Opinión

El verdadero dictador

En nuestro tiempo es imposible para las naciones vivir a salvo de la presión imperial de los Estados Unidos.
José Viznel ÁLVAREZ
lunes, 17 febrero 2020

Las medidas coercitivas unilaterales diligentemente gestionadas por Guaidó y despóticamente ejecutadas por Trump son cobardes estrategias de guerra diseñadas para hacer que el pueblo se vuelva contra el gobierno de Nicolás Maduro, a punta de más sufrimiento del que ya padecemos por hechos que ciertamente no son imputables a estos sujetos.

Un nefasto paquete por el que los venezolanos sufrimos calamidad económica, precariedad de la paz social, tragedia del tiempo perdido, decadencia de valores, e incluso destrucción de amistades, afectos y amores que han sido abatidos por los hijos predilectos de tan vergonzosa situación: el odio, la desunión y el descrédito. Entonces cabe preguntarse quién se beneficia con estos resultados. Por supuesto que no somos nosotros el pueblo, tampoco el gobierno, ni siquiera los que actúan como legitimadores del asedio criminal, no, el beneficiario de todo esto es el poderoso que maneja los hilos de quienes en horas de infamia compraron la fórmula más indigna de acceder al poder político en éste país. El único favorecido es el actual gobierno de los Estados Unidos, hoy al mando de un auténtico dictador que para desgracia del mundo alcanzó la cúspide política en esa hermosa nación, sí, Trump se ha erigido dictador del orbe a la vista de todos (independientemente del poder detrás de su corona); los gestos, el lenguaje verbal y corporal de este hombre son evidentemente supremacistas los cuales despliega bajo aplausos de gobiernos que lo vitorean por temor a chantajes y represalias, y si por alguna razón existen dudas sobre el patrón que sigue este íncubo huérfano de sentimientos, comparen videos de Hitler y Mussolini con los de este sujeto y verán al demonio patear los escenarios con la arrogancia de quien trata con esclavos y vasallos, paradójicamente en nombre de la libertad.

En nuestro tiempo es imposible para las naciones vivir a salvo de la presión imperial de los Estados Unidos a través de la personalidad totalitaria de Donald Trump, autoproclamado censor plenipotenciario y adelantado primordial de la magna providencia en la tierra, a cuya influencia quizás ni siquiera escapen las tribus que aun viven felices en su aislamiento, relajadas porque ignoran la existencia de países separados por fronteras, de gobiernos y gobernados, de poderosos y empoderados, de religiones y religiosos, de ideologías e ideólogos, de políticos, masacres, revoluciones, miseria ni hambre: bienaventurados, Dios quiera que permanezcan en ese estado de libertad para siempre y jamás permita que el copete amarillo de satán se les presente en misión humanitaria y arroje sobre ellos su manto de azufre por autoridad directa de la supremacía.

El vasallaje que aplican los Estados Unidos sobre el resto del mundo está plenamente registrado en la historia que se extiende hasta el sol del presente amanecer, entonces también me pregunto y le pregunto a quienes apoyan tan maligna forma de actuar, si habrá vocación dictatorial peor que la de éste energúmeno al que pobres e incluso indigentes adoran a pesar de que para él son ceros de los que no suman, una mescolanza surrealista de magnates, ricos, pobres y marginados que, emulando al personaje de la cita bíblica que ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo, juzgan al socialismo como basura ideológica y a sus partidarios como fanáticos cómplices de las desgracias del mundo.

No hay margen para demoras, nuestra existencia como país libre, soberano e independiente no tiene otro asidero vital que no sea el diálogo, reconciliación y acuerdo entre los actores políticos y el pueblo venezolano, pues de no ser así, si todos se mantienen queriendo tener siempre la razón absoluta, jamás saldremos de esto y quedará deshonrosamente demostrado que la prioridad es mantener –no pocas veces de manera irracional, terca y hasta pueril- la posición de cada quien a costa de la ruina del país. Habrá que aprender que la primera condición para vencer es vencerse a sí mismo, que siempre habrán vías de equilibrio que conjuguen ideas y acciones para el beneficio colectivo y nos enrumben a la recuperación y prosperidad nacional, sin pretender a tanto como la desaparición de egos encumbrados y orgullos heridos, que aunque jamás dejarán de ser una realidad inherente a la naturaleza humana, deben saber que hay un precio que pagar para defendernos del más feroz y verdadero dictador que a todos sin excepción intenta avasallar. viznel@hotmail.com

 

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