Cuenta la leyenda: “Paralelo 8” descubrió a la enfermera del Dr José Gregorio Hernández

Abril del año 1.973. Hoy en día las enfermeras, en su mayoría no están al frente de su profesión por vocación, sino por el interés de ganar dinero, no es como en los tiempos de cuando yo era enfermera a tiempo completo del Dr. José Gregorio Hernández, “el Siervo de Dios”.
Quien hablaba así en esa forma tajante, firme sin pelos en la lengua, era doña María Luisa Talavera de Guzmán, nacida por allá en Caracas. La madrugada del 29 de septiembre de 1896 (en la fecha de esta entrevista tenía 77 años), tenía una mente muy fresca recordando los pasajes más importantes de su vida.
Enfermera de vocación desde los nueve años. Sirvió al lado de José Gregorio Hernández, laboró con muchos médicos durante todos los días que azotaron al pueblo de Caracas, la fiebre española en 1914. Fue también fundadora del Ivss de cuyo instituto fue jubilada por los años de servicios al frente de tan loable misión de manera ininterrumpida, tiempo durante el cual nunca faltó ni un día a sus labores en Caracas, Ciudad Bolívar y luego Ciudad Guayana donde estuvo hasta el año 1966 a la orden del ginecólogo marabino Armando Maggiolo Pulgar.
Doña María Luisa estuvo residenciada en Ciudad Guayana durante varios años, tenía su domicilio en la calle Ramírez de San Félix, frente al antiguo local del Seguro Social.
Doña María, ¿Cómo era el doctor José Gregorio Hernández?
R.- El doctor era un hombre muy justo, muy humano, muy caritativo, y dado por entero a su profesión, no le importaba la hora, ni el sitio, ni a quien iba a servir para salvar una vida. ____Incluso____ cuenta Doña María, cuando ocurrió la muerte del doctor José Gregorio, el iba rumbo a la farmacia a comprar unos medicamentos para un paciente a quien horas antes había tratado y el vehículo que casi lo atropella, ya que es completamente falso que al doctor lo arrollara un carro, sino que al salir para esquivarlo, se resbaló, pegando su cabeza contra la orilla de la acera, fracturándose el cráneo, muriendo de forma instantánea; el conductor del carro era el hijo de un señor a quien el día anterior había sido recetado por el Dr. José Gregorio.
La muerte de “el Siervo de Dios” conmovió a todo el país, principalmente a Caracas y ha sido el entierro más impresionante que se ha visto, su féretro salió a las nueve de la mañana y todavía a las diez de la noche no había llegado el carro fúnebre al Cementerio General del Sur.
Aquello fue espontáneo, nada de política, sino un fervor y un cariño del pueblo hacia su médico. Comenta Doña María Luisa que al doctor JGH, le gustaba tocar el piano con mucha finura y delicadeza; no se le conoció novia alguna, su labor era agotadora y dejaba su comida a un lado para salir con lluvia o a pleno sol a cualquier sitio y dar atención y cooperación a algún paciente.
Cuenta la entrevistada que en una ocasión un joven iba a contraer matrimonio y no tenía traje. Le contó su situación al médico, y él lo llevó al ropero, donde le dijo: Bueno mijo mídete este traje que no he usado y si te queda bien, lo puedes dejar, como le quedó bien, se lo puso y salió rumbo a la casa de su prometida.
La fiebre española que azotó a Caracas
Siguiendo con la narrativa de doña María Luisa, que, en 1914, cuando la fiebre española azotó a Caracas, a ella le correspondió trabajar con un magnífico equipo de médicos, entre los que se encontraba José Gregorio Hernández, se enterraron más de medio centenar de cadáveres afectados por el terrible mal.
Eran fosas comunes, con un viejo camión marca Ford, se cargaban los cuerpos como piedras y se lanzaban a huecos que luego eran tapados rápidamente para evitar la propagación de la enfermedad. Eran miles los fallecidos en las puertas de las casas, en los negocios, en las iglesias y barrios caraqueños. Eran escenas tétricas de familias enteras afectadas por la gripe, en camillas de lona se transportaban los niños, mujeres y ancianos.
Decía Doña María que: el 9 de octubre en el año 1944, se cimentaban las bases para la fundación del Ivss, ella siendo llamada para trabajar ahí, desde el primer día comenzó a trabajar y a finales del año 1966, fue objeto de jubilación por su tiempo de servicio y su edad; sufrí un golpe con la jubilación porque a pese de ello a mi edad no quería retirarme de la profesión y la sigo ejerciendo a medio tiempo porque a cualquier hora del día o de la noche estoy presta a laborar por el bien del prójimo.
Después de todo este bagaje y linda historia, pudimos ver los diferentes reconocimientos, placas, medallas, otorgados por el Ministerio del Trabajo, Ministerio de Salud y otras entidades que los pudo disfrutar en vida. Luego con el tiempo, varios años mas adelante sus familiares la llevaron a vivir en Caracas, donde falleció. PAZ A SUS RESTOS.
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