El Arte de Ser Familia: Uno y uno suman más que dos

Existen muchos mitos y creencias alrededor de la concepción de pareja, recuerdo con claridad que en mi familia mi abuela decía “la mujer hace al hombre” y “la mujer debe tener calma el hombre cambiara y se ajustara a lo que deseas”, poderosas creencias que definitivamente son el marco de una idea completamente distorsionada o mas bien limitante que por supuesto bloquea toda posibilidad de construir una relación saludable.

Este como muchos otros esquemas moldean la manera en que hombres y mujeres se unen al otro, siempre en pro de un modelo ideal. Según mi propio pensar y la experiencia vivida definitivamente no existe un modelo ideal cuando se busca construir o consolidar relaciones de pareja reales, y cada pareja en ese acoplamiento en y con el otro debe encontrar su propia fuente de relación.

Si bien es cierto he dicho que no hay un patrón del ideal de pareja, si existen algunas condiciones que pueden permitir sustentar la relación sobre una base más sólida y edificante.

Una relación en primer lugar debe fluir, unirse al otro no debe requerir de descargas de grandes sacrificios o experimentar el contrate de emociones avasallantes, por el contrario, una relación sana fluye con naturalidad y facilidad.

Cuando una relación surge desde la tensión, provoca desgate en las personas, hiere, desvitaliza, por ende, ya da luces de no ser una relación nutritiva.

Sin embargo, hay quienes a pesar de esta exposición alarmante se quedan en la red de esa relación bajo el esquema del intercambio desde el malestar y el maltrato, porque sencillamente, aunque son infelices le temen a la soledad, o simplemente concibe que así también se es pareja o que en algún momento la persona cambiara, o más osado aun que lo hará cambiar.

Una pareja se enmarca en el patrón de lo saludable cuando logran vislumbrarse como compañeros, el uno y el otro se sienten acompañados en un camino común, se sienten libre para compartir sus anhelos y deseos, intereses, pasiones, y por qué no, sus diferencias y a pesar de ello, son comprendidos sin juicios.

Ambos viven la experiencia de acompañarse en los distintos asuntos de la vida, miran en una misma dirección, al mismo tiempo que se permiten mirar lo que es importante para uno u otro. Cada uno abriga en su ser el deseo espontáneo de que el otro este bien, a pesar de los miedos o carencias.

Internalizan que construir una relación se trata de encontrar la propia felicidad con la plenitud del otro. Sin duda alguna la fe y la confianza en el otro también son ingredientes fundamentales en la amalgama de una relación de pareja saludable.

Ser pareja inequívocamente invita a desarrollar la generosidad, la consideración autentica del otro, contribuir a su bienestar como retribución del bienestar propio, sosteniendo que ser pareja es cuando uno y uno suman mas que dos, y no menos que dos.

Lcda. Irma Vecchionacce
Psicóloga
Terapeuta Sistémico familiar
Coach Profesional
Especialista PNL
@irma.vecchionacce

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