El Arte de Ser Familia: Vivir en pareja, un acto de amor esencial
La vida en pareja para muchos es una aspiración y una meta personal, para otros puede ser una negación total de su independencia.
Todo ello de acuerdo a los modelos que en nuestro proceso de vida hemos experimentado a través de nuestros padres y de su experiencia de ser pareja.
No existe un modelo estándar que nos regule y oriente a estar en pareja, cada pareja es un caso particular, y está influenciada por la sociedad en la que se desenvuelve y su cultura. Todo ello va conformando un marco de pensamientos y creencias que inducen el comportamiento ante el desempeño de ser pareja.
Algo que sí es cierto es que la vivencia de pareja está influenciada por la dinámica de vida previa a la que cada uno de los miembros de la misma ha estado sometido y a los vaivenes mismos de su cotidianidad.
Y en ella se reflejan como en un espejo los conflictos sin resolver de cada uno y las interferencias mismas de sus sistemas familiares de origen.
El amor es un ingrediente fundamental, pero el amor más allá de un sentimiento ciego y pasional; el amor como la aceptación plena del ser tal y como es, sin juicios, críticas y mas sin pretender cambiarlo para amoldarlo a nuestro sentir.
Es muy frecuente escuchar o expresar la frase “Mi pareja ideal es…” y la pareja ideal no es más que eso un ideal, un encantamiento, es la ceguera que no permite que veamos a la otra persona como es, sino que vemos en el todo aquello que necesitamos, que sentimos nos lleva a compensar un vacío o una necesidad que no ha sido cubierta en nuestro sistema familiar, o por nuestros padres.
Lo más sano es reconocer que el amor es espontáneo y no condicional, que aquel o aquella que llegue a nuestra vida es una persona común, a la que acepto y es tan imperfecto como yo.
Desde un amor real, una pareja real, a la que me uno tomándolo totalmente, aceptando y reconociendo mis propias necesidades sin hacerlo responsable de asumirlas donde quizás dentro de la relación algunas puedan ser compensadas y quizás otras no.
El amor es la semilla de la relación y la debemos cultivar, cuidar y nutrir de manera constante. El amor no es egoísta, es paciente, no es rival; cuando entramos en las rivalidades de poder y competencia en la pareja abonamos a la separación.
Querer cambiar a nuestra pareja es irrespetarle, es faltar a su amor; aquí radica una de las más significativas crisis por la que atraviesa una relación de pareja, la cual resulta de la dificultad de percibirlo genuinamente y, en consecuencia comprenderlo; generándose con ello interferencias en la comunicación y la intimidad, donde ambos se culpan y ninguno se responsabiliza de sus propios comportamientos.
Esto se debe a que ninguno da respuesta a las expectativas previas creando una retroalimentación negativa en el seno de la pareja y se transforma luego en una fuente significativa de conflictos.
Ante esta situación cada miembro de la pareja adopta defensas o barreras de protección que les impiden hacer frente a sus conflictos y detienen el proceso de desarrollo y evolución de la pareja.
Las reacciones de defensa que cada uno emplea pueden ser motivadas al mismo tiempo por las diferentes expectativas y necesidades, conscientes o inconscientes, de ambos individuos y que afloraron a la hora de elegir pareja.
Vivir en pareja es un acto de amor. Afecto que es importante atender y cultivar día a día. El amor real es el verdadero reto de las parejas de todos los tiempos. Amarse tal cual se es, sin mascaras ni artificios siendo auténticamente Tú, auténticamente YO, para construir un NOSOTROS auténtico, pleno y equilibrado.
Lcda. Irma Vecchionacce
Terapeuta Sistémico familiar
Coach Profesional
Especialista PNL
@irmavcoach
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