Opinión

El Arte de Ser Familia: Los hijos, sus emociones y la separación de sus padres

Lo primero a lo que se enfrentan es al sentimiento de angustia, generada por la posibilidad de perder su estabilidad, su seguridad, se siente lleno de temores, ante el desconocimiento de cómo serán satisfechas sus necesidades no solo materiales sino también emocionales.
jueves, 09 septiembre 2021

En ediciones anteriores hemos ido abordado el tema de los hijos y la separación de sus padres. Hoy transitaremos más en detalle en el conocimiento del carrusel emocional por el cual atraviesan los hijos ante este proceso de cambio en sus vidas que trae consigo dolor.

Lo primero a comprender es que esta situación de ruptura de la relación de pareja, de alteración del ritmo de la unidad familiar da apertura a un proceso de duelo que vivirá tanto la pareja como los hijos, sin embargo, cada uno con un contenido y matices diferentes.

Un hijo ante la separación de sus padres se enfrenta a un carrusel de emociones que describen las distintas etapas de su duelo.

Lo primero a lo que se enfrentan es al sentimiento de angustia, generada por la posibilidad de perder su estabilidad, su seguridad, se siente lleno de temores, ante el desconocimiento de cómo serán satisfechas sus necesidades no solo materiales sino también emocionales.

Presiente que todo será diferente y no sabe si ese cambio será positivo para él, aunque papá y mamá se lo afirmen. Ante esa misma angustia aflora el miedo a perder a sus padres, a que ese cambio lo distancie de ellos, lo que les genera un dolor muy profundo.

Ante esa misma angustia puede negarse a si mismo lo que esta ocurriendo y fantasear con que es solo una situación temporal y, que pronto sus padres volverán a estar juntos como antes.

Esa negación lo empujará a creer que el puede hacer algo para unir a sus padres nuevamente y hará lo que con sus escasos recursos pueda para lograrlo, como por ejemplo enfermarse, ser más disciplinado, sacar buenas notas o todo lo contrario ser rebelde, bajar su rendimiento, entre otras, todo porque asume que él es quien debe reparar la relación de sus padres.

Otra de sus acciones es insistirles en que estén juntos, provocar encuentros entre ellos, hacer que se den un beso o se manifiesten cariño u otras acciones recurrentes para que este juntos otra vez. A un hijo pude tomarle mucho tiempo comprender que él no es el responsable que sus padres estén juntos o no, lo que hará que aflore la tristeza ante los cambios que vive y le arrope una sensación de desamparo interior.

Otra de las emociones manifiestas en los hijos ante la separación de sus padres es la rabia, la cual nace de su interpretación de la situación y en la cual se siente agredido por sus padres, por no pensar en él, siente rabia por lo que pierde, por tener incertidumbre ante como serán las cosas en adelante, por tener que ser el quien se ajuste a dos nuevas realidades.

O también puede experimentar rabia hacia sus padres quienes considera lo están desprotegiendo, rabia porque siente que no hicieron lo suficiente para evitarlo, porque no repararon a tiempo sus faltas, rabia por los eventos que el tiene consciente condujeron a la separación, por no poder seguir disfrutando el vivir con ellos bajo el mismo techo.

Siente rabia hacia aquellas personas que considera influyeron en la separación de sus padres. Al mismo tiempo puede llegar a sentir rabia hacia sí mismo por no haber hecho algo para mantener unido a sus padres, rabia porque se siente culpable de la ruptura sea por su comportamiento o por creer que no es el hijo que ellos deseaban.

De igual manera en los hijos pueden registrarse sentimientos de vergüenza, descrédito, desvalorización de sí mismos por sentir que serán señalados o rechazados por los demás o sencillamente sentirse menos porque sus padres ya no viven juntos. O bien, pueden sentir envidia y/o celos hacia los amigos cuyos padres viven juntos.

Ante este panorama lo valioso es tener presente que cada niño de acuerdo a su edad y etapa evolutiva vive y experimenta un carrusel emocional que de acuerdo a su personalidad hará que una u otra emoción este más o menos expuesta y se instale o erradique en mayor o menor tiempo.

En los niños la emoción más frecuente es la angustia, la tristeza y el miedo, para los adolescentes la rabia y la tristeza.

Niños y adolescentes vivirán intensamente los cambios emocionales con variaciones según la interpretación de la realidad que está viviendo, es allí donde se requiere de la presencia en esencia de los padres para acompañarle de la manera más comprensiva y respetuosa hacia su sentir y de esta manera contribuir a garantizarles seguridad y confianza, protección y defensa.

Lcda. Irma Vecchionacce
Psicóloga
Terapeuta Sistémico familiar
Coach Profesional
Especialista PNL
@irma.vecchionacce

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