Ética para náufragos
Es difícil escribir cuando no sabemos que estará ocurriendo el día en que nos lean. Eso es lo que pasa en este momento. Este artículo hay que redactarlo y enviarlo al periódico para que se publique el 23 de febrero, fecha fijada para la entrada de la ayuda humanitaria al país, ¿qué va a pasar? En este momento no se sabe. Por lo tanto, es difícil hacer predicciones, aunque el acontecer diario puede indicar aproximadamente cual será el rumbo de los acontecimientos. Entonces ¿de qué se puede o se debe escribir? Creo que ahora es conveniente dedicarle unas líneas al comportamiento y al sentimiento de la gente.
No hace falta mucha investigación para llegar a la conclusión de que estamos ante una frustración generalizada. El ciudadano común siente que ha perdido muchas cosas. Dicho en forma metafórica “ha naufragado de la vida que llevaba” lo que antes daba sentido y seguridad a su vida ahora se ha perdido, y se encuentra de repente, flotando en aguas de la incertidumbre: no sabe qué le espera. Ante esto cabe preguntarse ¿cómo debe comportase el sufriente ciudadano venezolano? No es fácil: el náufrago desesperado puede aferrarse a cualquier cosa con tal de sobrevivir sin importarle lo bueno o lo malo de su acción. Y aquí viene el gran dilema, ¿se puede hablar de ética en una sociedad asediada por las necesidades donde, la gente trata de salvarse de cualquier manera?
José Antonio Marina, entre su numerosa producción literaria, escribe Ética para náufragos, un libro que él mismo califica como un manual de supervivencia, cosa que ahora podría ser útil a muchos venezolanos que no ven salida al dilema de su vida. Comienza el citado libro diciendo que hay tres tipos de ética: “una ética de la supervivencia, una ética de la felicidad y una ética de la dignidad. Y No distinguir esto conduce a desconocer la realidad de los problemas”. En estos momentos vivimos tiempos de supervivencia: somos náufragos que tenemos que hacer algo para mantenernos a flote. Esa es la primera tarea, después vendrá otras acciones para encontrar una tabla de salvación. “Vivimos sosteniéndonos en vilo, braceando para no hundirnos”. Ahora bien, cual es la recomendación, que hace Marina para no hundirse: hay que ser creativo, esto es “sacudir la inercia, mantener a pulso la libertad, nadar contracorriente, cuidar el estilo, decir una palabra amable, defender un derecho, inventar un chiste, hacer un regalo, reírse de uno mismo, tomarse muy en serio las cosa serias. Todo esto es el tema de la ética, que no es una meditación sobre el destino, sino una meditación sobre cómo burlarse del destino, es decir, del determinismo, de la rutina de la maldad, del tedio” Y me pregunto amable lector, ¿acaso no es eso lo que hacen los venezolanos para soportar la realidad? Cuando pase la tragedia que se está viviendo y se analice el comportamiento de la gente para enfrentarla nos encontraremos con una fortaleza espiritual difícil de superar. Si algo ha aprendido el pueblo venezolano en los últimos años es a nadar contra corriente, a reírse de sí mismo sin dejar de tomar en serio lo que es en serio. Por eso, cada vez que en programas de televisión o radio escucho a notables especialista analizando la situación y haciendo análisis sobre los posibles escenarios que se avecinan, con el mayor respeto, me provoca decirles que baje de los cielos de la abstracción y consulten con los ciudadanos de a pie, porque ellos si saben cómo enfrentar las celadas del destino y como flotar para no hundirse en este mar de adversidades. Ante la cercanía de importantes acontecimientos ¿qué puedo decir?: que somos náufragos pero no nos hemos hundido, y nos mantenemos a flote, con la esperanza de que, de la ética de la subsistencia pronto pasaremos a la ética de la felicidad.
(twitter @zaqueoo)
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