Opinión

El diván en la radio. ¿Nos estamos convirtiendo en sociedades Gerontofóbicas?

El anciano interioriza la actitud social generalizada, traducida en marginación, que disminuye su rendimiento y utilidad.
viernes, 10 diciembre 2021

Ancianos, viejos, viejitos, abuelitos, son algunos de los calificativos con los que se suele llamar a los adultos mayores o ancianos. Algunos de estos calificativos con un dejo de molestia, por ejemplo “este viejo no se apura” encontrándose quizás en alguna cola de un supermercado.
¿Nos estamos convirtiendo en sociedades Gerontofóbicas?

Desde la perspectiva tradicional y reduccionista, a “los viejos se les ha mirado como sujetos pasivos, como masa inorgánica de individuos sin capacidad de agencia social en términos políticos o sin capacidad de crear movimientos sociales” (Robles, 2006:162).

Ya se habla de Gerontofobia término utilizado con frecuencia, con el que se alude “a una más rara conducta de temor u odio irracional hacia los viejos, es menos abarcativa y debe ser incluida dentro del viejismo y no utilizarla como sinónimo” (Moragas-Moragas, 1991: p.23). Igualmente, Vega Fernández-Crespo (1989) habla de la gerontofobia, como la postura social de rechazo y apartamiento ante la vejez y los ancianos, y agrega que esta postura se da en «la sociedad industrial y colectivistas en Occidente».

Para la sociedad, los adultos mayores se están convirtiendo además de una carga económica en una carga moral. Observamos ancianos no presentes, parecen invisibles, se les ignora, se les oculta y se les desprecia. En nuestra sociedad existe una actitud generalizada tendiente a centrar su interés en la juventud y en aspectos tales como la belleza y la rapidez, a la vez, se privilegia “lo productivo” como sinónimo de valía por encima de otros factores.

El anciano interioriza la actitud social generalizada, traducida en marginación, que disminuye su rendimiento y utilidad. La persona va asumiendo el menosprecio que se hace de su experiencia y su conocimiento; y llega a los sesenta años agobiada por una serie de estereotipos, valores, creencias y prejuicios que le hacen ver el proceso de envejecimiento como sinónimo de enfermedad, impotencia sexual, inutilidad, aislamiento y carga a nivel individual, familiar y social (Brenes 1991, 123-124). Se siente condenados a una sociedad que los encadena moralmente.

Se invita a la reflexión desde los hogares. Hay historia en cada uno de los adultos mayores y ancianos; de vida, de amores y desamores, luchas constantes, sudor, tesón y de taza de café con olor a calle y empresas, a trabajo a pie y en transporte público, a niños que van a colegios, a madres que llegan a hospitales, entre otras obras; construidas por quienes en su oportunidad fueron la masa de individuos que construían ciudades y familias y que ahora han envejecido.

Por lo pronto sigamos armado el Glosario.

Actividades de la vida diaria: Aquellas actividades que una persona ha de realizar diariamente para poder vivir de forma autónoma, integrada en su entorno habitual y cumpliendo su rol social. Actividades básicas de autocuidado (o cuidado personal), también llamadas de funcionamiento físico o habilidades básicas para hacer vida independiente en casa. Habitualmente se incluyen: bañarse, vestirse, alimentarse, desplazarse, ir al servicio y continencia.

Actividades instrumentales de la vida diaria: Son actividades más complejas que las ABVD (las anteriores), y su realización requiere de un mayor nivel de autonomía personal. Se asocian a tareas que implican la capacidad de tomar decisiones e implican interacciones más difíciles con el medio. En esta categoría se incluyen tareas domésticas, de movilidad, de administración del hogar y de la propiedad, como poder utilizar el teléfono, acordarse de tomar la medicación, cortarse las uñas de los pies, subir una serie de escalones, coger un autobús, preparar la propia comida, realizar actividades domésticas básicas (fregar los platos, hacer la cama, etc.), poder pasear, ir al médico, hacer papeleos y administrar el propio dinero, entre otras.

Calidad de vida Percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno.

Nos leemos en la columna próxima.

Cuando éramos niños los viejos tenían como treinta, un charco era un océano, la muerte lisa y llana no existía. Luego, cuando muchachos los viejos eran de cuarenta, un estanque era un océano, la muerte solamente una palabra. Ya cuando nos casamos los ancianos estaban en cincuenta, un lago era un océano, la muerte era la muerte de otros. Ahora, veteranos, ya le dimos alcance a la verdad, el océano es por fin el océano, pero la muerte empieza a ser la nuestra”.
Mario Benedetti.

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                           María de Lourdes Vera de Sánchez quien cumple sus 99 años hoy

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