Opinión

Cuenta la leyenda

Pero hay que acotar como siempre decimos de manera coloquial en muy buen verbo venezolano “DE QUE VUELAN, VUELAN”
Evelio LUCERO
sábado, 25 mayo 2019

En muchas ocasiones he sido invitado a programas radiales, entrevistas de prensa, a programas televisivos para hablar de los mitos y leyendas de Guayana, ya muchos sabemos las historias repetidas de la casa embrujada en Altavista, la enfermera que deambula en horas nocturnas cerca del Hospital Uyapar, el personaje que se embarca en nuestro vehículo en la avenida perimetral cercana al cementerio Jardines del Orinoco, una dama que está esperando en la avenida Atlántico y luego de embarcarse desaparece, pero yo creo que es más la historia fabulada repetida por muchos, que la auténtica realidad, en esa bella quinta de Altavista, hace aproximadamente 25 años, ya se hablaba del caso y personalmente jugué temerariamente con lo desconocido, me quedé dos noches seguidas en ella y de verdad no vi, ni sentí nada anormal. Pero ahora viene al caso algo que me sucedió en la autopista Ciudad Bolívar-Puerto Ordaz, en el año 2001, resulta que: soy contratado para cubrir fotográficamente un evento donde se iba a inaugurar un comercio llamado Protocolos, sucursal de la principal en Puerto Ordaz, que se dedica a organizar bodas, quince años y eventos de cualquier naturaleza; me hago acompañar de mi esposa y un sobrino como asistentes de cámaras y conductor de mi pequeño vehículo Fiat UNO, todo se realiza con normalidad, termina el evento y decido regresar, me sugieren que nos quedemos hasta el día siguiente para tomar carretera en horas diurnas, lo que rechazo, nos despedimos y tomamos carretera cerca de las 11 y media de la noche, conduce mi sobrino, mi esposa en la parte trasera del carro y mi persona ocupa el puesto del copiloto, la aguja del kilometraje marca 120-130 KPH, ya hemos recorrido 10 kilómetros, 20, 30, 40, cuando consideramos que estábamos cercanos a los 50 kilómetros (mitad de carretera) próximos a la alcabala que se encuentra en el centro de la autopista, sentimos que el caucho derecho trasero se desinfla, nos detenemos, comprobamos la avería, (espichado totalmente) mi sobrino en aquella oscura carretera por temor a la inseguridad le entrega un pequeño tubo metálico a mi esposa y girando instrucciones por si acaso, rápidamente sacamos las herramientas, más el caucho de repuesto y lo logramos cambiar en menos que canta un gallo, de inmediato ya nuevamente la aguja del kilometraje marca los 120 y cercano al peaje llegando a Puerto Ordaz, nuevamente sentimos otro caucho que se está desinflando, comprobamos y nos sorprende, le indico a mi sobrino pisa fuerte el acelerador para tratar de llegar a la estación de servicio que está adyacente a la Plaza Monumental donde hay servicio nocturno, como en efecto, al llegar rápidamente abro la maleta, giro instrucciones al cauchero y ¡!!Sorpresa!!! los cuatro cauchos del carro, más el de repuesto estaban en perfectas condiciones, nos quedamos boquiabiertos, sorprendidos y dando gracias a Papa Dios, nunca encontramos explicación, pero juro o juramos la veracidad de lo narrado. En esta misma carretera, y en la misma vía tuvimos otro acontecimiento, hace tres años aproximadamente nos fuimos un domingo de paseo, mi esposa, mi menor hija y una amiga que había llegado de Caracas, para mostrar los lugares coloniales y las bellezas de la capital del estado Bolívar, nos instalamos en el bello Hotel La Cumbre, propiedad de un gran amigo, Pedro Toledo, lugar donde nos extasiamos, almorzamos y pasamos un rato feliz, para regresar tomé carretera en horas tempranas de la tarde, voy conduciendo mi vehículo VW Space Fox, de la misma manera 120 KPH, ya cuando hemos recorrido 30 kilómetros vemos como a 50 metros de distancia delante de nosotros nos escolta un Jeep de color marrón suave, el mismo se dejaba alcanzar y en otros momentos de distanciaba, en ningún momento pudimos ver al conductor, ni acompañantes, de esta manera recorrimos más de 35 kilómetros, mientras nos hacíamos comentarios entre nosotros, cuando de repente pudimos observar como este extraño Jeep, se esfumó en nuestras narices sin dejar rastro alguno, no hay otra explicación al respecto, solo pensar en las cosas buenas y bonitas que nos brinda la vida y dar gracias al Todopoderoso. Pero hay que acotar como siempre decimos de manera coloquial en muy buen verbo venezolano “DE QUE VUELAN, VUELAN”

 

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