Evocación de un cuento, ¿Venezuela: Flautistas de Hamelín y elecciones en noviembre?
La historia nos ha enseñado que a lo largo de ella los individuos han intentado localizar la principal forma de que la sociedad sea representada, ya que la vida en comunidad tolera las normas y reglas necesarias para llevar una manera metódica de coexistir.
¿Cómo se hizo esto? Pues, por ejemplo, cuando el hombre y la mujer convivieron en el mismo contexto o espacio se decidió el indagar y elegir a un líder que rigiera la labor diaria de la colectividad y que al mismo tiempo con resultados evidentes, concretos coadyuvara en la solución efectiva, veraz, honesta y responsable de dar respuesta a los problemas que se llegaran a presentar.
Es de quedar muy claros, que para nosotros como ciudadanos democráticos la importancia de las elecciones incide en el vigoroso ejercicio que se le confiere al ciudadano, sin distingos de género, raza, o situación social y económica para optar y elegir al gobernante, además por aquello de que ellas son la “espada” de la sociedad, la puerta que se abre para crear instituciones democráticas, y sin dudar la mejor manera para que los individuos, los ciudadanos investiguen, busquen y localicen una adecuada representación popular.
Nadie puede negar que los venezolanos construyeron una fuerte cultura electoral a lo largo de 40 años y con ella llegaron sostenidamente al siglo XXI, pero según Diego Bautista Urbaneja, quizás proféticamente al referirse a esa cultura electoral, señaló que lo experimentado en los últimos años del siglo produjo cambios:
Se van a encontrar pues con que, tras su última actuación electoral en el siglo XX, han llevado al poder una visión de la política y del papel de las elecciones completamente diferente a la que han conocido. (….) la cultura electoral en los últimos años produjo (….) seguramente surgirá una nueva etapa de cultura comicial en el pueblo venezolano.
Y, sí, Bautista Urbaneja, parafraseándolo un poco, expresa además que las elecciones del año 1998 propusieron a la población una disyuntiva innovadora para la cual la cultura electoral del país no poseía los códigos de lectura apropiados.
Así aparecen por primera vez en el horizonte electoral venezolano la utilización de las “celebérrimas y cuestionadas” máquinas electorales Smartmatic (empresa multinacional especializada en la automatización de procesos electorales). Desaparece el “voto manual”. Y, ocurre a partir de allí una verdadera “hemorragia roja” de elecciones.
Todo lo anterior se presenta como muy hermoso. Pero, un nuevo show electorero se cierne sobre Venezuela. El presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Pedro Calzadilla, anunció que las elecciones regionales y municipales de gobernadores, alcaldes, legisladores y concejales, se realizarán el próximo domingo 21 de noviembre de 2021.
Lo grave es que esa amenaza es aceptada también por una oposición no avalada por la totalidad de la población democrática de este país.
El escenario electoral venezolano, es una caricatura muy singular en estos días del 2021 con respecto de lo que debería ser la cultura comicial de la que hablábamos.
Pero, no sólo desde la trivialidad de cómo es el procedimiento electoral, sus instituciones y partidos políticos. No señores, de algo más grave: la conducta y actitud de los líderes políticos del régimen y de la “oposición” . Recuérdese que el personaje del cuento fue una víctima del engaño, causado por el pueblo.
Esa situación me impele por mampuesto y sin querer cometer un “sacrilegio” literario, el referirme a un cuento de los Hermanos Grimm, de principios del siglo XIX, :titulado “El Flautista de Hamelín”, (El cazador de ratas de Hamelín).
Una síntesis del mismo trata sobre una ciudad de Alemania llamada Hamelin, la cual estaba tomada y aterrorizada totalmente por ratas. La población, sus autoridades, fraguaron grandiosas promesas a un flautista que prometió el deshacerse de ellas. Finalmente, éste tocó su flauta. ¡Y cumplió!
Téngase en cuenta, y, algo para no olvidar, es el poder de convicción. La música, la palabra, los gestos, a lo largo de la historia de la humanidad, han representado un poder en personas con la habilidad y personalidad capaces de hasta convencer a otros para hacer cosas maravillosas o inhumanas.
Le siguieron hasta el río y allí se ahogaron todas. Según lo prometido el flautista retornó para recibir su pago, pero se negaron a solventar lo prometido, el flautista fue engañado por el pueblo y sus dirigentes.
El flautista, en venganza tocó de nuevo su flauta, con la diferencia de que fueron esta vez los niños hijos de los pobladores de Hamelín quienes le siguieron.
Una larga fila de niños se introdujo en una gran caverna de una montaña, de la que no regresarían jamás. Cuentan que la autoridad del pueblo, acobardado y apenado tiempo después duplicó el pago prometido y nuevamente se volvió a oír el bullicio de los niños en las calles de Hamelín. Realmente, lo de los niños es algo cruel, pero fue motivo del cuento.
Indudablemente, de entrada, se puede establecer que en la Venezuela política electoral de estos momentos, no existe un “flautista de Hamelín”, por lo menos en cuanto a sus buenas intenciones, es decir, convencer y ahogar la peste representada por las ratas, deshacerse de las ratas en esa ciudad. En contrario, en Venezuela, se duplicaron, coexisten, cohabitan dos (2): el Régimen y la Oposición.
Esta última calificada por algunos como “falsaria” y otros apelativos que quisiera olvidar para no caer en “masoquismos voluntarios”. Sí, para mí tenemos en estas elecciones de noviembre dos flautistas de Hamelín.
El Primero sin dudas es el del régimen de Maduro, cuyas intenciones y conductas pocas interpretaciones requieren, pues el único interés “es retener el poder dictatorial en Venezuela con todas sus corruptelas”.
Como ejemplo de su comportamiento, como “muestra un botón” con base a sus peticiones en recientes reuniones celebradas en diálogo en México:
1) levantamiento de las sanciones y la restauración de derecho a activos;
2) la administración de los activos congelados de Venezuela en el exterior y
3) la devolución de cuentas bancarias a Petróleos de Venezuela (PDVSA) y el Banco Central. ¡Casi nada! ¡Qué riñones!
El otro “flautista”: el Segundo, la tristemente célebre Oposición, denominado G4 que conforman el “Gobierno Interino”, según últimamente acusada ante opinión pública nacional e internacional de casos de corrupción en la administración de “Monómeros”, “Citgo”, el “escándalo de Cúcuta”, denuncias estas no confirmadas judicialmente entre otros desatinos.
Así pues, se sientan en diálogos, “comen en el mismo plato” victimario y víctima, Sin “ánimos” ni intenciones de presionar la salida definitiva del régimen, se sumerge esta oposición en las aguas oscuras y pestilentes de un diálogo en donde nada se logrará y sólo permitirá que las cosas sigan igual, peor aún, en donde aspiran seguir cohabitando por vía de la adjudicación, la dádiva de gobernaciones o alcaldías que generosamente el régimen concederá como “premio del voto”, tal como la triste experiencia del Táchira, con su respectivo “Protector”.
Ambos “flautistas” modernos, para muchos venezolanos promocionan y participarán en estas elecciones, con candidatos que ante el pueblo presentan rémoras y desconfianzas, producto de engaños y desengaños, traiciones y ofertas engañosas, estafas, en definitiva, ante un pueblo hambriento de soluciones tan humanas como el derecho a la vida, la salud, la alimentación y la educación. Pueden ser representados estos dos “flautistas” bajo un sencillo símil de geometría plana: no son otra cosa que dos ángulos consecutivos (), es decir, “tienen un vértice y un lado comunes” que les hermana. ¿Me explico su afinidad?.
La percepción sobre uno y otro flautistas, sobre sus conductas, se desprende de la desconfianza o la confianza creada con el tiempo, la necesidad y la dependencia, el incumplimiento de la palabra dada, la venganza, el engaño, la sordidez, la corrupción y el miedo engendrado en hechos pasados, presentes y futuros.
Al final, esa confianza que pondrá el pueblo al participar en estas elecciones de noviembre se sostendrá en la palabra de estos “flautistas” que aseverarán les librarán de la amenaza que padecen y resolverán todos los problemas trágicos que soportan: ¿Se logrará el cumplimiento de sus promesas? ;¿Cantos de sirenas?.; ¿Volverán a engañar y jugar con los sentimientos democráticos del pueblo?
Así pues, digno de recordar y considerar es el consejo de Bernard Baruch, experto financiero, filántropo, estadista, y asesor político estadounidense de origen judío, asesoró a los presidentes de Estados Unidos Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt en asuntos políticos y económicos: “Vota por aquel que prometa menos. Será el que menos te decepcione”. Aunque no aceptemos totalmente, para él: “la política es siempre un gran engaño, en donde quien más miente más consigue”.
Lo lamentable es que esa es nuestra triste realidad: un posible nuevo fiasco representado en las Elecciones del 21 de noviembre del 2021. Y los únicos perdedores: la democracia de la República de Venezuela, su futuro y el de sus ciudadanos.
Por último, quisiera ayudar a estos dos “flautistas” en la solución de algunos problemas que según reciente investigación “Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), “Encovi 2021: Nueve de cada diez venezolanos vive en pobreza, la mayoría extrema”, realizada año tras año y que muestra factores de la situación del país en varios aspectos. Valen entonces estas interrogantes como cierre:
-¿ Será que como resultado de estas Elecciones de noviembre de 2021 podrá salirse de un techo de la pobreza total por ingresos en Venezuela (94,5%, sólo un 5%de la población posee mejores ingresos, 2021).?
-¿Bajará a límites racionales la “pobreza extrema” existente del 76,6%?
-¿La pobreza multidimensional (vivienda, educación y servicios) bajará adecuadamente del 65,2%?
-¿ Existirán las oportunidades de acceso al trabajo para tanta gente capacitada en Venezuela que no tiene dónde trabajar?
-¿ Mejorará la esperanza de vida que hoy tienen los venezolanos (3 años), en balance a las generaciones precrisis?
Y como guinda del pastel:
¿ Saldrán todos los presos políticos, civiles y militares en libertad?
Dependerá pues no sólo de los “denominados flautistas sino del pueblo atento, racional y expectante, el que se tengan las respuestas adecuadas, concretas y satisfactorias a esas interrogantes.
Y, sobre todo estar claros que:
“El voto es más fuerte que una bala”.
Abraham Lincoln, 16o Presidente de Estados Unidos de 1861 a 1865
Calgary, 2 de octubre de 2021
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