Crónicas desde Canarias: El encuentro canario
Tenerife es como un muestrario de topografía. Desde el cono erguido más allá de las nubes del Teide hasta las playas cálidas y rocosas, desde el verdor de los pequeños valles altos cultivados en el último pedazo de tierra, hasta las manchas desérticas que cambian el paisaje.
La presencia laboriosa de la mano del hombre asoma por todas partes, en los menudos huertos, en las cercas floridas y en la variedad de cultivos. Plantas de Europa, de Africa, y de América conviven como en un invernadero. Junto al maíz, el banano, junto a la papa, la higuera, junto a la palmera o el pino.
Ha sido tierra de encuentro por su situación y por su destino la de estas siete islas que parecen navegar hacia América viniendo de Europa. La pequeña flota de piedra de Las Canarias fue la puerta de América y el puente natural hacia las nuevas tierras.
Colón vino a ellas a hacer aguada en su viaje a lo desconocido, las flotas del imperio venían a descansar a la sombra del Teide antes de lanzarse al océano. Humboldt vino con su velero crujiente a hacer vísperas de reconocimiento.
En el acento, en las voces, en los estilos de vida hay un eco de americanidad evidente. Han ido y venido de América desde el inicio mismo de la colonización. La presencia de los canarios es constante en toda la región del Caribe.
Cuando las gentes de la provincia de Caracas se alzan, a mediados del siglo XVIII contra el monopolio comercial de la Compañía Guipuzcuana, la encabeza el canario Juan Francisco de León.
Salía precisamente de la parroquia de la vieja ciudad que los isleños habían alzado en veneración a su lejana patrona La Virgen de Candelaria.
El hombre extraordinario en quien primero encarna la idea y la acción de La Independencia, Francisco de Miranda es un hijo de canario. El Magistrado a quien los venezolanos veneran como más alto símbolo y personificación del poder civil, el Dr. Jose María Vargas , venía de canarios.
Hombres de pensamiento, de gobierno, de escritura vienen de esa ascendencia. Pero sobre todo, en mucha parte de la agricultura venezolana progresó por medio de sus manos y sus hábitos laboriosos.
Iban de isla a continente como de surco a surco y pronto se incorporaban de manera indistinta entre la gente nativa. No era fácil distinguirlos, muchos se quedaban por vida y se perpetuaban en sus hijos venezolanos, otros regresaban a las islas, como en una tregua .
No será fácil averiguar si es la multitudinaria presencia de los canarios en ciertas regiones americanas, o la huella y experiencia americana en los canarios regresados, lo que ha engendrado este parecido impresionante, de manera de hablar, de costumbres, de figura, de gestos.
Las pequeñas villas trepadas a las cuestas, pudieran ser de cualquier pueblo de Los Andes Venezolanos.
Frente a La Universidad de La Laguna han levantado una estatua de Andrés Bello. El gran humanista criollo parece encaminarse hacia la bullente casa de estudios de Tenerife en busca de dialogo.
Tal vez, como todos nosotros hoy, habrá que vacilar a ratos para saber en cuál de los dos extremos del Atlantico se halla.
Hasta otra nueva crónica desde Canarias, saludos para los habitantes de Puerto Ordaz, entre los cuales dejé y recuerdo a muchísimos amigos, y una robusta mata de mango traída desde El Hato Gil en Macagua, plantada junto a mi casa, me recuerda a diario mis afectos y gratitudes a esa querida tierra.
Articulo publicado por el periódico El Nacional, con fecha 30 de Julio de 1,978
Por El Dr. Arturo Uslar Pietri
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