Opinión

¿Cómo salvamos a Venezuela?

Mi mensaje no buscaba generar polémica, simplemente con el pretendí exponer lo que siempre he pensado, un país no lo hace sus gobernantes, lo hace sus ciudadanos.
lunes, 01 noviembre 2021

Recientemente escribí un mensaje que compartí en la red social Twitter mediante un tuit que literalmente expresaba: “No, el país no lo recuperaremos cuando salgamos del régimen, el país lo podemos recuperar desde el instante en el que todos comencemos a ser CIUDADANOS y respetemos el derecho ajeno tanto como el nuestro, de lo contrario no tendremos jamás un país, gobierne quien gobierne”. Ese mensaje tuvo las más variadas respuestas, desde los que compartían mi punto de vista, como de los que a ultranza exponían salir del régimen y luego la recomposición se daría casi automáticamente.

Mi mensaje no buscaba generar polémica, simplemente con el pretendí exponer lo que siempre he pensado, un país no lo hace sus gobernantes, lo hace sus ciudadanos.

Aunque no es una pregunta de una sencilla respuesta la que titula este artículo, el elemento esencial para la puesta en práctica de cualquier plan para lograrlo si parece ser de un básico tan elemental, que la vuelve supremamente sencilla, este elemento no es otro que el respeto irrestricto de la ley, como bien una gran mayoría respondieron en interacción a mi mensaje, lo que me hace pensar y en gran parte aliviar, que un grueso número de venezolanos está claro de cómo se puede empezar la reconstrucción de nuestro país.

Como bien lo he pregonado en muchos de mis artículos publicados en este medio de comunicación, la vulneración del estado de derecho ha sido según mi apreciación y la de muchos destacados juristas nacionales, el mayor daño que el régimen ha cometido contra la nación, pues desde la posición correcta de cualquier modelador de un estado de convivencia, ha demostrado por el contrario su desprecio por ese valor de orden ciudadano, haciendo que muchos le emulen y hasta superen, por ello no pasa nada más la solución por un cambio de gobierno, sino también el cambio de la consciencia colectiva que ha sido moldeada, en proporción, con el mismo desprecio por el estado de derecho.

Todos debemos ser iguales ante la ley, no vale que usted ostente un determinado cargo de poder para que las normas no le sean aplicadas en lo absoluto, o les sean aplicadas con benevolencia, preferencia, complacencia o atenuadas para que no sienta el rigor de la ley, pero es precisamente hacia esta forma de aplicación selectiva de la ley que nos ha conducido la casta gobernante, por la que hemos vivido lamentablemente en medio de una de las más crueles crisis sociales de los últimas décadas.

Pero que hacemos como ciudadanos, es la respuesta a esta pregunta la que quizás pudiera tributar gran parte de la solución a esta crisis (de valores) a la que nos han sometido, la cual tiene su origen en el comportamiento de los que poseen el poder, pero que se potencia con la emulación de algunas arbitrariedades por parte de los ciudadanos, haciendo que se normalice en la colectividad el quebrantamiento del estado de derecho, imponiéndose en consecuencia la aplicación de leyes de supervivencia, en la que solo triunfa el más fuerte, en este caso el que más arbitrariedades cometa sin consecuencias.

Como defensor de los derechos humanos, tarea que me ha mantenido ocupado gran parte de mi trayectoria profesional, puedo decir con total responsabilidad que si cada ciudadano pone su parte, el camino al restablecimiento de la democracia y a la consecuente recuperación de la nación, que no patria ni pueblo, será mucho más sencillo, pero si seguimos replicando desde nuestra individualidad el modelo depredador de derechos exhibido por el régimen, seguiremos cayendo en el foso sin fondo al que fuimos empujados hace más de dos décadas.

La crisis de valores de las que muchas personas hablan como la verdadera calamidad en la actualidad, tiene su origen precisamente, a que cada vez son menos las personas convencidas y formadas con la consciencia suficiente para respetar las normas esenciales de convivencia, y ello tiene mucho que ver con la modelación y la moderación que exhiben nuestros gobernantes, porque cala en el subconsciente colectivo que se puede irrespetar la norma y no tener consecuencias, como lo hace quien nos preside y su séquito.

Es entre las opciones de hacer el bien o permitir el mal que se ponen a prueba los valores ciudadanos, en cada acción que emprendemos en nuestro día a día, debemos por tomar conciencia si eso que hacemos afecta a otro directa o indirectamente, si contribuimos a un país de orden o no con nuestras acciones, si puedo también violar la ley y esperar a no tener consecuencias, o si por el contrario pondremos énfasis en que cada cosa que hacemos, con ella generemos consciencia de que se puede hacer bien y mejor para el provecho de todos.

Normas tan elementales como el respeto al semáforo, respetar el paso de los peatones, ceder el paso, no colarse en una fila, no conducir con excesos, no arrojar basura en la calle, no contribuir con la corrupción así sea en micro escala, exhibir buenos modales, creámoslo o no, ayudan a hacer ciudadanía, esa que es tan necesaria para recuperar una nación, ya que repito, una nación la hace sus ciudadanos, y esos cambios traerán indudablemente una mejoría visible en todo el país o el cambio de todo un país.

Sé que muchos responderán a mi tesis que no hay forma de respetar normas cuando estas no existen, que por ejemplo no puedo respetar la luz de un semáforo cuando éste ni siquiera sirve, o lo tumbaron o se lo llevaron, pero aunque esto sea cierto, es precisamente allí de donde debemos extraer de nuestro sentido común ese gramo de valor que posee cada persona, y respetar hasta el paso bajo un semáforo dañado, si es cierto el semáforo está dañado, pero tanto para ti como para mí, por ello un ciudadano consciente evita pasar de manera rauda y arbitraria sin importar el derecho de paso de los demás, por qué así justamente es que lo hace el régimen y así exactamente es que desean que nos comportemos, como ellos, sin orden, en caos, pues en el caos ellos nos ganarán siempre y sobradamente.

El que muchos pertenecientes de la casta gobernante se comporten al margen de la ley, no puede ser nunca excusa para nuestro comportamiento, si le consideramos enemigos de la democracia y el orden, no podemos entonces parecernos a ellos, ya que si terminas pareciéndote a tu enemigo, éste habrá ganado. ¿Cómo salvamos a Venezuela?, simple, siendo y comportándonos desde ya como CIUDADANOS.

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