El Diván en la Radio: Ramón Emilio Fernández, patrimonio cultural individual
Un país es su gente, sus ciudadanos. Lo que cada individuo cultiva, se traduce en hijos, obras, amores, sabores y sin sabores. Lo que siembra pasa a formar parte de su historia de vida personal y llega a ser universal cuando entonces esa siembra es reconocida por los que conforman dicho universo. Cada individuo por separado construye y hace historia y juntos hacen la historia de un país.
En Venezuela se llevó a cabo El Censo del Patrimonio Cultural Venezolano que no es más que el reconocimiento y registro, a lo largo y ancho del territorio nacional, de todas aquellas manifestaciones culturales que caracterizan al pueblo venezolano y tienen significación para él, así lo señala el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano año 2004- 2009 cuya autoría corresponde al Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través del Instituto del Patrimonio Cultural.
El referido instituto asume dicho censo como una iniciativa orientada al registro de los elementos característicos del acervo de la nación, una gran cantidad de equipos de trabajo recorrieron toda la extensión del país, estado por estado, ciudad por ciudad, municipio por municipio, registrando los bienes patrimoniales de los venezolanos, el padrón que se encuentra en el catálogo, se correspondió específicamente a los Municipios Piar y Padre Chien del estado Bolívar.
Refiere dicho instrumento que la creación individual va a estar determinada por las elaboraciones propias de un individuo –sea o no conocido– que tienen gran relevancia cultural.
En dicho Catálogo, Ramón Emilio Fernández es reconocido cómo Patrimonio Cultural Individual del estado Bolívar por su contribución a la memoria histórica musical del país, cómo depositario de saberes populares tradicionales.
¿Quién es Ramón Emilio Fernández? Realmente fue más conocido por seudónimo “Chiquichiqui” nace en el estado Bolívar, en la población de El Manteco el 31 de agosto del 1931. Sus padres fueron Carmen Fernández y Horacio Castellano, ambos nativos del mismo poblado.
Destacado músico y compositor de piezas en diversos estilos como guarachas, paso-dobles, valses y boleros, incursiona en el entreverao —golpe de bandola- acompañado de los ritmos del joropo. De joven despertó su interés por la música, observando cada noche a los cuatristas cantar.
Su primera producción podría titularse Chiquichiqui, nombre con el que también se le conoce en el ambiente musical, una recopilación en la que le canta a la comunidad de Upata y a las oriundas féminas de ese poblado. Formó parte del conjunto Caroní agrupación que tocaba en fiestas y en reuniones de la población, interpretando canciones compartidas por todas las personas.
Aprendió múltiples oficios como agricultor, albañil, carpintero e incursionó en la minería. La comunidad lo reconoce como un compositor dedicado, quien con su inspiración y talento impregna el ambiente de armónicas notas musical
De niño demostró gran interés por la música y aprendió a ejecutar instrumentos musicales como el cuatro y el violín de manera autodidacta, mediante sus escapadas, así como su presencia en fiestas y parrandas pueblerinas se instalaba a observar la ejecución de los músicos y sus destrezas que logró adquirir desde temprana edad.
Desde joven mostró interés también por el canto y la composición musical. Escribió más de 20 canciones populares que relatan historias de su pueblo, vivencias y su siempre inspiración poética por el amor y la mujer, a la que exalta en virtudes y enamoramientos con metáforas y prosas románticas fue considerado el músico del pueblo, su pueblo El Manteco.
Tiene en sus haberes un álbum con algunas de sus canciones con la disquera “Melao Producciones” en la voz de reconocidos cantantes de Upata, Ciudad Bolívar, Maracaibo entre otros. Compartió en otras épocas importantes escenarios de música en Caracas, capital del país, dónde ofreció lo mejor de su creación musical en la década de los años 50 y 60.
El diván en la radio le rindió un homenaje en vida a Chiquichiqui como ser humano, persona y como patrimonio cultural individual venezolano. Dos horas de interacción con la comunidad, su familia y oyentes quien se deleitaron y bailaron al son de su propio repertorio musical. Toda la investigación de este adulto mayor de 90 años estuvo a cargo de su hijo y del Doctor Atife Habib Salum, a quien el honorable Concejo Municipal de Upata designó como el cronista de la ciudad y quien también partió de este plano terrenal.
Es la labor de nuestro equipo el reconocimiento en vida de una cantidad de personas -ahora adultos mayores- que forman parte de la historia de nuestro país. Es nuestro compromiso.
Vaya nuestro cariño a sus familiares. El Doctor Atife Habib Salum seguramente ya lo deben haber designado como cronista del cielo mientras Chiquichiqui compone música y acordes de cuatro y violín a lado de los ángeles que acompañan a nuestro Dios Padre. A ambos nuestro reconocimiento póstumo, donde quiera que estén.
Nos leemos en la próxima columna.
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