En absoluto: La última palabra
América libre, soberana y con autodeterminación sigue siendo el clamor de los pueblos pisoteados en su dignidad. Insisto en el rumbo que retoma otro del Altiplano, luego de un golpe de estado aupado por la OEA, en Bolivia, la gente tuvo la última palabra.
Chile está gritando constituyente a los fines de poder salir de ese adefesio jurídico y represor que significa la constitución de Pinochet y que le permite al supernumerario presidente, violar derechos humanos y crímenes selectivos, al tiempo que obstaculiza la construcción de una democracia popular, con progreso para todos y no para unos pocos, claro está, que no aparezca Bachelett. Una constituyente en el que la gente, tenga la última palabra.
Igual suerte correrán Brasil, donde ya soplan vientos de cambio, ojala sea con Lula y en Colombia donde a gritos piden cambios sustanciales en su narcoestado y seguro estamos, será con Gustavo Petro. Debe permitirse, que la gente tenga la última palabra.
Las viudas del guanabanismo, hoy se han dedicado a recordar sus gobiernos, haciendo apologías al daño que causaron sus dirigentes y que dio pie a la llegada del Comandante Chávez.
¿Olvidan que después del 98, la gente tuvo la última palabra en un proceso de refundación de la república? La gente ya estaba cansada y obstinada del desastre de los adecos y copeyanos, gobiernos signados por el desempleo, arrodillados al FMI, desapariciones forzosas, distribución injusta de las riquezas, etc, por lo que urgía emprender una cruzada por la reconstrucción social de la dignidad de nuestro pueblo, en el que la gente tuviera la última palabra.
En el 2015, mucha gente tuvo la última palabra, la oposición política venezolana ganó el parlamento con ofertas engañosas y esa misma gente cayó en un gazapo político.
Lo demás es historia, lo que sí no podemos olvidar, es el desastre que generaron esos diputados, al mejor estilo cuartorepublicano. Después del esfuerzo hecho por Hugo Chávez con el ascenso social de nuestro pueblo, ellos pidieron bloqueos y sanciones a los fines de desvirtuar los logros y beneficios de la revolución. Eso, debe revertirse y que la gente tenga la última palabra.
Para esta fase de la revolución, bien golpeada por cierto, debemos recordar al comandante Chávez quien planteaba la necesidad de reagrupar, rearticular y recuperar las fuerzas dispersas, desmovilizadas, desmoralizadas y confundidas por el adversario o por nuestros errores.
No olvidemos que por ahí pululan unos cuantos infiltrados, saltimbanquistas y militantes de la parapolítica, que les conviene esconder su ineptitud en la división y el enfrentamiento de nuestra militancia.
Antonio Gramsci hablaba de que la unidad popular, hace posible la voluntad colectiva y estos tiempos son de unidad popular.
El 6D nos corresponde librar una batalla más en medio de esta guerra generacional, debemos recuperar ese espacio ultrajado por la soberbia, el odio y la inquisición politiquera que representa la oposición y aquí es nuestra gente, quien debe tener la última palabra.
A LO INTERNO: Tramposería sale!
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