Opinión

Espíritu de fortaleza

La fe que piensa.
jueves, 03 octubre 2019

Cumplimos 54
El pasado 30 de septiembre el Colegio Loyola Gumilla cumplió 54 años de haber iniciado su actividad educativa en Ciudad Guayana. Su misión ha sido desde entonces enraizar a quienes hacemos vida acá, mediante la educación de nuestros hijos. Es así como la historia del Colegio se entrelaza con la historia de la ciudad, y viceversa.
Hoy día, el reto que asume el Colegio Loyola es doble. Por una parte, es necesario que el Colegio ofrezca un poco de “modo y orden” en medio de tanto descalabro educativo a nivel nacional y que lamentablemente afecta a los más pobres, colocándonos en un horizonte de convertirnos en un pueblo sin educación. Mantener el calendario escolar establecido es, por ejemplo, un cincel eficaz que esculpe esperanza y nutre sueños de futuros mejores. Otro paso bien concreto es proteger a nuestros docentes, artífices privilegiados de lo que la institución pretende dar.

Por otro lado, es menester que el Colegio no caiga presa del inmediatismo, que mira únicamente a atender las urgencias cotidianas. Esto es, de suyo, toda una empresa. Pero no puede convertirse en el punto de llegada, porque terminaríamos cortos de vista. Hay que esforzarse por elaborar un plan operativo y cumplirlo. Esto evidenciaría que tenemos algo de claridad en medio de la tempestad, y que estamos mínimamente conscientes de qué hacer en semejante estado de cosas.

Los tiempos, pues, no son los mejores. Y hay realidades inéditas que suponen un verdadero reto a la inteligencia educativa, en primer lugar, porque debe procurar entender qué está sucediendo hoy, qué causa tales eventos, y hacia dónde nos conducen. Pero es asimismo un reto a la flexibilidad y creatividad educativas, de manera que toda respuesta a tales acontecimientos sea “política institucional” y no decisiones momentáneas, individuales, propias de los responsables de turno.

Espíritu fuerte
El profeta Habacuc eleva su voz al Señor, Dios. El profeta está impaciente. No soporta ser testigo de primera mano de tanta violencia e injusticia en medio del pueblo que Dios le ha encomendado. La respuesta es tan contundente como la desesperación del hombre de Dios: no desfallezcas. La fe del justo es garantía de vida, de permanencia, de consolidación de la paz y de la justicia.

De hecho, la prisión mental es la única que puede encadenar al cristiano. Pablo, prisionero y reo de muerte, le recuerda a Timoteo que el Espíritu de ambos es un espíritu de fortaleza, amor y templanza. La fe del justo se apoya en Jesucristo, asegurándonos luz para los momentos aciagos.

La fe que nos dona el Señor Jesús, por muy pequeña que pueda parecernos, es tan fuerte que mueve montañas. Esta es la fe que pedimos a Dios nos aumente cada día más. Esta fe nos ayuda a comprender nuestra misión en esta historia que nos ha tocado vivir. Esta fe nos hace fuertes, robustece nuestro espíritu y nos hace desear cumplir 55. Permita Dios que los celebremos para bienestar de toda Ciudad Guayana.

 

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