Crónicas desde Canarias: El Faro de Orchilla en la isla de El Hierro
En el extremo oeste de nuestra isla, se levanta el Faro de Orchilla, edificio levantado en los años treinta del pasado siglo, cuyo fin principal era servir de auxilio a la navegación, especialmente a la que se dirigía desde Europa hasta América, su haz de luz era referencia y sigue siendo, en las cartas de navegación mundial.
Las Islas Canarias siempre fueron tierra de emigrantes, básicamente hacia el occidente, hacia America: Argentina, Uruguay, Cuba y Venezuela fueron sus destinos más significativos, en lo que a Venezuela se refiere, el flujo comenzó en la décadas de los treinta y se acentuó en los cuarenta, los cincuenta y los sesenta del pasado siglo, a tal extremo que hubo épocas en que la diáspora fue tan intensa que algunas islas tenían una buena parte de sus habitantes viviendo en Venezuela, aquí se decía que Caracas era la cuarta ciudad canaria, en número de habitantes.
Por aquellos tiempos, un escritor venezolano decía: “ Los canarios se suben en Tenerife a las olas, y ellas mismas los traen a La Guaira, camino, que de tanto recorrerlo el mar, ya se los sabe de memoria”.
En mi lejana niñez, una de las estampas cotidianas que yo más recuerdo, era la estampa tan frecuente de los enormes barcos, que cruzaban por nuestro espacio marino de Este a Oeste, es decir desde Los Roques de Salmor hasta Arenas Blancas, buscando El Faro de Orchilla desde donde se adentraban en el Atlantico infinito, camino de Venezuela, recuerdo algunos de los nombres de aquellos enormes trasatlánticos, El Santa Maria, El Veracruz, El Surriento, El Marqués de Comillas, El Begoña, El Monserrat y muchos más, que con su cargamento humano se encargaron de vaciar los pueblos de Canarias para en un trasvase humano contribuir al desarrollo de Venezuela.
Años después en 1.966, me tocó subirme al Begoña en el puerto de Santa Cruz de Tenerife y al son musical de El Pasodoble Islas Canarias, entristecido y melancólico, emprender mi aventura americana que duraría casi treinta años.
Cuando el emigrante emprende su viaje a tierras lejanas, lleva impresa en la mente y en su corazón la imagen triunfante del regreso, convertido en ciudadano acaudalado y esa ilusión tan arraigada será sin duda la que le ayuda a soportar las duras inclemencias que la emigración lleva consigo, al menos en los primeros tiempos, después con el tiempo y la progresiva integración en la nueva sociedad, las cosas van cambiando, las aspiraciones se van modificando y nuevos caminos se le van presentando al emigrante, que a veces hasta se olvida ya de la primera ilusión, la del regreso.
La población canaria en Venezuela se halla presente en toda la geografía del país, desde Los Andes hasta Canaima, dedicados a las más diversas ocupaciones, comerciantes, transportistas, profesionales de la enseñanza y en labores técnicas en grandes empresas, como Sidor o Alcasa, donde unos ingenieros químico naturales de esta isla: Pablo Armas Padrón y Victor Padrón ocuparon altos cargos en el departamento de compras de Sidor, también dos médicos canarios: los doctores Javier Hernández y Tomás Alvarez Martin, el primero hematólogo y el segundo endocrinólogo ejercieron por largos años sus labores profesionales.
El primero ocupó incluso altos cargos en la administración de salud pública de Venezuela, tanto Ciudad Guayana como en la UDO en Ciudad Bolivar y después en el Ivic en Caracas. En virtud de sus gestión vinieron a Canarias a formarse en sus doctorados en las universidades canarias, un importante grupo de profesionales venezolanos, creo que alrededor de cien, programa que por cierto se interrumpió con la llegada del partido que gobierna en Venezuela desde hace ya bastantes años.
El Dr. Alvarez creo que fue el primer médico especialista endocrinólogo que llegó a Ciudad Guayana, allá por mil novecientos setenta y ocupó el cargo de jefe de sección en el hospital de Guaiparo. Además ambos ejercieron medicina privada en sus consultorios, ubicados en el centro de Puerto Ordaz.
Curiosos destinos de la vida, ahora bastantes médicos venezolanos están ejerciendo aquí en La Sanidad Pública Canaria y muchísimos de ellos también ejerciendo la medicina privada, particularmente en la especialidad de Odontología, así se escribe la historia.
El Faro de Orchilla sigue registrando y oyendo semanalmente el rugido de los motores de los aviones, que procedentes de Venezuela cruzan por su cielo todos los domingos en la mañana, procedentes de Venezuela, cargados de emigrantes españoles retornados y también de venezolanos y venezolanas que vienen buscando el bienestar perdido en su querida patria.
Me cuentan algunos de ellos, que cuando la tripulación anuncia que ya están volando sobre la isla de El Hierro, primer territorio europeo que se encuentra al venir de America, les parece un sueño haber logrado venir a Canarias, donde esperan que sus vidas mejoren en todos los sentidos, fundamentalmente en el aspecto sanitario, anotando yo, que todos los españoles de nacimiento o adopción, así como sus hijos y nietos -además de los extranjeros residentes- están protegidos integralmente por el Sistema Nacional de Salud Español, desde el mismo día de su nacimiento hasta el fin de su vida, no solo en Canarias, sino en toda España y en todos los países de La Unión Europea.
Así concluyo mi breve crónica de El Faro de Orchilla, que escribo con todo cariño para mis amigos venezolanos, que allá leerán mis humildes crónicas.
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