El valor olvidado del tablero manual
En alguna de las canchas de fútbol de salón hay un protagonista silencioso, muchas veces dejado de lado en las competencias tradicionales, se trata del tablero manual. Ese instrumento sencillo, que a primera vista puede parecer una pieza antigua frente a la modernidad tecnológica, el mismo guarda un valor enorme dentro del desarrollo del juego y la transparencia de las competencias. El tablero manual no es solamente un objeto que muestra números, es, en esencia, la herramienta que le da orden previa al resultado final del juego, ya que indica los goles de cada equipo, señala las faltas acumuladas y marca el tiempo que se juega (si es primero o segundo). Gracias a él, jugadores, entrenadores, árbitros y hasta el público pueden seguir con claridad lo que ocurre en la cancha.
En muchas competencias de fútbol de salón, se suele prescindir del tablero manual, se confía únicamente en el cronómetro del árbitro o en la memoria de quienes están atentos al marcador. Esto puede parecer suficiente, pero la realidad demuestra lo contrario, ya que un gol que no se anota de inmediato, o una falta acumulada que se olvida, terminan alterando el sentido del encuentro. Lo más importante del tablero es que democratiza la información, no depende de la palabra de una sola persona, sino que permite que todos, desde la grada hasta la banca, tengan acceso al mismo dato en tiempo real. Esa visibilidad contribuye a la transparencia y, sobre todo, a la confianza en la competencia, por lo que un resultado claro y a la vista de todos evita malentendidos y reduce tensiones innecesarias.
Además, no podemos olvidar el papel educativo del tablero manual, un ejemplo de ello es en los juegos infantiles, su uso ayuda a que los más pequeños aprendan a leer el ritmo del partido. Los jugadores se hacen conscientes de cuántas faltas llevan, cual tiempo se juego, o cuán cerca están de remontar un marcador. Ese aprendizaje fomenta la disciplina, el respeto a las reglas y la concentración en el juego. Otro aspecto relevante es la inclusión de quienes asisten como espectadores, ya que el público también es parte de la fiesta deportiva, y el tablero le permite vivir la emoción del juego con mayor intensidad. Cada número que cambia en el marcador es una explosión de sentimientos compartidos, la alegría del gol, la tensión de las faltas acumuladas o la ansiedad de los últimos segundos de juego.
Si bien la tecnología ha llevado a que en grandes competencias se usen tableros electrónicos y sistemas digitales avanzados, el tablero manual conserva ventajas indiscutibles, las cuales son que, es económico, fácil de usar, accesible para cualquier comunidad y no depende de electricidad constante ni de equipos sofisticados. Es una herramienta noble, fiel a la esencia del deporte amateur y comunitario, donde lo importante es jugar y competir con justicia. El reto está en revalorizarlo, no se trata de enfrentar lo manual contra lo tecnológico, sino de comprender que en muchos espacios el tablero manual sigue siendo la mejor opción. Usarlo de manera adecuada y responsable asegura un desarrollo más justo de los partidos y fortalece la cultura deportiva en nuestras comunidades.
El fútbol de salón, como deporte cercano a la gente, no puede perder esa sencillez que lo caracteriza. Y el tablero manual es parte de esa identidad, recordarlo, cuidarlo y usarlo con disciplina es también una forma de honrar el juego limpio, de garantizar que cada gol cuente y que el juego se viva con la intensidad que merece. Porque, al final, el tablero manual no es solo un accesorio, sino, que es la voz visible del partido, el narrador silencioso que nos recuerda que, en el deporte, como en la vida, la claridad y la transparencia siempre serán parte fundamental del juego. Amigas lectoras, amigos lectores muchas gracias por su tiempo para con el presente espacio, hasta la próxima con el favor de Dios. Para contactos lo pueden hacer por @Joseceden o por Facebook / José E Cedeño Gonzalez (El hijo mayor de Otilia Gonzalez).
