Opinión

El difícil rol de ser padre, trabajador y ciudadano

"Otra de las funciones importantes de los padres, es la de darles confianza y cariño a sus hijos y enseñarles modales y valores de vida".
jueves, 10 diciembre 2020

Ser padre es invalorable y fundamental. Es darle forma a una vida, prolongarla y hasta hacerla eterna. Es dejar una huella en el Universo. Pero, ser padre no es tareas fácil y aunque se requiere mucho conocimiento y experiencia; la sociedad, en vez de enseñarte, te induce a que aprendas siguiendo modelos.

Lamentablemente, son muchos más los malos ejemplos que los buenos, y también, son demasiados los hogares capitaneados por madres solteras desinformadas e indefensas.

La segunda razón por la cual resulta muy difícil ser padre, es porque este rol es muy complejo y exigente; es uno de trascendencia, es que además, requiere supervisión continua sobre los hijos.

Es hoy una regla no escrita, que padre y madre están obligados a trabajar, largas y extenuantes jornadas (11 horas diarias cada uno, incluyendo tiempo de viaje y almuerzo), con lo cual se desatiende la formación de los jóvenes.

Luego, deben dormir, según lo prescrito por los médicos, unas ocho horas cada jornada, más una hora adicional para ejercicios y aseo personal. Con ello se completa un total de veinte horas por día.

Como es lógico, también debe sumarse el tiempo empleado en los quehaceres domésticos (comida y limpieza del hogar), leer la prensa o ver noticias en televisión; estas actividades tomarían dos horas más por día.

Así las cosas, los padres sólo dispondrán de dos horas diarias para atender necesidades de los hijos, que por lo general, no pueden y/o no saben satisfacer. ¡Solo dos horas para una de las actividades de mayor trascendencia en la vida!

En estas circunstancias, los ciudadanos cumplen, tres roles de importancia: el de padre, el de trabajador y el de ciudadano. Para ser exitosos en ellos, deberán ejecutarlos con pasión, planificando cada evento y mucha dedicación.

Para el rol de padre, los psicólogos y pedagogos, determinaron que un buen padre debe ser ejemplo y guía para sus hijos.

En este sentido, deben enseñarles a programar sus actividades, agendas de estudio y de vida; igualmente, a preparar la tarea, a utilizar el diccionario, a organizar el espacio donde estudian y a administrar su tiempo.

La sugerencia es que un buen padre o madre, debe elogiar a su hijo con frecuencia, en base al esfuerzo y logros, por ellos obtenidos; lo que significa que deberán hacer seguimiento y registro de todas las actividades desarrolladas por los mismos.

A esta lista, se suma el enseñarles a expresar sus opiniones, así como a encontrar y mantener amistades, intereses, aficiones, sentimientos y deseos. Hay que entrenarlos igualmente para que realicen funciones domésticas, como tender la cama, limpiar el cuarto, ordenar su ropa, bañar y pasear al perro, entre otras.

Otra de las funciones importantes de los padres, es la de darles confianza y cariño a sus hijos y enseñarles modales y valores de vida. Para complementar esta responsabilidad, los padres deben compartir con los profesores y discutir el desempeño de sus hijos, para luego darles retroalimentación y partiendo de ella, ayudarlos a pensar por sí mismos, a desarrollar actitudes, cultivar hábitos, técnicas y muchas otras cosas que ni los propios padres saben.

Como pudieron leer, esta es una larga lista de actividades sensibles e inteligentes, muy difícil de administrar y casi imposible ejecutar, por parte de los ya muy agobiados padres.

Una función con la que también deben cumplir los atribulados progenitores, es la de trabajar. Ello significa, prestar un servicio a cambio de una remuneración o salario; esta se desarrolla para producir los bienes y servicios requeridos por la sociedad, a cambio de una remuneración, que servirá para cubrir necesidades básicas como alimentación, vivienda, salud, educación, transporte y diversión del núcleo familiar.

Sin embargo, hoy, debido a los elevados niveles de exigencia económica del hogar, se requiere el concurso de la pareja realizando actividades laborales, para poder mantener un aceptable nivel de vida; lo cual implica desatender parcialmente, otras importantes funciones como la educación de los niños.

Por su parte, todo trabajo exige la adopción y cumplimiento de importantes valores laborales. El empleado deberá ser puntual, estudioso, disciplinado, laborioso, eficiente, entre otros atributos, y ello ocasiona presiones emocionales extras.

El trabajo es una pesada exigencia social y física, que los ciudadanos se ven obligados a cumplir, además de los ya comprometedores requerimientos que ocasiona la paternidad y liderazgo familiar.

El tercer rol, con el cual los ciudadanos están obligados a cumplir, es con el de ser buen ciudadano. Al igual que el de padres, este no está descrito en manual alguno. La ley, sin embargo, podría ser una buena guía para el desempeño ideal.

Por ejemplo, en la misma se instruye al conductor sobre sus obligaciones y derechos, al momento de conducir. Esta regulada la conducta de los patronos, en su relación con los trabajadores, y también las de la contribuyentes con los impuestos a pagar. Estas y muchas otras normas quedaron establecidas en la forma de leyes, a todo lo largo de una vida republicana.

En cualquier caso, esta estricta normativa, también crea estrés en el ciudadano, el cual se suma al que ya experimenta el padre como tal y este, como trabajador.

Alguno de estos roles podrán ser modificados por efecto de cambios en las leyes y en la economía; el que no admite variación es el rol de padre. Este, bajo ningún pretexto, podrá ser alterado en forma alguna. Lo que sí necesitamos modificar drásticamente, es el rol de la escuela, su contenido programático y sus estructuras físicas.

La escuela debe convertirse en el centro de la “comunidad”, con grandes salones para el debate e intercambio de ideas. Allí deben concurrir padres y representantes, profesores, psicopedagogos y hasta políticos, con la intención de perfeccionar nuestro concepto de escuela y de sociedad, para convertirla, en una que se aboque a redimensionar sus funciones y reajuste sus actividades, adaptándonos a una realidad muy evidente.

La nueva escuela deberá funcionar en un horario de doce horas, es decir de 7 de la mañana a 7 de la noche y durante ese tiempo, los niños y jóvenes, además de castellano, matemáticas, computación y otras lenguas, deberán aprender VALORES. Esta debe ser la columna vertebral de toda enseñanza; luego podrá dedicarse también al deporte, pintura, música, etc.

Es en esa escuela donde debe aprender a visualizar su misión en la vida, analizar sus fortalezas y debilidades y a partir de este autoanálisis, determinar objetivos y metas.

Es allí donde debe entrenar para expresarse con gracia y certitud. El joven deberá ser llevado a visitar fábricas, talleres, oficinas y campos agrícolas, para ir determinando su inclinación y preferencia por el trabajo. La escuela, mientras forma, evalúa y va creando el perfil del joven, para ayudarlo a determinar su futuro.

Con esta nueva forma de enfocar la educación, los padres tendrán más tiempo para darle retroalimentación y mimar la parte afectiva del niño.

Eso sí sería adecuar y perfeccionar el rol de padres, sin discriminación y con una elevada cuota de igualdad. Y la escuela, por su parte, cumpliría con más precisión, su misión que es formar mejores seres humanos.

“Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”. Albert Einstein.

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