El arte de ser familia: Un combustible llamado energía
Una de las grandes realidades humanas de la cual debemos apropiarnos sin ninguna duda o negación es el reconocer que somos seres emocionales y que gran parte de nuestras acciones están matizadas e impregnadas por el barniz de alguna emoción sea rabia, tristeza, miedo, desagrado o alegría. Nuestro día a día es un balancín de emociones que muchas veces experimentamos sin ni siquiera caer en cuenta cual emoción se presenta, que la hace manifestarse y mucho menos como gestionarla. Cada emoción que experimentamos genera una estimulación a nivel cerebral, y lo que allí se estimula va a impactar en nuestro cuerpo y accionar. Es importante tener presente que el cerebro no tiene un solo centro emocional, sino que las distintas emociones involucran estructuras diferentes según las cuales se darán las respuestas, sensaciones, acciones o reacciones.
Cada emoción tiene en sí misma una importancia, un para qué, una función, que cuando desarrollamos inteligencia emocional fácilmente la podemos decodificar. Por ello, hoy quiero referirme a la alegría, la tan anhelada por muchos y tan poco experimentada por otros bien sea porque no se permiten experimentarla o sencillamente porque piensan que sentirla depende del exterior y es responsabilidad de otros hacer que la sintamos. Nada más alejado de la realidad, toda persona tiene la capacidad de elegir que ser, hacer y sentir ante una situación; todo aquello que pensemos o creamos de ella por supuesto hará eco en ese sentir, por lo que el estado de bienestar es una responsabilidad personal.
Los pensamientos son una fuente de surtido de combustible, sean positivos o negativos tienen la misma función activar. De la calidad de los pensamientos dependerá la calidad de lo que sentimos. Podemos elegir el octanaje adecuado a surtir, pensamientos positivos para potenciar la experiencia y estar en bienestar; o, pensamientos con un octanaje que reste fuerza y disponernos a responder ante el mundo con resistencias y quejas, lo que futuro traerá consecuencias negativas al funcionamiento del vehículo humano.
La alegría es una emoción de alto octanaje que inyecta optimismo, vitalidad, buen humor, creatividad, entre otras bondades, lo cierto es que tiene un gran impacto en nuestro organismo y en la manera en que nos conectamos con nuestro entorno. Si bien es cierto que las emociones son reacciones que se manifiestan ante un estímulo, que puede ser externo o interno; en lo personal, considero que el interno es el más impresionante, el de más responsabilidad, donde requerimos desarrollar el potencial de convertirlo en un combustible para nuestra vida, es decir, somos los responsables de sentir alegría. La alegría se experimenta de muchas maneras y sea cual sea la forma, generan reacciones a nivel cerebral activando dos tipos de neurotransmisores dopamina y serotonina, ambos están asociados con la felicidad. De allí el afirmar que la alegría es un combustible que dinamiza al cuerpo, como tal también provoca diversas reacciones físicas como sudoración, sonrojado de la piel, aceleración cardiaca, etc.
Cuando proyectamos pensamientos positivos los efectos son beneficiosos ya que el cerebro recoge la información y al decodificarlo como alegría, activa los neurotransmisores de la misma manera que cuando te dan un regalo deseado o recibes una buena noticia. El simple acto de sonreír puede engañar al cerebro y mejora el estado de ánimo. Sonreír o reír son maneras de transmitir alegría, que aportan grandes beneficios: reduce el estrés, relaja el cuerpo, mejora el sistema inmunológico y circulatorio, aumenta la longevidad, sirve de analgésico, estimula la creatividad, promueve un estilo de vida saludable, promueve bienestar mental.
Pequeñas acciones pueden provocar alegría y conducirte al bienestar, a la calma y la paz; por ejemplo, abrazar a tus hijos, a tú pareja, cantar, bailar, recordar esas vacaciones que te hicieron feliz, esos momentos inolvidables de tu vida, en fin, hay muchos, depende ti. Sentir alegría no es negar la realidad es sencillamente permitirse validar lo que sucede y decidir si dejarse llevar por las circunstancia o manejar las circunstancias. La alegría es clave para el éxito, es un combustible que te permite estar siempre en disposición de crear y actuar. De la calidad de tus pensamientos dependerá la calidad de tus emociones, de tus acciones, tú eliges, que pensar y sentir.
Lcda. Irma Vecchionacce
Terapeuta Sistémico familiar
Coach Profesional
Especialista PNL
@irmavcoach
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