Gerencia para Guayana
El Raptor F-22, es hoy en día, la aeronave de guerra más moderna y mejor dotada del mundo. Su aerodinámico diseño de última generación, la extraordinaria potencia de sus motores, sus avanzados sistemas de radares y controles, a lo cual se suma, con su rigurosa precisión, un mortífero sistema de armas teledirigidas, lo convierte, indiscutiblemente, en el mejor caza del planeta.
¿Pero qué sería de esta maravilla de la aviación, si no estuvieran capitaneados por pilotos élite de las Fuerzas Aéreas? Por oficiales seleccionados con los más rigurosos criterios que ha dado la experiencia y entrenados bajo los más rígidos estándares que hoy existen.
Estos aviones, maravillosas y costosas piezas de tecnología armamentista, no pueden ser guiados, más que por los mejores, que son individuos excelentemente bien formados y mejor entrenados.
En Guayana, una y otra vez, a lo largo de la historia, hemos vivido la amarga experiencia de haber adquirido hospitales con sofisticado equipamiento, o plantas para producción, con tecnologías de punta; si bien hubo preocupación por el entrenamiento, este solo se circunscribió a los niveles operativos y nos olvidamos de los “pilotos”, de los gerentes, responsables por surcar los cielos con éxito.
A ellos, por el contrario, los improvisamos; escogemos para dirigir, al “compañerito de partido”, al “amigo del compadre”, o a Pedro Pérez, porque es un “hombre de confianza” y utilizan estos criterios para ocupar una gerencia o dirección, de cualquiera institución pública, aunque, en ciertos casos, también ocurre en la empresa privada. Esa es una de las fundamentales razones por la que nuestros “Raptors F-22”, con demasiada frecuencia, se estrellan.
Hoy en día, este mundo, el que nos rodea, está expuesto a un ritmo de cambio tecnológico abrumador, profundo, vertiginoso y hasta desestabilizador. Sus efectos son múltiples e insoslayables.
La informática, por ejemplo, con sus avances, convierte al profesional de ayer, después de un cierto tiempo, en una especie de cascarón semivacío y su título, solo un recuerdo en la pared. Lo mismo ocurre con muchas de las disciplinas del saber humano.
Estudios recientes apuntan a que un profesional que no se actualice continuamente, pierde su carrera en el curso de cinco (5) años, después de graduado.
Por estas razones, nuestros “pilotos” o líderes industriales y sociales, de Guayana y de Venezuela, deben prepararse y aprender a pilotear con rigor, adquiriendo habilidades propias de un gerente, es decir, internalizar los conceptos de la escuela de pensamiento tradicional de Peter Drucker, quien magistralmente enuncia sus cinco funciones:
1. Planificar, que no es más que “soñar”, visualizar, lo que deseamos lograr. Aquí se analiza, entre otros aspectos, la misión, visión, valores, fortalezas, debilidades, objetivos, metas, políticas y reglamentos de la organización.
2. Organizar: diseñar o modificar estructuras, establecer sus vínculos y responsabilidades.
3. Procurar la obtención de los recursos para hacer funcionar la organización.
4. Dirección, liderazgo o supervisión; para dar cumplimiento a los objetivos del plan.
5. Control: son las actividades realizadas en una organización o empresa para verificar que las mismas son ejecutadas conforme al plan.
La gerencia moderna, sin embargo, incorpora dos funciones adicionales, de primordial importancia. La primera es la adquisición de la disciplina de la innovación, como forma de pensamiento y sistemática acción; mientras que la segunda, se refiere al desarrollo y trasformación tecnológica, como sistema y método de trabajo a nivel profesional.
Ambas, son fundamentales para el crecimiento y modernización continua de la empresa y la obtención de esas ventajas comparativas que da el tener nuevos y mejores productos. Como podemos apreciar, la gestión gerencial, requiere, para su ejecución, el manejo de estas técnicas y el conocimiento de disciplinas indispensables para su aplicación.
Dentro de ellas podemos mencionar: mercadeo en términos de mejoramiento del producto, publicidad y venta; la administración, es decir, contabilidad, finanzas y economía; talento humano, con énfasis en entrenamiento sistemático y general, remuneración y conducta organizacional; producción y mantenimiento correctivo, preventivo y predictivo, investigación de operaciones, programación lineal; logística con su cadena de suministros, transporte y almacenamiento; informática y comunicaciones y todo ese mundo de sistemas.
La gerencia efectiva requiere maestría en el manejo de esos conocimientos, técnicas y su aplicación. Hay, sin embargo, dos aspectos que la gerencia tradicional no ha perfeccionado, pero que son temas de vibrante actualidad y relevante importancia.
Uno de ellos es la responsabilidad social, para con sus trabajadores, el cliente, la sociedad y el medio ambiente. En segundo lugar, pero en igual relevancia está la ética, como complemento fundamental y de presencia obligatoria en la sólida construcción de toda filosofía de gestión, que permita atraer ejecutivos o gerentes apasionados por su rol; estudiosos, activos y particularmente honestos.
Guayana por su parte, reclama la reconstrucción de su plantel industrial, destruido por la corrupción, la complicidad, la indiferencia y una profunda ignorancia, pero también requiere la formación de “pilotos” con los niveles de exigencia que se tienen para capitanear los “Raptor F-22” que son nuestras industrias, baluartes de la región y del país.
¿De qué serviría poseer industrias ultra modernas, operadas y mantenidas por nuestros cuadros medios y su base, si no las gerencian con maestría? Por esta razón, es urgente que las universidades regionales programen la enseñanza de Gerencia, como carrera y maestría. Si lo hacemos, no se repetirá la historia y no volveremos a llorar por las ruinosas pilas de chatarras, denominadas Empresas Básicas, o quebradas, como PDVSA, la Petroquímica, Corpoelec… y la lista es larga.
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