Opinión

¿Dios lo puede todo?

Cruzamos algunos recuerdos y se me ocurre preguntar algo un poco fuerte, por cuanto veía a personas discapacitadas y enfermas haciendo esfuerzos extremos para poder caminar.
martes, 30 marzo 2021

Existe una pequeña parte de seres humanos que asumen no creer en ningún Dios, se les llama ateos, pero a mi juicio, creen en algo superior que nos creó, realmente no existimos de la nada, alguien nos trajo a este mundo sin saber realmente como aparecimos en él. Pero la gran mayoría de nosotros tenemos la convicción de que un ser superior, absolutamente superior, construyó al universo. No logramos tener una explicación real y concreta de la manera como sucedió tal evento, pero estamos seguros que eso provino de alguna parte y eso se llama FE. La fe es creer en algo inexplicable sin buscar argumentos que lo confirmen.

Hace muchos años, creo que en 1966, me encontraba en la avenida Lara de Barquisimeto, el día que celebran la aparición de la virgen La Divina Pastora. De pronto veo al otro lado al padre Antonio Ignacio Velasco García, quien fue mi profesor por cinco años en el colegio Don Bosco de Valencia, estado Carabobo. Me quedo mirando hasta que él vio hacia donde yo estaba y respondió a la señal que le hacía con el brazo.

De inmediato busqué pasar al otro lado, pero no fue nada fácil, era muy dificultoso atravesar esa multitud de personas que caminaban hacia Santa Rosa donde se encuentra la imagen de la virgen. Total que logré superar el obstáculo, aunque a no menos de cien metros de donde había visto al padre Velasco, pero llegué el sitio y seguía allí. Me abrazó y me dijo Guanarito, así me llamaban en el colegio.

Cruzamos algunos recuerdos y se me ocurre preguntar algo un poco fuerte, por cuanto veía a personas discapacitadas y enfermas haciendo esfuerzos extremos para poder caminar. Le digo que eso me parece cruel. Pensé que se disgustaría por ser sacerdote, pero no se molestó y solo me dijo que si esas personas no creyeran en un más allá, donde serían recompensados por sus sufrimientos, el mundo no existiría de la manera que lo tenemos.

Me convenció con esa sencilla explicación y seguimos conversando y observando el desarrollo de la procesión. Catorce años después de ese encuentro llegué a Ciudad Guayana y me entero que era el obispo de Puerto Ayacucho y aunque deseaba saludarlo de nuevo, no pude ir por lo distante de esa población. Después lo ascendieron a cardenal y hace algunos años murió. No sé cómo se retiró de los Salesianos que no podían ser obispos ni nada de eso, eran solo miembros de la congregación religiosa con votos de castidad y pobreza.

En este torbellinos de dificultades donde nos enfrentamos a todos los retos habidos y por haber, solicitamos apoyo a Dios frente a los grandes problemas que se nos presentan y realmente vamos saliendo hacia adelante luchando y sufriendo sin dejar de pensar que EL Señor estará siempre con nosotros y nos protegerá, pero gran parte, casi toda de lo permitido para resolver los problemas, procede de nosotros mismos y de nadie más.

Todos nosotros sabemos que todo cuanto nace y crece, muere. Pero el gran problema es que no aceptamos esa terrible realidad y asumimos que podemos sobrevivir sin pensar cuando moriremos, pero siempre llega el final a todos.

No obstante algunos se enceguecen y tratan de acumular riquezas de la manera que sea y solo piensan en las grandes cantidades de dinero que logran acumular, pero que no les sirve absolutamente para nada y pudieron ayudar a muchos que debieron auxiliar, pero se negaron. Se fueron de este mundo y nadie los recuerda. Son riquezas inútiles que después las dilapidan quienes no hicieron ningún esfuerzo por ellas.

Muchos creen que Dios no es justo en muchos casos, pero simplemente es nuestra realidad, son las condiciones que colocó para que tengamos una recompensa eterna a su lado quienes luchemos por no hacer mal a nadie y ser útiles a nuestros semejantes dentro del potencial de nuestras posibilidades.

Dios lo puede absolutamente todo, pero nosotros somos libres de hacer lo que nos corresponde hacer. ¡Que Dios los cuide y los bendiga!

¡Buena suerte!

Notas.- Algo asombroso y aprovecho la Semana Santa para expresarlo. Es la gran solidaridad de los habitantes de TUMEREMO. La manera colectiva como aportan recursos para ayudar a quienes están hospitalizados por haber sido infectados por el virus COVID/19, es algo realmente estimulante para quienes creemos en el ser humano como solidario con otros seres humanos. Aquí en Ciudad Guayana, no es igual ni de cerca, aunque existen personas muy generosas y hacen esfuerzos extremos por ayudar al prójimo, incluso con asistencia médica y económica.

El gran problema es una gran cantidad de personas que llegaron a esta tierra absolutamente desprovistos de todo y lograron, con su esfuerzo, no se puede negar, acumular bienes y dinero y solo piensan en ellos mismos y en nadie más. Es posible que la siguiente generación sea parecida a los actuales habitantes de TUMEREMO.

Realmente me pongo a pensar que será de mí sí me llego a infectar. Simplemente me iré de este mundo. Los centros de salud del Estado, están incapacitados para atender adecuadamente a las personas que deben atender apropiadamente. Además, no existen los cupos suficientes y no encuentro cómo buscar apoyo en la actualidad. En Tumeremo es otra cosa, pero aquí los médicos y las enfermeras se revientan el alma, aunque están limitados por la carencia de recursos suficientes. Los costos de las clínicas, si es que se encuentra cupo, son de miles de dólares. Son tratamientos muy caros. Incluso en los hospitales públicos, los familiares están incapacitados para sufragar los gastos, aunque aparentemente el servicio es gratuito. ¡Ojalá lleguen las vacunas!

@dabega26

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