El arte de ser familia: Desafíos de la familia

En la actualidad la familia esta ante grandes desafíos, por ello cada vez es más necesario generar espacios de reflexión y crecimiento donde se tiendan puentes que permitan transitar hacia nuevos caminos de transformación de la gran familia venezolana. La familia como núcleo es vista como una institución, cuyos principios y fundamentos se sustentan en el amor. Sin embargo, el amor no es lo único que sostiene a la familia. Como institución preserva una estructura que ciertamente es relevante preservar, pero no asegura los sentimientos. Estamos ante una realidad en la que vemos varias familias conviviendo bajo el mismo techo donde es vitalísimos brindarse apoyo y contención. Para ello, es necesario forjar núcleos de convivencia que no solo se basen en los afectos, sino que también existan vínculos de solidaridad y respeto que apañe la necesidad de cobijo y cohabitación. La realidad ha obligado a la movilización familiar, a partir de lo cual es esencial permitirse nuevas formas de organización familiar y sea cual sea el contexto, implica una maestría de crecimiento personal y sea cual sea la dinámica siempre y cuando sea honesto el sentimiento de reunión y las pautas de convivencia estén claras estará servida la oportunidad para vivir mejor y con mayor equilibrio. Puesto que en definitiva lo importante, es el contenido de la familia más que su forma o modelo.

Es innegable que la familia es la mejor forma de organización social, pero aun así sufre grandes déficits. Es así como urge ser conscientes de lo necesario que es humanizar y flexibilizar esta institución, para que en lugar de ser una prisión en la que a veces se convierte, sea un espacio de vida emocional estable, equilibrada, saludable donde cada miembro pueda crecer, vivir y convivir en armonía y con amor. Solo de esta manera damos sobrevivencia a la familia, es este uno de los más grandes desafíos.

Te has preguntado ¿en qué punto estás ahora como familia? ¿Qué vives y cómo vives en familia? ¿Cuál es tú mejor opción, cerrarte para sentirte protegido? Ciertamente la realidad nos expone a peligros; el riesgo es parte de la cotidianidad, y todo nos lleva a mantenernos encerrados, no solo en casa, sino en función de la conexión con la realidad y con otros, bloqueamos nuestras relaciones familiares y de pareja, muchas veces. Tanto que se ha llegado al extremo de cerrarnos a la convivencia sin valorar que el cierre de un sistema nos condena al fracaso, al colapso y nos impide la negociación con el mundo. Pero lo más grave es que al cerrarnos nos aislamos en el contacto con los demás. De allí, emerge otro desafío que es educarnos hoy más que nunca para ser personas solidarias, generosas, responsables, respetuosas y pacíficas, en el entendido que ser así no se improvisa se educa. Tenemos que abrirnos a las demás personas y al mundo, claro está, esto acarrea un riesgo pero no hacerlo es una condena. El riesgo al hacerlo es parte de la aventura de vivir e implica cultivar y recuperar los valores que permitan una vida más humana, educar las emociones, los valores y el pensamiento crítico además de la educación formal, que tanto es foco de nuestra atención y preocupación. He allí un nuevo desafío de la vida familiar, imaginar nuevas y mejores modalidades de convivencia. Donde cada uno de los seres que integran la familia pueda tomar lo mejor de lo que hay en existencia e incorporar lo que la realidad nos demanda: respeto, unión, honestidad, solidaridad, manejo de las diferencias, humildad, espacios para compartir, integración, entre otras.
Es el momento para permitimos educar desde que además de pertenecer a una familia nuclear, también formamos parte de una gran familia extensa que es, la sociedad. Donde no somos ajenos entre nosotros a pesar de las diferencias. Comprendiendo e internalizando que lo que hago a otro, impacta por igual en mí y en la humanidad.

El paso al cambio y a la trascendencia es comenzar desde ya aprendiendo a vivir con nosotros mismos para poder vivir con los demás. Para convertirnos en seres conscientes emocionalmente donde cada uno se haga responsable de lo que siente y comprende que quienes les rodean y conviven con él/ella son también seres de emoción. Todo parte de nosotros mismos. Y solo cuando nos aceptamos tal y como somos podemos cambiar. Porque el único lugar donde siempre es posible mejorar es en nosotros mismos. Solo quien es capaz de estar consigo mismo podrá convivir en armonía, quien es capaz de escucharse a sí mismo, podrá escuchar a los demás. Quien valora sus sombras y luces podrá captar la esencia de lo que le rodea sin juicios. No olvidemos que lo que somos, eso es el mundo. Todo es uno, Intersomos.

El desafío final es ser perseverantes. Es un error pretender que nuestra familia sea distinta, solvente sus valores, tenga estilos emocionales y habilidades de contacto y relación distintos si no somos parte de esa distinción como entidades humanas, por ello, debemos crear puentes de dialogo que solo se logran a través de la comunicación. Mi comunicación conmigo, mi comunicación contigo, apalancamiento de amor para el crecimiento personal y familiar.

Se habla mucho de calidad de vida, pero muy pocas veces hablamos de calidad de sentimientos y calidad de conciencia. Quizás por eso hemos logrados unos niveles muy bajos de felicidad en la convivencia. Es nuestra responsabilidad desafiarnos a cuidar de nuestra calidad de conciencia para poder obtener calidad de vida. Esto significa derribar los obstáculos que nos impiden expresar nuestras opiniones, emociones, sentimientos, pensamientos, sueños e ideales. Se trata además de evitar todo lo que sea destructivo y favorecer las situaciones y las relaciones que contribuyen a mejorarnos como personas.

@irmavcoach

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