¿Cómo vive un callaoense su Carnaval?
Historias de mi pueblo El Callao y sus personajes
¡Soy un cuentacuentos de mi pueblo El Callao…!
“Un árbol sin raíces, la tormenta hace leña de él”
Mi nombre es Blanca María Emanuelli, esta columna que presentamos hoy, está escrita muchas veces en primera persona, de manera autobiográfica, con todo el amor del mundo, es producto de mis recuerdos y vivencias, sobre todo las que compartí con mi Padre Pascual Emanuelli, mi madre Edna de Emanuelli, mi tío Ramón Emanuelli Cronista de El Callao, mis hermanas, mis hijos, mis amigos, de muchas entrevistas y conversaciones, de mis inicios en Nueva Onda del Calipso, cuando apenas aprendía a caminar, hasta mis 37 años como Integrante de The Same People, Calipso de El Callao.
Muchas anécdotas, personas, situaciones se me pueden escapar, queda abierto un espacio para la corrección de fechas, lugares, nombres… Para escribir historia, mis 49 años no son muchos, pero también es cierto que el Calipso de El Callao se ha transmitido de una generación a la otra de manera oral, quedando muy poco escrito. Aprovecho las redes sociales para que la historia que yo conozco quede plasmada en el tiempo y sea de provecho para las nuevas generaciones, sírvanse compartir todo lo que deseen. Recuerden que “Un árbol sin raíces, la tormenta lo convierte en leña”
Hagamos eco de las cosas buenas, el Carnaval de El Callao es una razón social, es una amalgama de pasiones, es mucho más que una lucha de quien tiene el mejor escenario, el mejor disfraz, o la mejor Comparsa. ¡Somos mucho más…! No por menos fuimos nombrados “Patrimonio Intangible de la Humanidad”.
Detrás de cada composición hay una historia, detrás de cada creación, disfraz, idea, existen lágrimas, trabajo, esfuerzo, un gran capital humano y económico invertido, que no debe ser desmerecido.
Cada Comparsa, cada músico, cada integrante, cada técnico de sonido, el que diseña, el que maquilla, el que cose, el que peina, el de las fotos y el video, el que reparte el agua, el que lleva una aguja y un hilo en el bolsillo para reparar un disfraz en el camino, el soldador, el que prepara el dompling, ¡el que lleva las cuentas para no quebrar…! todos, todos sacrifican su tiempo en familia, su espacio, para contarnos su mejor historia. La próxima vez que vean a una joven callaoense, hermosa, tratando de lucir su mejor disfraz, o un niño desfilando con su comparsita del colegio o de su sector, cuando un autor muestre por primera vez su pieza de composición, piensen cuantas horas de sueño, de recursos hay invertidos, cuanta ilusión llevan en su corazón para mostrarnos su mejor sonrisa.
Continuemos creando, seamos portadores de buenas noticias, seamos multiplicadores de las cosas hermosas que puede seguir ofreciendo El Callao, demos espacio a la felicidad en tiempos difíciles, donde la sonrisa se nos ha borrado casi por completo.
El Callao, seguirá siendo El Callao, El Carnaval, seguirá siendo El Carnaval… han sobrevivido a muchas tempestades y esta vez, no será la diferencia.
SIGAMOS LA FIESTA… HAGAMOS HISTORIA.
¿Cómo vive un callaoense su Carnaval?
Si es cierto que hemos leído en innumerables ocasiones que El Carnaval de El Callao es una fiesta que el participante decide cómo disfrutarla, el que quiere ser músico, el que se disfraza, el que se coloca la indumentaria de un Diablo, el muy respetado Traje de una Madama, pero… ¿Cómo lo viven aquellos que están detrás de bastidores? ¿Cómo lo viven aquellos que preparan una deliciosa empanada?, o te tienen una buena sopa al día siguiente. Después de la fiesta o cuando el estómago avisa, ya sabes que llegas al mercado y consigues un delicioso Domplín, el que cose, el que limpia, el que cocina, el que vende las bebidas…
Todo comienza, ya terminando el Carnaval, mentalmente hacemos planes de qué haremos para mejorar el próximo año, por eso cuando entra el mes de diciembre, ya estamos listos, ya los que manejan la Logística de Carnaval de cada Comparsa, tiene meses trabajando, pensando cómo van a alargar un presupuesto que no existe. Si usted cree que la vida de un músico no es fácil en estos tiempos, imagine la de un Calipsero, existe la necesidad de producir para un Show que queremos presentar, las interminables reuniones, donde el Carnaval de Brasil se queda pequeño de lo mucho que soñamos, pero cuando vemos el precio de una pluma, o cuánto cuesta un cuero de tambor, o sencillamente los juegos de cuerdas de los instrumentos, que mínimo se necesitan tres en el estuche de la guitarra, del cuatro, o del bajo, los sueños se van haciendo más pequeños y adaptándose a nuestras realidades, a nuestros presupuestos individuales.
Como decían mis amigos de “Un Solo Pueblo”, “La Cultura Popular tiene amigos a montones…” y comienzan a aparecer los que de una u otra manera quieren figurar, sin ser ni arte ni parte, esa ha sido la historia de nuestras vidas.
Pero vamos a otras cosas más emocionantes, los ensayos, ya le avisan a los que hacen las empanadas, que tienen que ir sacando sus presupuestos, los cálculos, “este año, el Carnaval va a ser lluvioso, mejor monto un puesto de sopas y no de empanadas”. Si normalmente vendo 100, en las fechas vendo 1000, les aseguro, que la mayoría de las veces eso no es así, y muchos se quedan esperando los clientes.
Era normal ver el camión de la basura colocando las guirnaldas en las calles, esperábamos con emoción el librito con la información de cuál iba a ser la distribución de las calles, y ¿dónde pondrán este año el boulevard de la comida? Convertimos tantas veces nuestro fastuoso y hermoso Héctor Thomas, y el Parque Juvenal Herrera en unos grandes estacionamientos.
Veíamos salir a las señoras de las mercerías, con rollos de encajes, de cintas de colores, emocionadas porque su presupuesto semanal le dio para comprar la tela de rosas rojas que combina perfecto con ese encaje. “Es que no puedo llevar el mismo traje este año para la Misa de las Madamas”, y va esa preciada bolsa entre sus pertenencias, pero lo mejor, es la sonrisa de saber que su traje será el más hermoso, no me equivoco al decirlo, al entrar a la Iglesia Nuestra Señora del Carmen el Domingo de Carnaval, es una desfile de glamour, de telas multicolores, de amplias sonrisas.
El que se disfraza de Medio Pinto, tiene meses buscando, “negro humo y melaza” de calidad, ¿Qué pasó Chiruco, por qué esa cara Perro? “Es que no conseguimos una buena melaza, esa no es de calidad, no da brillo, y ese negro humo hay que colarlo demasiado” y lo ves alejarse con cara de preocupación, si no consiguen lo que necesitan, sienten que su Show no es el mismo…
A Los Diablos, los ves salir con latas de pinturas de aceite, multicolores, y te preguntas, ¿cómo hacen, son tan costosas?, son muchachos tan jóvenes, dejan sus ahorros y los de la familia, construyendo máscaras impresionantes, el de la ferretería, les rebaja un poquito, y la costurera, rinde ese rollo de tela, para que se puedan disfrazar muchos.
Los niños, vemos a los niños emocionados desde que ven la primera comparsa de ensayo, en la Escuela, las maestras haciendo magia para que disfruten y aprendan sobre El Carnaval de El Callao, entre ellos eligen a la más linda del salón, “este año ganamos nosotros, tenemos a la más bonita de la Escuela”, en la casa una mamá preocupada, “muchacha este año no te metas en tantos problemas” ¿de dónde saco para hacerte un traje de reina? Pero la economía del hogar se modifica, y vemos niñas hermosas con trajes preciosos y una mamá orgullosa, cargando cuanto “perolito” consigue en la casa para que a la niña no le falte nada, y el papá con la cámara, tomando fotos, “esa que va adelante es mi hija”.
Los peluqueros acondicionan sus locales para recibir a todas las reinas, los maquillistas revisan que no le falten sus implementos, las mercerías hacen inventarios, los que llevan y traen encargos listos para comprar o buscar lo que necesitan las costureras, los comparseros, los restaurantes y puestos de comida, los que tienen una habitación extra, arreglan como pueden para alquilar… toda una logística familiar.
Los ensayos de las agrupaciones, decidiendo si salen o no el domingo, “es que tenemos que probar ese Calipso nuevo…”. Recuerdo el “Mono We We de Jackle”. Pascual a Baby, “hay que sacar ese calipso al aire”. Eugenio Baby Figueroa responde: “Dale vamos con esa, no vamos a esperar al domingo de Carnaval” y salió el Mono We, We… y había algo que no terminaba de convencer, las paradas, no son contundentes, tenemos que hacer algo… como buenos callaoenses, conocedores de Calipso a las 07:00 de la mañana del día siguiente, llego una doña de avanzada edad a la casa.
“Mira Pascual, o arreglan ese Calipso, o no lo bailo más, cuando va más sabroso, me hacen una parada, pierdo el ritmo y casi me voy de boca”. En el ensayo, ya sabíamos lo que pasaba, había que arreglar el tiempo de la paradas, no se estaba haciendo correctamente, resultados: Éxito del Mono Uí, Uí… ¡Así somos los callaoenses…!
Las tardes, después de la Escuela, los muchachitos del barrio, con las carretillas de su papá y algunas cajas de refrescos, mecates convertidos en cables, los baldes, convertidos en tambores, y los papás ayudando a amarrar las comparsitas, y recorren las calles del barrios, y todos en las puertas de sus casas bailando, estos “pininos” de Calipsos, ellos reuniendo entre todos para comprarse un bombón de azúcar en la panadería, sentarse en la acera y comentar que la comparsita estuvo buena ese día, los papás comprando un refresco, las mamás, sacando la jarra de agua mas fría, preocupados se reúnen para decidir cómo van a hacer para sacar la Comparsita Infantil del Barrio ese año.
Las muchachas preparando sus disfraces, y llegando a la casa de su agrupación favorita, de manera tímida y muchas veces no tan tímida. “Yo me quiero disfrazar”, ¿será que puedo? “Claro que sí! ya no tengo cupos en la lista, pero algo hacemos…” Buscando donde comprar unas medias panties de calidad, que le duren la vuelta, ¿Será que si me maquillo las piernas es suficiente?
Ni hablar de los amigos que nos llaman por teléfono. “Chica, será que tienes un espacio este año para poner cuatro hamacas, es que voy con unos compañeros del trabajo” y la respuesta de mi mamá cuando vamos a pedir el permiso, “ya saben tus amigos que no cocino en Carnaval, que se traigan sus cositas”.
Desde que comienza diciembre y a pesar de las vicisitudes, nos convertimos en el “Pueblo más Feliz de Venezuela” vivimos el Carnaval a plenitud, con emoción, con la satisfacción de saber que vamos a entretener a los que nos visitan, que somos referencia a nivel nacional por ser lo que somos.
Fotografías:
Rubén Alfaro
Ender García
Gerardo Farías
Archivo The Same People Calipso de El Callao
Archivo Nueva Onda del Calipso
Archivo Nueva Generación del Calipso
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