Diario de un apagón
Día 1. (Jueves) 1:30pm Terminé de revisar un tedioso trabajo que tenía pendiente, pero antes de hacer click para imprimirlo opté por ir primero al baño, y cuando estaba en ese momento del proceso de desecho de aguas, en el que la agradable sensación de alivio alcanza su pico máximo, el ambiente general quedó envuelto en el repentino silencio que sigue a la caída del fluido eléctrico. El alivio desapareció por donde venía, imponiéndose en su lugar una presión premonitoria en la columna lumbar. 3:30pm En vista de que la luz no llegaba, me fui para la casa. Durante el trayecto traté de teorizar mentalmente una relación concausal entre un click, las ganas de orinar, y un episodio laboral indeseado: no di con ninguna conclusión con merecimiento más allá de lo coloquial. 4:05pm. Llegué a la casa. Allí todo se encontraba activado con energía eléctrica desde el radio hasta el cerebro de mi esposa, todo a millón. 4:06pm Saludo a mi esposa.
4:07pm La energía eléctrica cesa de fluir y se hace el silencio. Todavía tengo el maletín terciado en el hombro y la bolsa de pan en la mano. 6:30pm Las velas ya están en su sitio e intentan inútilmente reemplazar al sol. 1:30am La vela que quedó de guardia languidece en un rincón como recordatorio de que nada es eterno. 1:40am Siento los ojos como dos tizones incrustados a mi cara. Trato de no pensar pero a pesar de las vueltas que doy tratando de que el escaso aire retarde el proceso, siento que el cuerpo se me está sancochando a fuego lento. 6:30am No sé a qué hora me quedé dormido, el hecho es que me desperté gracias al ruido de la camioneta del vecino que hace más escándalo que un convoy de cochinos. Abro los ojos adoloridos y la luz del bombillo me pica como si fuera candela, entonces recuerdo que tengo que levantarme para ir a imprimir el bendito trabajo que todavía tengo pendiente para hoy, a pesar de haberlo terminado ayer.
Día 2. (Viernes) En todas las oficinas las actividades transcurrieron en cámara lenta, aunque no faltaron algunos que se preguntaran ingenuamente por qué estaban cansados; otros iban de oficina en oficina haciendo la incalificable pregunta de cómo les había ido anoche con el apagón. Prefiero no reproducir las respuestas en este diario. El fluido eléctrico se mantuvo normal el resto del día, lo que hizo pensar que pese a la gravedad de las noticias que se escuchaban, el problema ya estaba resuelto, sin embargo otras zonas de la ciudad y en muchos otros estados, la suerte no fue la misma. Día 3. (Sábado) 11am. Desde ayer no hay comunicación telefónica, no hay internet, no hay agua, pero extraña y dichosamente hay luz. 11:36am La dicha nos acompañó hasta aquí, la luz se acaba de ir, Dios sabe hasta cuando. 6.30pm. El paso de las horas ha sido afrontado con estoicismo, sostenido por la esperanza de que la luz llegara antes del anochecer. Al menos eso esperamos. 8pm. A esta hora agarré la esperanza, la doblé y la metí en la cesta de ropa sucia. 8:30pm. Coloqué los cojines del sofá frente a la puerta de entrada; un rectángulo inestable rodeado de piso por todas partes. Cierro la reja y dejo la puerta abierta para que pase la brisa. Afuera los tuquequitos pitadores orquestan una estrategia ofensiva, un pensamiento que afectará gravemente mis limitadas posibilidades de descanso; adentro una cucaracha percibe la presencia del intruso en sus predios rastreros, y activa el patrullaje táctico. 8:40pm. Escucho al vecino de al lado colgando una hamaca entre unas cabillas que sobresalen del paredón divisorio, y los tubos de la ventana del porche. En el proceso al vecino se le escapa una flatulencia de tan notable resonancia y condimentación, que alguien a su lado asegura haber visto parpadear el bombillo del poste. 8:50pm. Entre crujidos de huesos y dolores reumáticos coloco mi cuerpo en posición de momia egipcia sobre los cojines, e inicio el viaje el encuentro con el dios Ra. 9:00pm. El vecino de una casa por el medio prende una planta eléctrica. 9:10pm. El vecino apaga la planta, posiblemente convencido de que el descomunal ruido del dichoso aparato tiene todo el potencial para provocar una mutación irreversible en sus células cerebrales, y las de todos a varias calles a la redonda. 9:30pm. Al vecino de al lado se le suelta el colgadero. El golpe y el grito me sonaron como a costillas rotas, sin embargo sentí que volvió a colgar y se hizo el silencio. 9:35pm. Mi esposa ronca en su cama, y a la vez se sopla con un abanico. No consigo explicar ese fenómeno.
Cuando pueda averiguo en internet. 9:50pm. Trato de cambiar de posición para aliviar la tiesura del cuerpo, pero los cojines son libres, soberanos e independientes y cogen cada uno por su lado. No es fácil. 10:10pm. Un tuquequito pitador me truena en la pata de la oreja y el record mundial de salto largo es batido para siempre. 10:12pm. Mi esposa deja de abanicarse, pero continúa roncando con cadencia, soltura y gran generosidad acústica, gracias a Dios hasta el sol del nuevo día. viznel@hotmail.com
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