantearse objetivos y metas que sean alcanzables en el corto y mediano tiempo, mostrar alegría en todo lo que hacemos, buscar el éxito, sacar provecho a nuestras capacidades con efectividad y eficacia, mostrar amabilidad y empatía, vivir la vida como un regalo, actuar con plena conciencia y disfrutar del poder que nos da el hoy. Mostrémosle a la vida nuestra mejor cara.
Muchas personas viven condicionadas o encadenadas por el futuro, mostrando un temor que los paraliza por lo que puede venir o suceder, o por lo desconocido.
El mañana solo forma parte de lo que nuestro cerebro pueda imaginar. Pero podemos tener una visión de lo que quisiéramos que sucediera en el tiempo desconocido o que está por venir, y para esto debo trabajar hoy en función de cómo quiero que sea mi mañana.
Eso sí, debemos tener bien claro nuestro objetivo y no centrar el pensamiento solo en el mañana, porque nos estaríamos perdiendo las maravillas que nos brinda el hoy.
El mañana siempre está latente, y si bien es cierto que no lo debemos descartar, también es cierto que no podemos querer traerlo a nosotros fuera de su tiempo real porque es imposible. Solo es cuestión de aceptar la vida tal y como es.
Ayer es la escuela que nos enseñó a llorar y a reír, que nos dejó huellas marcadas y nos permitió dejar las nuestras, al que debemos darle gracias por todo el camino recorrido, pero que debemos hacer consciencia justa y dejarlo tranquilo en el espacio que ocupa en la actualidad.
Hoy es el mejor momento de nuestra vida, nos está diciendo que estamos vivos y que es en su tiempo en el que estamos evolucionando y en el que podemos hacer todo lo que nuestra mente pueda imaginar. Por tanto, hagamos lo que sea necesario para alcanzar el éxito, la felicidad, sentirnos bien con nosotros mismos, mostrar lo que podemos hacer a través de la inteligencia de la que estamos dotados, y demos gracias a Dios por permitirnos tener un presente lleno de posibilidades.
Busquemos el equilibrio entre lo vivido, lo que estamos viviendo y lo que hemos de vivir. Seguro seguiremos marcando huellas en nuestro camino.
Hagamos bien las cosas en la vida para que nuestro ayer nos traiga buenos recuerdos, el hoy esté lleno de armonía y alegría, y el mañana venga cargado de buena vida.
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