Opinión

Cuenta la Leyenda

Era una persona muy simpática, de buenos gustos, pero extremadamente bondadoso, sobre todo con los que de alguna manera le prestaran servicios.
sábado, 15 mayo 2021

Jesús Roberto Pellín

A Puerto Ordaz, llegó en los años setenta un gastroenterólogo que había sido el médico de cabecera del presidente de la República de Venezuela, es decir, Rómulo Betancourt, también era sobrino del Monseñor Pellín, se trata de Jesús Roberto Pellín; era un hombre muy enamorado, realizó una buena labor aquí en Puerto Ordaz, dejó buenos recuerdos.

Había algo en particular, sufría un tic nervioso, usaba plancha dental lo cual dificultaba sus conversaciones, era calvo y usaba peluquín, sobre él se colocaba una gorra similar a la usada por los músicos de salsa (tipo boina) un sábado me lo encontré y le dije “Doctor, la peluca la tiene al revés” a lo que furioso se la colocó correctamente.

Le gustaba usar chaqueta o paltó, pero poco le importaba cual fuera la combinación. En otra ocasión, el recordado Francisco “Pancho” Salazar, fue quien lo encontró vestido con un pantalón verde amarillento, una camisa roja a cuadros, un corbatín de lacito, unos zapatos deportivos, a lo que “Pancho” de inmediato de preguntó “Doctor, ¿Va para el entierro de un payaso?” es de imaginarse la actitud que tomó el doctor Pellín.

Jesús fue un hombre muy culto, acostumbraba a desplazarse por la ciudad en su pequeño vehículo, el cual era un escarabajo Volswagen y siempre con una sonrisa bonachona, pícara, casi infantil, según él “buscando carajitas”. Dejó varios libros escritos, hasta que llegó un día en que más nunca se supo de él.

Joseph “Pepe” Costa

Fue un personaje muy conocido aquí en la zona, era ingeniero y dedicado a la construcción, se le veía en las tardes en el lugar conocido como El Uyapar (lugar de tertulias, encuentros, bebidas y buenas comidas en el Hotel Intercontinental Guayana) y en alguna ocasiones en el restaurant La Romanina.

Era una persona muy simpática, de buenos gustos, pero extremadamente bondadoso, sobre todo con los que de alguna manera le prestaran servicios, ojo que no fuera adulante, como él mismo lo decía, de ser así, exigía que este fuese cambiado por otro. Las propinas que Joseph dejaba a los mesoneros eran superiores a sus sueldos, pero eso sí, siempre y cuando el mesonero lo atendiera sin ánimos de adular.

Joseph vivía en una habitación del antes mencionado hotel, un día alquiló varias habitaciones vecinas a la suya y armó un fiestón con bebidas, música y varios admiradores del entonces ganador de las elecciones presidenciales (Carlos Andrés Pérez), esto generó un reclamo de las otras personas hospedadas, el gerente del hotel subió y le pidió a Joseph que tuviera consideración, caso contrario le pedía desocupación y la repuesta fue “Quédate tranquilo, que quien puede salir despedido eres tú”, ya que este señor tenía mucho poder.

Había ocasiones que la barra estaba ocupada por varios clientes y él pedía al mesonero que esas cuentas se la pasaran a él, porque él quería brindar, en una de estas ocasiones, en una mesa estaba un conocido jefe de relaciones públicas de una empresa del aluminio, acompañado con su esposa, quien era una mujer muy atractiva y Joseph ordenó una botella de champaña para esa mesa, a lo cual fue rechazado el obsequio y se armó una sampablera, incluyendo golpes, estaba todo claro y cuál era la intención, el esposo de la señora se dio a respetar.

Llegó el mes de diciembre del año 1971 y en el lobby del hotel funcionaba una boutique y en horas del mediodía, Joseph sorprendió a la propietaria diciéndole “¿En cuánto me vende la boutique completa?” ella en su asombro, le dijo “Déjeme consultar con mi esposo”.

Lo cierto es que Joseph se adueñó de todo lo que estaba en su interior, llamó al capitán de los mesoneros para darle ordenes “Esto es para ustedes, los que me han servido todo el año, los reúnes y que cada quien tome lo necesario”, en ese momento llegó quien era gerente de bebidas y alimentación a agarrar una corbata, cuando Joseph lo vio, le arrebató la corbata y le dijo “Esto es para los mesoneros, no para los gerentes” y termino diciendo “Tengo para comprar hasta hombres, pero usted no vale nada, así que retírese”. Pasaron los años y más nunca se supo de la existencia de dicho hombre.

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