Cuenta La Leyenda: “El Médico Asesino”
El título de la crónica del día de hoy, llama la atención, no es para alarmarse, solamente para recordar un personaje que: en la década de los años 50, un ciudadano llamado Ricardo Carvajal, se instaló al final de la calle Bolívar, en Catia, Parroquia Sucre, diagonal a los bloques conocidos como La Silsa.
Alquila un pequeño espacio y da rienda suelta a su imaginación, como era ligar algunos frutos y otras sustancias con licores, caña blanca, brandy, whisky y algunos más, aquellas formulas “secretas” le dieron resultados económicos inmediatos, espectaculares: como él.
Era un fervoroso fanático del luchador mexicano, Cesáreo Alberto Manrique González, mejor conocido en el ring como “El médico Asesino” le pareció que el nombre que debía llevar el negocio era este, y se ufanaba en decir que: sin aplicar llave alguna, lanzó a la lona a más de uno por la ingesta excesiva de sus hoy añoradas bebidas espirituosas.
Puedo recordar, ya que yo fui uno de los atrevidos clientes del lugar, cuando el grupito de amigos planeábamos ir el fin de semana a las playas del litoral, antes de tomar la autopista, ya habíamos reunido unos diez bolívares (eso era lo que costaba una botella) entonces decidir que pedir, podía ser de durazno, de parchita, mora o coco, también guayaba, berro, malojillo, piña, guanábana, pero la más solicitada era EL Zamurito, que contenía brandy, vino, ciruelas pasas y algo más que el nunca lo dijo, pero según, tenía poderes afrodisíacos infalibles.
Este local fue conocido como Bar Canaima, también algunos lo llamaron el Arabito, en una ocasión, 27 de abril de 1957 que llegó a Caracas, desde México el conocido luchador que se hacia llamar el Medico Asesino acompañado con Santo, El Enmascarado de Plata a competir en el Nuevo Circo, contra Blue Demon y Rolando Vera (Rolando el Hermoso) Ricardo Carvajal colocó un televisor para presenciar la pelea, ahí no cabía un alma, full de espectadores y por ende consumidores, este espacio fue visitado por políticos y por artistas, entre ellos; Daniel Santos, Julio Jaramillo, Rolando Laserie, Bobby Capo.
Los jóvenes del 50, 60, 70 y hasta del 80, recuerdan haber agarrado una tremenda “curda” después de haber estado y festejando en una fiesta con las famosas guarapitas del médico asesino.
Alguien trató de imitarlo, pero no lograron, los universitarios de aquel entonces preferían ir al Médico Asesino a buscar las famosas guarapitas.
Ricardo Carvajal nunca patentó sus fórmulas, tampoco quiso que alguno de sus cuatro hijos continuara con el negocio y cuando falleció se llevó el secreto a la tumba.
El local sigue siendo un comercio, pero no de bebidas se trata de una venta de repuestos para automóviles.
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