Opinión

Dos miedos

La fe que piensa.
jueves, 05 diciembre 2019

Tuve miedo

El próximo domingo se dará una hermosa coincidencia en el ámbito de la liturgia católica: el segundo domingo de Adviento se emparenta con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Me gusta, por otro lado, emparejar la primera lectura tomada del libro del Génesis con el evangelio según san Lucas. Ambas lecturas son por demás conocidas. La primera es el relato de la desobediencia de Adán y Eva, cuyo gesto introduce el pecado en el mundo. El relato evangélico es conocido como “la Anunciación”, es decir, el arcángel Gabriel anuncia a Nuestra Señora que dará a luz al Salvador del mundo, gracias a la intervención del Espíritu Santo.

Volviendo al relato del pecado de origen. Adán y Eva son la representación simbólica de la humanidad entera, son la concentración de todos los hombres y mujeres de todos los tiempos. Ellos desobedecen al Señor Dios, dejándose llevar por la serpiente, ceden a la tentación. A partir de ese momento, la desnudez pasa de ser sinónimo de transparencia, para convertirse en vergüenza. Y la relación no se apoya en “la imagen y semejanza” que comparten las personas con Dios, sino que el sentimiento preponderante es el miedo paralizante.

Así nos lo hace entender Adán: “Tuve miedo”. Esta sensación es el fruto de saberse culpable, porque la creatura ha pretendido colocarse a la altura de su Creador, dándose cuenta no obstante de que este deseo no se gesta en lo más noble del corazón humano, sino en el ojo del huracán de la mezquindad, del engaño y la mentira, precisamente porque el resultado final no es una relación Dios – hombre más fortalecida, sino una relación idolátrica. Es decir, Dios hecho a la medida.

No temas María
Paralelamente a lo anterior, se da el episodio de la Anunciación. El escenario no es el Edén, sino la modesta casita de Nazaret. El paraíso ahora es descrito en términos de hogar, humilde, acogedor, donde las relaciones interpersonales están mediadas por la presencia del Señor en la vida de los que habitan esa casa. Gabriel se dirige a María, quien “se turba” ante semejante visita. “Turbarse” es sinónimo de tener miedo, y tener miedo debe entenderse acá como “hondo” respeto, sobrecogimiento ante la presencia de Dios que nos visita a través de su mensajero.

Al igual que nuestros padres, María tiene miedo. Este sentimiento, sin embargo, no disminuye a la persona ni se elabora un Dios según su propio patrón, sino que abre a la relación colocando al individuo a soñar en grande, a superar el temor, y ofrecer la propia vida en servicio del plan que Dios tiene para la entera humanidad.

Ambas lecturas presentan a la mujer como protagonista de los relatos. Lo que debe rescatarse de este dato es que Dios “se prepara” a su creatura, elevándola a la condición de colaboradora de su Reinado. Por otro lado, la figura de María representa para todo cristiano una invitación: todos podemos asemejarnos a Nuestra Señora; todos podemos pertenecerle a Dios incluso desde nuestra concepción. No temas.

 

Ten la información al instante en tu celular. Únete al grupo de Diario Primicia en WhatsApp a través del siguiente link: https://chat.whatsapp.com/ElPJiFkPVvrEs3MAmCh7qY

También estamos en Telegram como @DiarioPrimicia, únete aquí https://t.me/diarioprimicia

error: