Opinión

Enrique Castells

...una CVG, que no sólo fue concebida para el desarrollo industrial, sino también para el minero, el maderero y el agropecuario, pero muy especialmente, para el desarrollo humano
jueves, 05 mayo 2022

¡Murió Enrique Castells, un venezolano de excepción! Lo hizo el 26 de febrero de 2022. A su tumba se llevó mil sueños y otros tantos, fueron dejados plasmados en papel; muchos, relacionados con la industria que  más quiso, la del aluminio, y con la tierra a la que se entregó y que siempre llevó en su corazón, ¡Guayana!

Todos lo llamaba “Enrique”; lo hacía Leopoldo Sucre Figarella, presidente de la CVG, y también, Eduardo Subero, operador de celdas de línea 3, en Venalum; era una persona siempre afable, cortes y de fácil sonrisa.

Fue generoso compartiendo sus sueños, ideas y proyectos, con colegas y compañeros de trabajo. Fue amigo de Carlos Andrés Pérez, pero también lo fue de trabajadores y sindicalistas.

Se supo, por ejemplo, de un Enrique, en un comedor de Venalum, departamento de celdas, cenando con trabajadores, un 24 de diciembre y recibiendo el año a las 12 de la noche de un 31, compartiendo, en ambos casos, las tradicionales cenas de navidad y nochebuena, con hallacas, pernil y pan de jamón, y para postre, dulce de lechoza.

Estimulaba el estudio, el amor por el trabajo, el orden y la disciplina. Fue un gerente cabal y coadyudó en Venalum, a forjar una sólida cultura industrial. Sabía integrar hábilmente, la tecnología con las finanzas y entendía que la fuerza motriz más importante  de una empresa, era el talento humano.

Bajo su dirección, Venalum se convirtió en “la Gran Planta”, por su elevada productividad,  rentabilidad, elevados estándares de calidad, disciplina, orden y limpieza.

Avandal, el Centro de entrenamiento de Alcasa y Venalum, recibió siempre su más entusiasta e irrestricto apoyo, financiero y moral. Impulsó con determinación, la investigación y el desarrollo.

Su firme determinación, perseverancia e ingenio, fue concluyente para que Venalum incrementara su capacidad de producción de 280.000 Ton./año a 420.000.

De igual manera, y en paralelo, introdujo numerosas y muy importantes mejoras tecnológicas; de igual manera, instó a realizar la investigación y desarrollo, para la que en esa época, fuera considerada una novísima, productiva y eficiente  celda electrolítica, la V-350. Esta fue hecha en Guayana por venezolanos.

La Gran Planta, igualmente, fue líder en establecer convenios con universidades para el desarrollo de proyectos, con los cuales, ambas partes se beneficiarían. Castells era amante del deporte; practicaba tenis y hay quien lo vio jugar softball, sin utilizar guante.

Nació en Alcántaras, Filipinas, en 1945; era venezolano, de padres filipinos y abuelos españoles.  Llegó a Venezuela siendo muy pequeño. Cursó estudios de bachillerato en Trinidad y posteriormente, en la Universidad de Florida, en Gainesville, estado del mismo nombre.

Se graduó de ingeniero químico y realizó estudios de post grado en gerencia, en Harvard University. Era un ávido lector y gran admirador de  la cultura Japonesa.

Tan pronto como dejó la universidad, se enroló en la industria del aluminio, trabajando con dos de los grandes: Alcoa y Reynolds. Cuando se inició la construcción de Venalum por los años 1973-74, Enrique Castells llegó a Puerto Ordaz, contratado  como gerente general.

Para la época, era Argenis Gamboa el presidente de la Corporación Venezolana de Guayana y también de Venalum. Este fue igualmente, un venezolano e ingeniero  sobresaliente. El Zar del aluminio, como alguna vez también llamaron a Castells, catapultó su experiencia,  después de dejar Venalum.

Prestó  servicios de asesorías a los rusos, a los chinos (hoy en día, son los que mayor capacidad productiva poseen) y a los árabes.

El 21 de agosto del 2019, el presidente Guaidó, nombró a Enrique Castells, presidente de la CVG ad hoc. Allí comenzó una carrera frenética de planificación exhaustiva para la refundación de una CVG futurista, inteligente y autosustentable; una CVG, que no sólo fue concebida para el desarrollo industrial, sino también para el minero, el maderero, el agropecuario, pero muy especialmente, para el desarrollo humano, con la satisfacción plena de todas sus necesidades.

Algunas de ellas fueron y siguen siendo:  viviendas adecuadas,  calles y avenidas asfaltadas, escuelas y universidades, hospitales, sistemas ferroviarios, aeropuertos, museos, parques, plantas de tratamientos de aguas blancas y servidas, reciclado de desechos sólidos, seguridad, etc.,  pero sobre todo, el creía en la conjugación de muchos de aquellos buenos elementos que ya existen, pero que deben reforzarse, para consolidar una fuerte y enorgullecedora cultura.

Esta muy especial filosofía de vida, fue el embrión, producto del cruce de la cultura oriental que tanto admiraba y la occidental, que lo educó.

Pues bien, en principio, asumió que sin el respaldo del Estado, la CVG, con estos ambiciosos objetivos, no podría experimentar un desarrollo integral exitoso. El tema de la privatización, sin ser descartado, fue entonces postergado.

Castells entendía por desarrollo integral, la conjugación de factores tales como los productivos, los políticos y los sociales, pero todos en su justa proporción.

En ese sentido, enfocó su plan, primero, en la recuperación y modernización del sistema eléctrico de la cuenca del Caroní; segundo, en el del sector siderúrgico, incluidas la minería y briqueteras; tercero,  modernización e incremento de la producción del sector aluminio; este crecería hasta llegar a los 2 millones de toneladas/año, una parte en Ciudad Guayana y otra en Los Pijigüaos-Caicara; cuarto: el sector forestal, que incluiría los grandes bosques del sur, y la ampliación de los de Uverito, que llegaría a un millón doscientos mil hectáreas.

Esta industria requeriría también, complementar la inversión en la planta de pulpa de papel y en más transformadores de la madera. En cuanto al oro, el plan consistía en recuperar la soberanía sobre esas tierras, sectorizarlas, y contratar la explotación de dicho  oro con empresas privadas nacionales preferiblemente, que tuvieran la tecnología para hacerlo, sin contaminación.

También se consideró la formación de orfebres y constitución de una industria para la producción de finas joyas, para su exportación. Quizás uno de los elementos más importantes de esta planificación, fue el de la creación de un “Silicon Valley” Guayanés,  que habría de ser localizado en los terrenos que están entre el  Peaje y el Km. 70, bordeando el Caroní.

Para todos estos planes, ya había obtenido la promesa de un crédito inicial de 20 mil millones de dólares.

Enrique Castells  consideraba necesario hilvanar toda esta cadena industrial, con un nuevo enfoque de la educación integral, la cual se materializaría creando una Villa Universitaria, donde se integraría la formación artesanal-INCE, técnica industrial y universitaria, en cooperación estrecha con Institutos de Investigación y Desarrollo, y ambos, trabajando  de la mano con la industria.

También la escuela primaria habría de experimentar  transformaciones, toda vez que esta educación, se observó, debía ser más intensa, con horarios de 12 horas diarias durante las cuales, el niño obtendría los alimentos balanceados y necesarios,  evaluación médico asistencial permanente, orientación psicopedagógica y vocacional, todo ello, combinando el estudio, la lectura, el deporte y las artes (pintura, música, escultura, etc),  de una manera equilibrada e  integral.

En cuanto a las comunicaciones y transporte, planificó un ferrocarril, como la alternativa más económica para el transporte de materias primas y productos terminados. Una vía férrea entre Pto. Ordaz-Ciudad Bolívar-Guanta y otra entre Cd. Bolívar-Caicara.

Igualmente, pensaba que ya, Ciudad Guayana requería un sistema de transporte subterráneo o metro. Tanto la estación de tren, como la central del Metro, deberían construirse en terrenos ahora utilizados por el aeropuerto Carlos Manuel Piar y dicho aeropuerto, sería entonces, tentativamente construido en un sector denominado Tente Duro, en la vía a Ciudad Bolívar.

También debía, como alternativa, volver a construirse y mantenerse el canal del Orinoco, con Draga, barco boyero para la señalización y una moderna unidad de estudios hidrográficos, que a su vez, controlaría la “producción” de la draga. Todo esto sería coordinado por Incanal/CVG y ejecutado por el sector privado.

En cuando al urbanismo de Ciudad Guayana y otras ciudades principales de la región,  se llegó a la conclusión que debían construirse edificios de 3 pisos con apartamento de por lo menos, 120 m2.,  en vez de esas mini viviendas de 50/70 m2.

Decía que los pobres, lo seguirán siendo, mientras los Gobiernos no los “rescaten”, ofreciéndoles oportunidades para educarse adecuadamente  y obtener ofertas de empleo dignos. Ese Estado a su vez, deberá crear un sistema bancario perfeccionado,  para que todos los ciudadanos por igual, tengamos acceso a créditos baratos.

Enrique señalaba que Ciudad Guayana y todas las ciudades importantes de la región, debían convertirse en ciudades inteligentes y sostenibles y ser dotadas de teatros, museos, bibliotecas, centros deportivos, plazas, parques amigables, etc., también, de un adecuados sistemas de transporte público como el descrito anteriormente, redes de gas, aguas blancas y plantas de tratamiento confiables, alumbrado público y semáforos inteligentes y una red de asistencia para la salud.

Siempre se le escuchó decir, que la industria tiene dos recursos que la motorizan: las finanzas y el talento humano. El meollo o diferencia está, en que el primero no requiere mantenimiento alguno, mientras que el segundo es “una máquina” muy compleja,  que necesita mucha mas atención e inversión, y que, paradójicamente, es la más  desasistida y la menos valorada.

Murió Enrique Castells, ese gran  venezolano, que pudo haber contribuido a la transformación de muchos aspectos de esta gran  Venezuela, si no hubiese sido porque….

CE. mgarciat84@gmail.com

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