El Arte de Ser Familia: La soledad en la infancia y adolescencia
Por naturaleza humana tenemos una fuerte necesidad de vinculación, conexión y pertenencia. El establecimiento y mantenimiento del vínculo con personas significativas y la consolidación de relaciones sociales alternativas contribuyen al buen desarrollo de la estructura cognitiva y afectiva tanto en niños como en adolescentes, por lo cual se hace esencial que en la dinámica de vida familiar se gestione el contacto, el compartir, la convivencia e intercambio de experiencias del niño y del adolescente con sus familiares y amigos.
La falta del establecimiento de esas relaciones significativas de calidad y en la cantidad necesaria puede provocar en ellos sentimientos de minusvalía y vacío, tristeza, malestar, aburrimiento, vivencias de aislamiento y distanciamiento además de ansiedad y angustia, y su capacidad para experimentar emociones positivas se ve reducida.
Un niño o adolescente desde esta realidad se siente excluido, sentimiento que puede ser muy perjudicial para el desarrollo de su autoestima e identidad.
Cabe comprender que sentirse solo no significa necesariamente estar solo, ni estar solo significa necesariamente sentirse solo. Todo ello si consideramos que la soledad es una vivencia subjetiva que traduce la sensación de falta de conexión con los demás.
Además de la presencia física es necesaria la conexión con el otro para no sentirse solo. Esto es muy importante como padres poderlo comprender.
La soledad es un sentimiento que puede aparecer de forma normal a lo largo de varias etapas de nuestra vida, sin embargo, en la niñez y la adolescencia cuando esta sensación se mantiene de forma sostenida su impacto es negativo, ya que afecta su proceso de desarrollo de identidad y autoestima, aunado a las consecuencias negativas que tiene sobre su bienestar y salud física y mental, que serán el soporte en las etapas subsiguientes de su vida.
Entre estas consecuencias están: La ansiedad, la depresión, el aumento del riesgo de suicidio, la mala calidad del sueño, trastornos alimentarios y la salud general, así como cambios fisiológicos.
De la misma manera la soledad en niños y adolescentes puede tener efectos a largo plazo, impidiéndoles desarrollar sus habilidades sociales, ya que tienden a sentirse incomprendidos, rechazados y pueden llegar a concebir la idea de que a otros les molesta su forma de ser, y por eso se han quedado solos.
¿Entonces cómo hacer para que nuestros niños y adolescentes no se sientan solos?
1.- Escúchalos y observa sus comportamientos, busca comprender por qué y para qué hacen lo que hacen y qué necesidades afectivas tienen y no están siendo cubiertas.
2.- No los juzgues, bríndales apoyo y busca junto a ellos algunas soluciones que atiendan sus necesidades y toma muy en cuenta sus opiniones.
3.- Apoyándoles en sus hobbies e indúcelo a practicar algunas actividades que le gusten, ya sean deportivas, intelectuales o lúdicas.
4.- Refuerza las áreas de habilidad y conocimiento en las que destaquen y permítele que las desarrolle aún más.
5.- Invierte de tu tiempo en compartir con ellos, de disfrutar experiencias en común que se salgan de la rutina de vida cotidiana.
6.- Revisa la dinámica familiar cotidiana y evalúa donde se pueden hacer los ajustes para que haya menos sensación de vacío y abandono en los hijos.
Lo más importante dentro de todo este contexto es procurar establecer relaciones familiares de calidad donde se fortalezca la comunicación y vinculación parento-filial, que sin lugar a dudas tiene un papel fundamental en la protección del hijo ante sentimientos de soledad y claramente puede minimizar el impacto de otros factores que pueden precipitar sentimientos de soledad.
Lcda. Irma Vecchionacce
Psicóloga
Terapeuta Sistémico familiar
Coach Profesional
@irma.vecchionacce
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