Opinión

El Arte de Ser Familia: Privacidad e intimidad

Y sin darnos cuenta podemos estar manifestando en conductas y comportamiento la irritabilidad y el estrés que genera esa sensación de pérdida de la privacidad, simplemente porque el cuerpo se pone en alerta, se activa y busca de alguna manera preservar ese espacio de encuentro privado consigo mismo.
irma
jueves, 10 noviembre 2022

Privacidad e intimidad dos espacios de relación que son importante sostener con nosotros mismos y con la pareja y ambos representan la conexión con nosotros mismos y con el otro de manera distinta.

Por lo general al casarnos o unirnos a una pareja damos por sentado que ya no tenemos derecho a la privacidad y representa un privilegio poder seguir disfrutándola; y la intimidad por su parte se convierte en una necesidad y un derecho de la convivencia mutua.

Lo cierto es que la privacidad se pierde al convivir de muchas maneras, en el hogar, en el trabajo, en el supermercado, en espacios públicos de cualquier índole y, muchas veces no podemos ni siquiera evitarlo, y esto es un completo error.

En nuestros contextos más íntimos esto puede ocurrir y se piensa que por ser familia, por ser pareja en ese contexto ya quedó diluida la privacidad y evidenciamos de manera progresiva y hasta rutinaria como somos invadidos sin nuestro consentimiento.

Con frecuencia se va normalizando la invasión de los espacios personales, lo cual no es una condición saludable porque al hacerse costumbre es porque nos hemos contaminado tanto que perdemos nuestra singularidad, nuestra individualidad y se torna difusa la esfera privada.

Y sin darnos cuenta podemos estar manifestando en conductas y comportamiento la irritabilidad y el estrés que genera esa sensación de pérdida de la privacidad, simplemente porque el cuerpo se pone en alerta, se activa y busca de alguna manera preservar ese espacio de encuentro privado consigo mismo.

Del mismo modo ocurre en las relaciones de pareja, cuando se manifiesta la perdida de la privacidad con uno mismo, se genera asfixia en la relación; o como cuando se pierde el espacio de privacidad de la pareja (los dos) para disfrutar o compartir en la que sean solo los dos.

Por ello es esencial que dentro de una relación de pareja se respeten los espacios personales y comunes. Este no es un tema de conversación en la pareja, invito a que a partir de hoy a que lo pongas en punto de cuenta, evaluando cuanta armonía traería a su vida personal y conyugal preservar la esfera privada y que puedan llegar a acuerdos respetuosos en ese espacio de convivencia.

Desde esa sana negociación con la pareja se podrá recuperar un espacio significativamente relevante de la vida personal, como es, la intimidad. En la intimidad nos encontramos primero con nosotros mismos y, solo así, podremos encontrarnos con la pareja de manera equilibrada y saludable, sin mascaras.

La intimidad es una necesidad básica de cualquier ser humano, y pese a ello al unirnos al otro nos dejamos arrastrar por creencias desadaptativas que diluyen nuestro Yo personal, y nos dejamos llevar por el otro porque me completa, porque somos uno solo.

Vivir en pareja no significa abandonarnos como personas, porque una relación de pareja es una relación de amor y por tanto es una relación de intimidad, que debe llevar a construir un contexto protector, acogedor, sin violencia; donde ambos pueden ser tal cual, sin necesidad de enmascarse para protegerse o disfrazarse porque se desea o necesita ser aceptado por el otro; cuando esto es así, no estas san@.

La intimidad personal y la intimidad de la pareja se construyen, se esculpe con materiales de primera calidad como el respeto, la confianza y la generosidad. El respeto conduce a ser sensible, delicado y tierno con el otro, haciendo valer su propia esencia, sus espacios de soledad, su espacio físico, sus objetos y sus relaciones, sabiendo que él o ella tienen el derecho de intimar y compartir con otras personas. La confianza en sí mismo y en la pareja es la base de la intimidad.

¿Cómo podemos recuperar ese valiosísimo espacio de intimidad? Sencillamente siendo honestos y compartiendo lo que somos y sentimos desde nuestras frustraciones; defendiendo la integridad, alimentando la autoestima, gestionando relaciones saludables a nuestro alrededor con paciencia sabiendo que este es un trabajo de día a día durante toda la vida, asumiendo la decisión de convertirse en un adulto responsable.

Privacidad e intimidad son derechos ineludibles que sustentan una gran necesidad humana y, cuando no es atendida desemboca en un gran caos emocional que arrastra con la seguridad, la templanza, la estabilidad, la generosidad, en definitiva soslaya nuestra Libertad.

Básicamente porque desde esa gran necesidad de sentirse vinculado, amado y atendido donamos nuestra intimidad y privacidad. Para vivir y con-vivir en pareja requerimos de un aprendizaje máximo de gestión emocional que nos impulse a crecer, a aprender a respetar y a preservar esos espacios de intimidad y así, disfrutar de la oportunidad de construir un amor desde la libertad y no desde la opresión.

Lcda. Irma Vecchionacce
Psicóloga
Terapeuta Sistémico familiar
Coach Profesional
@irma.vecchionacce

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