Opinión

Destilando miseria               

Donde la familia no pasa ya de ser más que un vocablo que solo denota el gran cascarón vacío, en el cual se ha convertido, uno sin forma y sin estructura
jueves, 05 agosto 2021

Muy grato es soñar, por ejemplo, con construir castillos de arena, robustas torres, profundos canales de protección, y por ahí puede seguir la fábula….

En Venezuela, también debemos pensar en reconstrucción, aunque por ahora, se presuma no ser más que un sueño. Aún así, estamos obligados a transitar ese sendero. Pero debemos hacerlo pisando realidades, esas, que como alcabalas, tendremos que cruzar.

Al día de hoy, tenemos, cuando menos, unos seis (6) escenarios o tipos de realidades:

1.- La que corresponde a un minúsculo uno por ciento (1 %) de la población, que vive con absoluto y avasallante poder político y económicamente, a plenitud, con abundancia y hasta derroche; forman parte de este grupo, los posesionados “dueños del rastrojo”,  alimañas corruptas, bípedos charreteados, enchufados, y unos pocos más.

Estos son los “nuevos amos del Valle”, con haras en Miami o negocios de lentes en Madrid, o “empresas de maletín”, en Andorra, por señalar unos pocos.

2- Luego viene el grupo de los pocos acaudalados, unos de cuna y otros por trabajo arduo, en su mayoría haciendo doble vida: un poco de tiempo en Venezuela y el resto en el exterior, tratando de “hacer negocios” para no agotar sus fortunas; algunos camaloneando, para hacer la vida más llevadera.

3- Hay un tercer grupo, al cual pertenecen los que la “democracia” trató de consolidar y hacerlos más numerosos, como grupo socio-económico. Este estuvo constituido por empresarios, profesionales, buenos artesanos, a los cuales denominábamos “clase media”; ese que debió alcanzar el 80 %, pero que nunca llegó al 40 %, y que hoy, está reducido a menos del 10 % de la población.

Algunos de ellos, aún tienen insignificantes negocios, escuálidos ahorros, los cuales, muchos complementan liquidando alguno que otro bien y ayudados con algún tipo de remesa. Es lo que les permite aún, subsistir con estándares de vida parecidos o cercanos a los de la Cuarta.

4- En cuarto lugar, tenemos a los miembros de la diáspora, esos que ya casi rondan los seis millones; ellos, que como alma en pena, escalaron montañas, atravesaron ríos y cruzaron fronteras, arriesgando sus vidas y las de sus familiares, para aterrizar en algún poblado extranjero, muchas veces amigable, que les brindara un mendrugo de pan. Esos han sido grandes luchadores y pioneros de una gesta sin precedente en la Venezuela contemporánea. Son los que están diseminados por todo el planeta.

5- Llegamos al quinto grupo, el conformado por el corazón del verdadero pueblo; el más desamparado; ese que destila miedo debido al más espantoso desempleo jamás experimentado en nuestro país; el que por la tanta miseria, enfermedades y severa crisis de salud, el hambre y su correspondiente desnutrición galopante.

Se sienten presos de esa terrible sensación de abandono, desvalijamiento y orfandad que los agobia. Entre los más afectados, son esos que viven en chozas, aunque estas sean de bloque, con paupérrimos servicios públicos, violencia generalizada, como basura regada por las calles escoltada por nubes de zamuros; o con aguas de albañal, recorriendo calles, frentes a viviendas humildes, atentando, como una especie de danza nefasta, contra los niños semidesnudos, receptores de las masas infames de agentes patógenos que estas “cloacas de superficie” transportan.

También está la amenaza, para las familias, por parte de bandas, en las cuales se infiltran miembros de los Cuerpos de Seguridad del Estado; lo cual las hace aún más viciosas, agresivas y hostiles, toda vez que se sienten “Cuerpos Parapoliciales Protegidos” y con impunidad.

De este sector del pueblo, salen los muchos muertos, anónimos en su mayoría y los aún mayor número de huérfanos, producto, dizque de “enfrentamientos”; ellos son,  generalmente, muchachos  jóvenes que las policías se encargan de etiquetar sus decesos, según su conveniencia.

A ese grupo, también pertenecen todos esos niños violados por la falta de hogar e igualmente, esa legión de niñas  y mujeres jóvenes, embarazadas por la ignorancia, la falta de familia, de justicia y de valores, pero sobre manera, por la falta de un Estado, que por décadas, ha permanecido en la inopia, ausente, insensible, incompetente para  velar por el bienestar de su gente, de esas jóvenes madres solteras, de la cual la sociedad  (Loppna entre otras instituciones), se hace la  vista gorda para no tener que enfrentar una monstruosa,  apabullante y degenerada realidad.

Ellas, en todo caso, no son menos culpables por una maternidad irresponsable, pero que en cualquier caso, las obliga a cargar sobre sus hombros, con el deber, todos los días, de buscar migajas de comida para sus hijos y hasta para su mamá, que es quien, en ausencia, los cuida.

Esas son las vivencias del 80 % de los hogares de nuestro país, en su mayoría, maltrechos, sostenidos en su mayoría, por mujeres que no tienen más alternativa que esa, ante la arrogancia de un estado machista, insensible, depredador de los valores de la familia, y que por muchos lustros, ha preferido ignorar esta realidad.

Y ante esta devastación social, esta descomposición profunda de estructuras, donde la familia no pasa ya de ser sino un mero vocablo que solo denota el gran cascarón vació en el cual se ha convertido, uno sin forma y sin estructura.

Ante esta descomposición aberrante de nuestra sociedad, anonadada, arrinconada por el miedo agudo que nos inyecta un Estado terrorista, observamos la actuación de ese sexto grupo, el de los dirigentes políticos, particularmente el de esa mal llamada “oposición”, insensata, insensible, a estas alturas y circunstancias, hablando de elecciones, que no son más que sandeces, babiecadas, idioteces sin sentido. Lo que hacen es  ladrar, y ofendo a los perros.

De una situación atroz, como la que estamos experimentando, no se puede salir con votos, salvo que se cambien radicalmente ciertas circunstancias, y ellos lo saben; esto se ha discutido decenas de veces; no podemos sustraernos a esa realidad, salvo que surja algún tipo de nueva idea, que genere la confianza necesaria; pero estos aventureros, piratas y  chapuceros electorales, no son quienes la generarán.

Estamos seguros que la historia se encargará de juzgar a estos bucaneros, estafadores de la política; a estos hipócritas, que sin rubor alguno, engañan a esa enorme cantidad de padres y madres trabajadores que aún dependen de un hálito de esperanza para poder seguir sobreviviendo políticamente.

La verdad es que a estos palafraneros, ni siquiera la historia los juzgará; el continuo goteo de la miseria política que vivimos, se encargará de borrar sus rastros para siempre.

¡NO VOTAR, ANTE LA AUSENCIA DE CONDICIONES, ES SINÓNIMO DE INTEGRIDAD Y DECENCIA!

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