El testamento de don Facundo
Al leer el testamento de Don Facundo, el juez informó: “Supongo que ya ustedes tendrán el caso resuelto, según la forma que cada uno de ustedes lo interprete.
Pongan mucha atención, porque voy a leerlo de la misma manera que lo redactó el difunto.
Dice así: Dejo mis bienes a mi sobrino no a mi suegra tampoco se pagará la cuenta del sastre nunca de ningún modo para los mendigos todo lo dicho es mi deseo yo Facundo Fonseca”.
La suegra fue la primera en responder y se expresó de la siguiente manera: “Es verdad que el testamento de mi yerno carece de signos de puntuación, pero conociendo bien a ese hijo mío, estoy segura de que ésta fue su voluntad”.
Después de hacer la puntuación conveniente, lo lee: “¿Dejo mis bienes a mi sobrino? No. A mi suegra. Tampoco, jamás se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo, para los mendigos. Todo lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo Fonseca”.
El sobrino refutó con las siguientes palabras: “Señor juez, la suegra del difunto está equivocada. Yo no creo que mi tío, que en paz descanse, haya querido favorecerla.
Su intención fue otra, como quiero demostrarlo con mi puntuación: Dejo mis bienes a mi sobrino, no a mi suegra. Tampoco, jamás se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo, para los mendigos. Todo lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo Fonseca”.
El sastre también opinó:” Quiero demostrarles a ustedes, con permiso del honorable juez, cuál es la verdadera puntuación: ¿Dejo mis bienes a mi sobrino? No. ¿A mi suegra? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo, para los mendigos. Todo lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo Fonseca”.
Un mendigo que estaba presente dijo: “Usted, como buen sastre, ha hecho una buena puntuación a la medida de sus intereses. Pero está muy equivocado. La verdadera puntuación es la siguiente: “¿Dejo mis bienes a mi sobrino? No. ¿A mi suegra? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta del sastre? Nunca, de ningún modo. Para los mendigos todo. Lo dicho es mi deseo. Yo Facundo Fonseca”.
El juez concluyó: “Pues, señores, yo creo que el señor Facundo Fonseca, aunque carecía de instrucción, como lo demuestra este galimatías, conocía al dedillo a sus semejantes. El no supo puntuar su testamento, pero lo que en realidad quiso decir fue lo siguiente: ¿Dejo mis bienes a mi sobrino? No ¿A mi suegra? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta del sastre. Nunca, de ningún modo para los mendigos. Todo lo dicho es mi deseo. Yo, Facundo Fonseca”.
El sastre, la suegra, el sobrino, el mendigo preguntaron: “¿Entonces el señor Fonseca no dejó herederos y la fortuna pasará a manos del Estado? A lo que el juez respondió: “Así lo es, en efecto.
Y visto y considerando que esta última interpretación se aviene más que ninguna otra al espíritu de las leyes, declaro terminado el juicio y en consecuencia hago entrega de la herencia al Estado.
FUENTE: Los signos de puntuación (RAE. Ortografía de la Lengua Española, 1999: 55).
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