Opinión

Educar ¿cómo y para qué?

El propósito de la educación es aprender a aprender, experimentando, siendo, conviviendo y creando; educar para crear un mundo más desarrollado tecnológica y humanamente
jueves, 26 enero 2023

Antes de iniciar la propuesta de estructura educativa, objeto de este artículo, debemos señalar conductas, que en materia de educación, deben ser corregidas.

En el país, hay muy pocos “centros de atención al infante”, que deben ser aquellos donde acogen al bebé a partir de un (1) año de edad, para su cuido diario integral; esto es, prestarle atención emocional y física, personalizada y profesional, mientras su madre trabaja.

Para los efectos de este articulo, llamaremos a esta institución, “Casa Hogar”, ello, para diferenciarla de la “Casa Cuna”, destinada a huérfanos.

Por otro lado, hay en Venezuela, muchos Kínder Garden o Jardines de Infancia, sin embargo, el déficit de estas instituciones sería muy grande, si se hiciese obligatorio, para todos los niños, asistir a ellos.

También debe notarse la variable y desigual estructura y conducción de la mayoría de estos Kinders, operando en edificaciones anómalas y conducidos por personas “no profesionales”; esto puede ser muy dañino para la formación del niño.

En cuanto a la primaria, el diagnóstico es grave: Casi la totalidad de los jóvenes que asisten a ella, en planteles públicos, apenas reciben de tres (3) a cuatro (4) horas de clase diarias y solo durante unos pocos meses del año; es decir, que al período de estudios de un (1) año, se restará el tiempo de vacaciones de julio, agosto y septiembre, denominado en otras latitudes, “vacación de Verano”; las vacaciones de Navidad (otro mes), las de Carnaval, Semana Santa, y días tales como el del trabajador y el del maestro, además de los establecidos por la vigente Ley del Trabajo, sin contar los “feriados” adicionales que particularmente se le antoje al gremio o a cualquier autoridad local.

Esta constante “desconexión” del alumno con su proceso formativo, muestra una ineficiencia del 73 % en materia de formación.

Es decir, que debiendo ser el año escolar de unas 1.760 horas aproximadamente, la realidad es que solo se imparten clases durante unas 500 horas, como promedio; esto nos deja con una vergonzosa eficiencia educativa, de apenas un 27 % del total del tiempo disponible por período.

Aquí solo estamos refiriéndonos al aspecto “cuantitativo” de la educación, y se obvia el muy cuestionado carácter cualitativo de la misma, cuya responsabilidad no es del maestro, sino, de un sistema manoseado por la falta de brújula, la improvisación y la ideologización política.

Terminada la primaria, el joven se ve forzado a continuar estudios en un, hoy desvirtuado y maltrecho Inces, sin propósito y desmantelado, para convertirse en un artesano con limitadas posibilidades de ulterior desarrollo académico, por la desvinculación de esa institución con el “sistema”.

La alternativa, cual tobogán, es ingresar a bachillerato. Estos estudios de secundaria, en nuestra Venezuela, solo pueden ser cursados por quienes posean recursos para ello, lo cual es una limitante para un elevado porcentaje de jóvenes y para la democrática culturización del país.

Los estudios de secundaria, en los últimos años, además, atraviesan también por una etapa de severa crisis: Hay materias que no se imparten, simplemente porque “no hay” profesor para dictarla, bien sea porque “emigró” y no hay suplente, o porque, el mismo está “enfermo” o de “permiso”.

En realidad, son los miserables salarios, la razón por la cual faltan profesores y maestros a sus cátedras. Vergonzosos sueldos que no permiten una alimentación adecuada, vestirse debidamente y en muchos casos, ni siquiera poder costear el transporte público.

Las universidades públicas, aunque con algunas diferencias, todas presentan carencias similares: Hay muy pocos profesores formados idóneamente, porque los que habían, se fueron al exterior y los que quedan, ya de avanzada edad, son escasos; el presupuesto de dicha institución es paupérrimo, al extremo de ni siquiera cubrir los gastos mínimos de mantenimiento; por otro lado, existe un clima general de desmoralización que afecta severamente los valores institucionales e individuales de estudiantes y cuerpo académico por igual.

Las pocas universidades privadas que aún persisten, luchan a brazo partido para no cerrar, debido al muy reducido poder adquisitivo de los escasos estudiantes que a ellas asisten.

En esencia, Venezuela pasó de ser un país con un estándar educativo “sobre promedio”, a uno totalmente fallido, de pocos méritos, consecuencia de la desinversión, la politización, la pereza y esa peculiar incapacidad del Gran Desgobierno.

La gran tragedia educativa se puede resumir aseverando que estamos formando una sociedad de subcapacitados, por sus deficiencias en materia de conocimientos y valores; estamos llevando a nuestra nación por la senda de la pobreza y del subdesarrollo creciente.

Estamos configurando un país muy pobre, donde la libertad es una quimera, la justicia, un deseo fallido y la democracia, una ilusión.

Atrás quedaron, por ahora, los sueños de convertir a Venezuela en la Suiza de América.

Sin embargo, hay voluntades fuertes que siguen empeñadas en refundar nuestro país, desarrollando el talento humano, reorganizando sus derruidas instituciones y administrando con probidad, sus múltiples riquezas.

Hubo quienes creímos, y muchos aún lo hacemos, que para este renacimiento nacional, se debe elaborar un plan de largo plazo, en el cual, la educación tendrá preeminencia.

Un plan integral, inclusivo, igualitario, justo y libre; un sistema educativo más uniforme, más integrado, más racional y más humano, que se iniciaría con la “Casas hogar”, integrada a la escuela.

Una que atendería a los infantes a partir de un (1) año de edad, para que las madres puedan trabajar.

Seguidamente, vendría el Kinder, para niños de hasta 5 años de edad, también adscrito a la escuela; y luego, los seis (6) años de primaria.

Este sería un periodo, donde se enseñaría, fundamentalmente, la lengua castellana y uno o dos idiomas adicionales, matemática básica, computación, mucha lectura y artes (música, teatro, literatura, pintura, etc..); también, educación física (deportes).

Seguidamente, el joven ingresaría a una institución de segundo nivel, o “bachillerato”, cuya etimología en castellano, es la de “laureado o graduado”, término que en inglés, se utiliza o aplica para quienes culminan estudios de pregrado en la universidad (Bachelor), como ingeniería, sociología, física, química…Durante ese período de cinco años de educación en su segunda etapa o nivel, el joven además de lectura profusa, también verá computación, lenguas, matemáticas y trabajará en laboratorios, con simuladores y en talleres para “aprender haciendo”; practicará deportes, y algún arte como música, pintura, escultura, teatro, etc…

Durante sus años de primaria y secundaria, el menor ingresaría a la institución a las 7:00 a.m., y egresaría a las 6:00 p.m. Durante la jornada, será acreedor de tres (3) comidas balanceadas, recibiría clases presenciales, estudiaría, participaría en mesas de diálogos, laboraría en talleres y laboratorios con simuladores varios, para “aprender haciendo”, asistiría a charlas y conferencias varias, practicaría deportes y dedicaría tiempo para cultivar, no solo las ciencias de su preferencia, sino también, alguna de las artes que más le guste.

Igualmente, será expuesto a vivencias periódicas en fábricas, hospitales y centros de actividades productivas en general y recreativas como orfeones, museos, parques, excursiones, etc…

Terminada esta segunda etapa, el joven ya estará mejor preparado para seguir a conciencia, por un período de cuatro años más, una profesión o carrera; esta nueva etapa o período, deberá incluir, como mínimo, un treinta por ciento (30 %) del tiempo académico, trabajando en la industria, hospital u otra institución afín a la carrera, oficio o profesión que eventualmente desempeñe.

Después de graduado, podrá, como profesional, incursionar en el mercado de trabajo y desde allí, dependiendo de las oportunidades y necesidades de la industria o comercio y/o de sus preferencias, podrá continuar con especializaciones en la forma de cursos, maestrías o PhD’s.

Toda esta cadena de enseñanzas, sin embargo, deberán ir engranadas y/o integradas, para formar y radicar un vasto cúmulo de conocimientos y experiencias, concatenadas todas, para crear una sólida cultura o universo de conocimientos que nos catapulte al primer mundo.

El desarrollo no se logrará sólo con riquezas naturales, sino con estudio, investigación, trabajo y más trabajo.

Las riquezas naturales o materias primas producidas para el mundo desarrollado, solo nos esclaviza, nos mantiene ignorantes y siempre dependientes.

En todos los casos, los Centros de Formación Integrados (CEFI), desde la incipiente “Casa Hogar”, hasta la Universidad, estarían constituidos por villas educativas integrales (complejos o Campus), donde encontraremos aulas, salas de conferencias, auditorio para la disertación, la música y el teatro; laboratorios, talleres, bibliotecas, salas Web, campos deportivos, ateliers para pintura, etc…

Muchos anhelamos educar a nuestros hijos, menores y adultos, con maestros, profesores, guías, psicopedagogos, ductores, todos en un estado de formación y perfeccionamiento continuo, permanente, como única fórmula de éxito.

En estos centros, también se prestaría asistencia, médica y odontológica, al niño y adolescente; y sicológica, al estudiante y a sus representantes, si fuere necesario. Éstas serían, igualmente, instituciones dotadas de cocinas y comedores, para alumnos y personal docente, trabajadores y administrativos.

Los padres y representantes, también deberán asistir a charlas periódicas sobre formación complementaria en el hogar, más dirigida a reforzar los fundamentales principios morales y valores éticos y a la convivencia social.

La idea debe ser formar una comunidad de alumnos, padres, vecinos y maestros, motivados e integrados por una cultura homogénea, para el bien común del ciudadano, de la ciudad y del país.

La financiación de este modelo de educación integral, sería efectuada por los padres, donaciones y por el Estado. Los fondos serían administrados por Juntas de Administración, constituidas por maestros y representantes, elegidos periódicamente, por la comunidad respectiva (maestros, padres y personal de empleados y administrativo).

Si deseamos impulsar los cambios necesarios para modificar nuestra sociedad, se hace necesario asumir patrones de comportamiento diferentes a las del pasado; solo así podremos obtener resultados diferentes a los del fracasado modelo actual y también a los de antaño.

CE.mgarciat84@gmail.com.

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