El Arte de Ser Familia: Un amor no contaminado
En el ciclo vital de vida de la familia para llegar a la consolidación de una pareja se debe transitar por la primera etapa, el noviazgo, etapa que además reviste más importancia de la que por lo general se le reconoce, es en ella donde tanto el hombre como la mujer deben mostrarse tal cual son sin máscaras, sin embargo, siempre ocurre lo contrario hay mayor afán y dedicación por fabricarse una imagen para conquistar y cautivar, que tan solo sirve para ocultar muchas veces lo que en realidad somos y negamos reconocer o no estamos conscientes que somos e incluso puede llegarse a anularse a sí mismo para ser lo que el otro espera.
Aunque no podemos decir sea una regla general determinante, ocurre y con mucha frecuencia, por ello cuando la relación avanza y llega a consolidarse como pareja ocurren los desencantos ante lo que se construyó y lo que es el ser en realidad.
Todo esto ocurre porque somos invadidos por el miedo, emoción que se manifiesta bien sea porque tememos al rechazo, a no ser reconocidos por nuestro valor, a la necesidad de buscar una pareja que nos complete el ser, convirtiéndose todos estos factores en contaminantes de la relación que impiden la sostenibilidad futura de una relación sana, de un buen amor.
En este sentido es importante tener presente que siempre que se da inicio a una relación, no hay un elemento más nutritivo y real y que constituye la base de una relación sólida, estable, responsable y sostenible que la HONESTIDAD.
Una relación que sienta sus bases en la honestidad predice la consolidación de un ecosistema emocional que tendrá como abono la confianza y afianzara las raíces para lograr una relación de pareja emocionalmente ecológica.
De esta manera se requiere que cada uno se haga cargo de sí mismo, de profundizar en su autoconocimiento y autocontrol, de ser capaz de generar además de confianza, compromiso, recursos para ser complementarios con la pareja y comunicación; de esta manera cada uno ocupara su lugar, los roles estarán claros y podrán amarse sin castigos, donde el amor sea un fin en sí mismo y no un amor con miras a un fin.
Es posible construir una relación donde no existan suposiciones de cómo debe ser y hacer las cosas el otro, donde cada uno se haga responsable del sostenimiento emocional de la relación, cuidando las rutinas, respetando al otro tanto, como así mismo.
Donde cada uno se haga responsable de sus conductas y consecuencias, siendo consciente de sus propias capacidades, sin esclavizar al otro, donde cada uno tenga sus propias elecciones.
La mejor relación de pareja nace de los primeros contactos, nace de una elección de crecimiento personal y emocional individual y en pareja, del mostrase tal cual se es.
Su éxito depende más que de un contrato matrimonial de la capacidad de mejora personal, generosidad y conductas amorosas de las personas que la forman y de la honestidad.
La honestidad es un valor de prevención del caos y la confusión. Pero lo más importante de todo esto es que puedan comprender que ser honestos con otros, parte de ser honesto consigo mismo; que para ser capaces de confiar en el otro primero es importante confiar en nosotros mismos.
Una relación con fundamentos en la honestidad permite relacionarnos en libertad, con compromiso y lealtad. Si bien es cierto no hay fórmulas para la construcción de pareja, es vital que cada pareja cree su propio contexto para crecer juntos, preserve el diálogo y la negociación constante para mantener activa y viva la relación.
Lcda. Irma Vecchionacce
Psicóloga
Terapeuta Sistémico familiar
Coach Profesional
Especialista PNL
@irma.vecchionacce
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