Cuenta la leyenda: recordar es vivir

En Puerto Ordaz, cuando aún no era Ciudad Guayana, en los años 50, final de los 60 y hasta después de los 70 y 80, los paseos turísticos eran muy pocos, contados; obligatorios las cascadas del Parque Cachamay o del Salto la Llovizna, la Piedra del Elefante, la construcción de La Represa de Guri, los Castillos de Guayana, entre otros.Aunque hay que hacer saber que Los Castillos de Guayana son de la Región Guayana, o sea del municipio Casacoima  del estado Delta Amacuro, no de Ciudad Guayana.

En las visitas que se realizaban los fines de semana al Castillo San Diego de Alcala, (el de abajo, muy cerca de la laguna) construido en el año 1734 en el gobierno de Juan de Dios Valdez, y el que está en la parte alta el Castillo San Francisco, construido bajo el mandato del gobierno de Antonio Guzmán Blanco, aquí en este paseo se lograba encontrar en el camino, balas de cañón que se confundían con “bolas criollas” y variedad de monedas de la época colonial de diferentes nominaciones que los niños ofrecían en venta por algunos bolívares, muy pocas personas le daban la importancia, hasta que la Corporación Venezolana de Guayana contrató los servicios del arquitecto y fotógrafo Graciano Gasparini, para recuperar ambos castillos.

Recuerdo que en esa ocasión se perdió una bella y enorme campana de bronce que estaba colocada en la entrada y algunos cañones que se encontraban semienterrados en los alrededores; mientras tanto, para esta época se encontraban en Santa Elena de Uairen el Ingeniero Marten Brito, Enrique Mastrogeny y Francisco Meinhard,  construyendo la casa presidencial donde se iban a reunir  los presidentes Rafael Caldera y Garratacsu, presidente de Brasil y recuperando la arquitectura de las Misiones y la plaza Bolívar a la cual le colocaron su pedestal con lajas traidas de la Quebrada de la Piedra de Jaspe.

Por cierto, hubo una equivocación con el prócer, existe una fotografía donde estaba la estatua de una persona con su sable, pero no era Simón Bolívar, este personaje aún está vivo, hubo que bajarlo y colocar la correcta . mientras esto sucedía en el sur, Puerto Ordaz no se escapaba, el recordado y querido Francisco “Pancho” Salazar, caminaba en las mañanas, muy temprano por las riberas del Caroní, adyacentes al Club Nautico y mantenía una colección de piezas indígenas artesanales de barro, lo lamentable es que todo esto se perdió muy contadas personas le dieron la importancia necesaria; yo he recordado en varias ocasiones que cuando se diseñó la ciudad, no se pensó en un museo donde se pudieran mostrar esa piezas , como tampoco se pensó en un cementerio, bueno esta parte tiene una clara explicación, las personas veniamos a vivir mejor, no a morir.

Y para ese entonces teníamos en la CVG a un Sub Gerente responsable de la División de Ingeniería y Desarrollo Urbano, mientras en Caracas teníamos al Gerente de esta División, llamado Augusto Chiossone.

El subgerente era el Ingeniero Celestino Mendoza, apasionado de la fauna y la naturaleza, siempre, muy temprano en las mañanas, ante de ir a su oficina en la Corporación, visitaba el Parque Loefling y el Cachamay, y disfrutaba llevando alimento a los animales, al Morrocoy Gigante, al Perro de Agua, los Guacamayos, las Garzas, el Rey Zamuro, El Tigre, las Culebras, los Pavos Real, los Monos y Peces.

En una ocasión, el Ingeniero Celestino conversó conmigo y me invitó a que lo acompañara ese domingo próximo, de igual manera invitó a otro fotógrafo: Alfredo Marriot y al periodista del Diario El Nacional, el maestro J. Carrillo Romero; ¡!mayor sorpresa!! en los trabajos de los obreros en el parque, con una maquinaria, por error removieron la tierra en un espacio donde apareció un cementerio indígena, pasamos todo el día trabajando, excavando y fotografiando, el Nacional nos dio la primera página, la cual publico a continuación:

luceroevelio@gmail.com