Feudalismo al estilo siglo XXI
El feudalismo, prevalente en la Europa de la Edad Media, estaba representado por tres, bien definidas clases: los nobles o clase dominante, que vivían en bien apertrechados y defendidos castillos, muchos de ellos, aún en pie. Eran dueños de tierras, vidas y voluntades.
La segunda clase era la del clero; ésta siempre a la sombras de los nobles, pero con tanto poder o más que ellos; fueron cómplices de esa clase dominante, despiadada y cruel, razón por la cual, aún hoy, en países como Francia, España e Italia, la iglesia católica, tiene tantos adversarios y detractores.
Y los plebeyos o vasallos, grupo mayoritario; era el pueblo, subyugado y sometido, sin ningún tipo de privilegios; debían trabajar de sol a sol para pagar tributos. Eran verdaderos esclavos; habitaban en chozas, fuera de los predios del castillo, en tierras que pertenecían a los nobles; se dedicaban, fundamentalmente, a la agricultura y la cría.
Había también, un reducido grupo de artesanos, como albañiles, carpinteros y herreros, que de la misma manera, dependían de los nobles. De este grupo, salían igualmente, los ejércitos reales, que solían librar batallas religiosas unas, y políticas (poder y tierra) otras.
Finalmente, había unos pocos casos de plebeyos, que por distinguirse en los campos de batalla, eran reconocidos mediante títulos nobiliarios, que otorgaba a estos distinguidos ciudadanos, los privilegios establecidos para estos denominados “Caballeros de la Corte”.
Pues bien, en Venezuela se gestó una estructura política, económica y social, estratificada de manera similar a la de la nobleza europea, antes aludida; solo varía la época, la zona geográfica y su denominación.
Veamos: Los nobles de hoy, están representados por un pequeño grupo de individuos que forman parte de una especie de “tribu”, dentro de su propio partido político; aunque llegaron al poder por la vía del voto, con el tiempo y manipulando conciencias y ciertas hebras de la ley, lograron perpetuarse.
También están los equivalentes a aquellos Caballeros, ahora son compañeros o familiares, pero todos, cómplices; son los designados para detentar ciertos privilegios, que en la esfera política, han dado por denominarlos: “enchufados, bolichicos o testaferros”; estos son fichas que operan en el ámbito económico, pero también existen otros Caballeros, que actúan en lo político, en este caso, llamados “alacranes”; ellos son, los que traicionando a sus compañeros de lucha, vendieron su alma y su espada, a los temibles nobles modernos.
Hay además, un importante grupo o clase, no por su cantidad, sino por su rol, rango y poder, que sustituyó al Clero Medieval.
Estos son un grupo de preseleccionados miembros de algunos Cuerpos de Seguridad, incluyendo unos pocos militares; son esos que blandieron el “sable”, el que por designio, les entregó la Patria, para convertirlos en herramienta de sometimiento y enmudecimiento del pueblo (individuo, prensa, radio y televisión).
Ese grupo, sostén de los nuevos nobles en el poder, son quienes utilizando el monopolio de la fuerza, obligaron a la moderna plebe, a convivir con la miseria, el desempleo, la inseguridad, la desinformación, la ideologización forzada y otras pandemias sociales, a cual peor.
Esa es una clase, en apariencia, subalterna del poder ejecutivo, pero que, en esencia, lo influye y utiliza, para su beneficio e intereses. Algunos miembros de ese grupo, aún sin tener las destrezas requeridas, son nombrados para desempeñar los mas altos cargos de una administración gubernamental.
Tenemos, como tercer grupo a nuestra plebe; es ese cuerpo multitudinario de seres humanos, calculado en un 98 %, sometido, por diseño, a la ignorancia creciente, a la miseria, al desempleo, a la obediencia forzada o al exilio.
Son los que sufren porque no hay servicios de salud; porque sus hijos desertan la escuela por falta de recursos; los que, por tener miedo, no se atreven a levantar la voz; los que conviven con la doble inseguridad: la de los malandros y la del matraqueo manifiesto en múltiples formas.
Los vasallos del siglo XXI, al igual que aquellos de siglos anteriores, solo pueden avizorar horizontes cubiertos de sombras. Sin embargo, mantener un clima socio-político de esta naturaleza, requiere, por parte de un gobierno, tener que incrementar el control y ello solo es posible con coerción, inconveniente tanto para los inquisidores como para los vasallos.
Hay quienes trinan, en ambos lados de la ecuación, por una salida negociada. Un país con tantos recursos y posibilidades, no puede seguir una existencia fruncida y sin perspectivas de desarrollo.
El individuo, de cualquier color político, clama casi siempre en silencio, por una salida a la libertad y al crecimiento económico.
Las fronteras están cansadas de ser atravesadas por quienes emigran. Nuestras instituciones todas, reclaman por volver a la normalidad de una vida de justicia y libertad.
Para lograr esos objetivos naturales de todo país, se viene celebrando múltiples reuniones; formales unas, e informales otras; pero todas con un solo objetivo: salir de esta macro crisis política, económica y social. Hasta ahora esos diálogos, a nuestro parecer, se han celebrado con alto grado de imperfecciones.
Por tal razón, han generado mucha desconfianza. Y la razón, es que no se publica agenda alguna para dichos encuentros; no se conoce los tópicos tratados o a ser discutidos; los representantes de un sector o del otro, tampoco han sido seleccionados por consenso; y finalmente, no se ha definido en forma clara, el objetivo que tales conversaciones o diálogos, persiguen.
No hay duda, sin embargo, que más temprano que tarde, estos aspectos se irán perfeccionando y que todos entraremos, directa o indirectamente a dialogar (creando una verdadera comunidad para este fin) y tendremos que hacerlo con inteligencia, en libertad y con igualdad, para devolver el país a la senda republicana y democrática.
Mientras tanto, vayamos (los partidos y sindicatos), a las comunidades, con una agenda común, pública y honesta, para incorporar a la moderna plebe, a la lucha política franca, justa, libre y democrática.
CE.mgarciat84@gmail.com
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