¿Es muy difícil sacar el sistema de justicia de la parálisis y la arbitrariedad?
I
Caer preso en estos tiempos con el actual sistema judicial penal en Venezuela es la peor tragedia que pueda vivir un ser humano. Eso es por las cosas que tiene que vivir un detenido que tenga que ser procesado por cualquier presunto delito. No importa si es un hecho que no amerite larga penalidad o de los llamados delitos menos graves o muy graves.
El maltrato físico y psicológico llevan la pauta. Hemos construido un sistema judicial penal, penitenciario inhumano, casi prehistórico, obsoleto y que no garantiza la reinserción del reo ni que sea la reencarnación de la Madre Teresa de Calcuta o el mismo Benedicto XVI, todo está diseñado para corromper al ser humano.
II
No se salvan ni las mujeres embarazadas. Lo que le aconteció a una muchacha de un centro de reclusión en Guayana, apenas hace unos días, que perdió su cría por desatención del sistema y pese al esfuerzo de un grupo de galenos y el firme apoyo de los funcionarios de policía que tienen su custodia, la pequeña bebe falleció, entre otras razones porque su madre debió estar en un ambiente extracarcelario, en condiciones mejores para enfrentar el parto, pero el tribunal que lleva su causa hizo caso omiso.
Es la falta de humanidad, que con la excusa de la pandemia, la cuarentena radical y otros tantos motivos, utilizan los operadores de justicia para someter a condenas largas , anticipadas a personas.
El caso de esa joven parturienta es uno de los tantos horrores que se viven en las prisiones en este país. Si el gobierno nacional analiza detenidamente las causas de su fracaso en materia penitenciaria, de garantías constitucionales, derechos humanos y las constantes reclamaciones del concierto internacional sobre derechos humanos, que estos están asociados a una incorrecta aplicación de los protocolos de justicia, celeridad, respeto, dignidad y reinserción, que no se están cumpliendo y el acoso internacional es cada vez mayor por culpa de actores judiciales y policiales que juegan a profundizar el caos, impedir el rápido acceso a la justicia y a crear un sistema anacrónico, burocrático, represor, inhumano, corrupto e indolente.
III
Ningún plan ni los llamados planes cayapa, ni los de descongestionamiento del poder judicial han resuelto ni resolverán esa crisis. Es estructural el problema y pasa por transformar el Estado burgués, represor, excluyente, clientelar, que imperó en la Cuarta República y se ha extendido hasta los tuétanos en tiempos de la Quinta República.
Con los adecos no se garantizaban el acceso y respeto a los derechos humanos y ahora menos. La tarea es mayúscula. Construir un moderno y civilizado sistema de justicia y de prisiones. El problema es cultural, es político y también tiene que ver con una concepción de clases sociales.
Los pobres, los olvidados, los del barrio, las mujeres sufridas y nacidas en la pobreza y las limitaciones culturales, materiales, culturales, son la mayoría de la población presos en los actuales momentos.
Ahora se suman los que son víctimas de un sistema policial corrompido hasta los tuétanos, que distorsiona su papel y viven de la extorsión, el matraqueo y la vacuna. Sino pagas al policía corrupto, te montan un acta con elementos falsos y así el sistema lo avala, lo convalida y miles de inocentes están presos bajo esa prácticas perversas.
IV
Para que el Socialismo tenga éxito, es necesario tener un moderno, nuevo y respetuoso sistema judicial. Ninguna sociedad, llámese capitalista, neoliberal, socialista, o de extrema derecha, se puede erigir como libre o garantista sino respeta las libertades ciudadanas y aplica el equilibrio para los derechos humanos.
V
Si la clase política gobernante y la que participan en la oposición, si las fuerzas sociales y la sociedad en general, no enfrentan ese fenómeno de la injusticia del sistema judicial penal, estaríamos retrocediendo a los tiempos de la barbarie.
Con pañitos tibios no se cure un cáncer.
Notas de Cierre
1. El país necesita unidad nacional para salir de la crisis económica, enfrentar la pandemia y ganar la batalla a las sanciones y el bloqueo internacional. También necesita voluntad política para encarar grandes temas como: inflación, devaluación, corrupción policial y judicial, derechos humanos y garantías constitucionales, salarios, producción y seguridad social. Estamos en el peor momento de nuestra historia. O logramos superar justos, con valentía y voluntad esta situación o nos va arropar la anarquía, el conflicto social y la pobreza.
2. Habrá elecciones para alcaldes, gobernadores, diputados regionales y concejales. El chavismo se observa solo en el escenario y la oposición no responde. Los grupos extremistas encabezados por Juan Guaidó siguen empujando hacia la intervención extranjera, el bloqueo y la violencia. Otro sector más moderado que está en el parlamento participará, con pocas posibilidades. Pero dentro del chavismo hay quiénes creemos que las cosas están mal y hay necesidad de renovar.
3. En Perú también hay elecciones presidenciales. Casi 20 candidatos. Un país fragmentado y con una aguda crisis política.
4. El dólar sigue desplazando el valor del bolívar y los salarios de hambre están bien lejos. No se quién le aconseja a Maduro en materia monetaria y salarial, pero esos consejeros, estoy seguro no son sus amigos, porque vamos muy mal en ese tema.
5. Los fiscales actuantes en tiempos de Luisa Ortega Díaz enredaron esa causa y muchos pretendían sacar provecho económico por no acusar a los Balaguera, el asunto es que ese sistema judicial es el que tenemos. Sin audiencia, sin preliminar sin juicio, con una condena anticipada.
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