Día Internacional de la Mujer
Cuesta precisar el motivo o los motivos que sirvieron de preámbulo para que en 1974 la Organización de las Naciones Unidas promulgara el decreto mediante el cual se fija el 8 de Marzo como el Día Internacional de la Mujer.
Digo que es tarea compleja debido a las innumerables manifestaciones y hechos que exhibieron a la mujer como estandarte de lucha en procura de la igualdad de su género, desde las aguerridas luchas a principios del siglo XX por la búsqueda de salarios dignos para las mujeres trabajadoras en los Estados Unidos, seguido de la exigencias de mejores condiciones de trabajo, el derecho al sufragio, a la mancomunidad de bienes en el matrimonio y un largo catálogo de derechos civiles y políticos obtenidos en buena lid a nivel mundial.
La trágica historia de las hermanas Mirabal en la lucha por la liberación del pueblo dominicano es también sin duda un ícono de la incorporación femenina a los movimientos en pro de la obtención de las libertades ciudadanas.
Desde lo nacional tenemos una amplia cartelera de representantes del género que le han puesto en el más alto sitial, Carmen América Fernández Alcalá de Leoni (Menca de Leoni), Alicia Pietri de Caldera, Lolita Aniyar de Castro, María Teresa Castillo, Sofía Ímber, Mercedes Pulido de Briceño, en fin la lista es enorme y siquiera enumerarla por sus aportes deviene en una tarea casi interminable.
Si observamos bien todas sus historias tienen algo en común, sus luchas, objetivos y anhelo tenían un mismo norte: El bienestar social, la consolidación de lo humano y lo social, la convivencia pacífica, en fin, el desarrollo sostenible de la humanidad.
Y es que sin duda en ello debe centrarse parte de lo que hoy desde el movimiento femenino se propone, una vida con mayor equidad pero que reivindique todo aquello que la hace sostenible, el respeto por las normas, el medio ambiente y el resguardo de lo humano por encima de cualquier otro propósito.
El deseo de muchas naciones por alcanzar los objetivos planteados en la agenda 2030 propone el enfoque personas, planeta, prosperidad, de manera que lo primordial es lo humano y desde allí vale direccionar las sucedáneas acciones en pro de la sostenibilidad, de allí que el equilibrio de los géneros sea un tema necesario y no un mero capricho de los movimientos femeninos.
Para que exista una verdadera sustentabilidad debemos comenzar entonces por ejercer los contrapesos, debiendo involucrarse todos los factores de la sociedad mundial sin distingo de ninguna categoría y para que esto ocurra hay que cumplir con la asignatura pendiente, sobre el reposicionamiento de género en los esquemas sociales donde todavía existan innegables diferencias.
Venezuela presenta un incuestionable retroceso o por lo menos un evidente estancamiento en la materia de la igualdad paritaria, a pesar de la narrativa estadal en la que exhiben sus avances sin que sea posible precisarlos desde lo científico.
La opacidad estadal ha sido un constante obstáculo para la cuantificación estadística de todos aquellos que se dedican a estudiar el fenómeno de la violencia y otros fenómenos sociales, sin embargo existen aún formas confiables de validación de las que se nutren buena parte del campo investigativo nacional, pero en medio quedan algunas brechas por donde se cuelan las versiones oficiales y de las que se impregnan algunas opiniones calificadas, replicando quizás inintencionadamente la narrativa estadal.
Es precisamente en el ámbito jurídico desde donde ya parece asomarse un nuevo desafío, ya que ha sido medianamente divulgado por algunos medios la intención de reformar y crear a través de la AN del 6D, un paquete de leyes de un poco más de 30 textos legales, entre los que se cuenta la reforma (sustancial) de la Ley Orgánica sobre los Derechos de la Mujer a una Vida libre de Violencia.
La incorporación de nuevos delitos como la Violencia Informática y la Violencia Política, llevan desde ya la marca indeleble del velado propósito político que se persigue mediante la reforma de esta norma, que si bien trae algunos aspectos interesantes como la creación de la Defensoría Pública de la Mujer, no deja de preocupar las razones políticas que se ciernen, no sólo sobre ésta ley sino sobre todo el paquete propuesto.
Sin duda alguna politizar la lucha por la igualdad de los derechos de género no aporta en lo absoluto a los objetivos contenidos en la agenda 2030 sobre los temas de la mujer, tampoco lo hace replicar la narrativa estadal mediante la cual se busca opacar el evidente incremento en los índices de violencia, tanto a nivel nacional como mundialmente con ocasión al claustro al que nos llevó la pandemia por Covid-19, tal como ya lo demuestran trabajos científicos por las agencias que internacionalmente han llevado siempre la vanguardia en temas de cientificidad social.
De manera que tomar partido de agendas sociales para luego exhibirlas como logro político es un acto por demás repudiable, ya que las luchas por las reivindicaciones de los derechos civiles no deben ser nunca utilizadas como herramientas de apalancamiento político, ello las desnaturaliza y las despoja de toda su esencia.
Aplaudiré todo aquello que aporte al desarrollo sustentable mediante estrategias que cumplan con la ecuación personas, planeta y prosperidad, como también aplaudiré de pie a todas las Mujeres hoy en su día internacional.
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