Opinión

¡Como cántaro roto! 

Estos son nuestros "Cántaros rotos..." que sin misericordia desangran al país...
jueves, 19 mayo 2022

Hola amigos: soy Bobby “el rottweiler chismoso y… feroz”. Hoy, acompaño a Ezequiel, el camarada millonario y capo político más influyente de la región, en su caminata matutina.

Salimos muy temprano, como es costumbre, nos acompaña el sempiterno amigo y abogado de la familia, Esteban Sierralta, y unos metros detrás, Carlos Soublette y Ángel Briceño, alias “Pedro Estrada” y “Cacha Corta” respectivamente, ambos, expolicías.

Ellos son nuestros eternos escoltas, van siempre cargados de “hierros”, como si fuéramos a la guerra.

En estos tiempos de pronunciados contrastes, donde pequeñas burbujas de suma opulencia, se contraponen a mares de inmensas miserias, el hampa florece, se multiplica y acciona de manera desbocada; además que, poseer “escoltas” está hoy de moda y es un inequívoco símbolo de poder, algo, a lo cual, estos nuevos “amos del valle”, no renunciarían.

Adicionalmente, éramos custodiados por uno de sus vehículos, conducido por Victor Alzate, el gran camelero.

Resultó que Ezequiel, es también contratista y posee una empresa “todera”, denominada “Eze-Universal C.A.”.

Hace apenas noventa días, le fue adjudicado “a dedo”, (como comúnmente ocurre en estos desgobiernos), un contrato millonario. Se trata de una obra para “Reparación de techos, pintura y misceláneas, para 1.043 paradas de autobús que hay en la ciudad. Es una inversión de 3.409.080 dólares americanos, muy importante, cuyo principal propósito no es apuntalar el servicio de transporte público, sino “maquillar” la muy desacreditada imagen de la ineptitud, la depravación administrativa y el abandono social, sufrido por nuestra ciudad, durante muchos años.

Quizás la intención primordial de esta “inversión”, es “contribuir” un poco más, al enriquecimiento de “enchufados” y “amigos”, quienes, como Ezequiel y sus acólitos, se afanan en el deslastre de fondos públicos, como si ya se deslizaran por el último tobogán de orgías, corrupción y engaño.

Ya estaba algo aburrido de tanto caminar sin poder correr, cuando finalmente, llegamos a la “Quinta Democracia”. Madamme Mikaela, la mulata y aún hermosa cocinera, ya tenía el desayuno preparado: café de Caripe, domplinas a lo callaoense, mantequilla de búfala de Monagas, huevos El Tunal de Barquisimeto, queso blanco rallado de El Palmar, de la finca del ”general”, quizás ya no tan camarada, pero aún amigo.

También se podía ver en la mesa: jamón de pavo importado del imperio, caraotas negras nicaragüenses y plátano frito del Zulia, y a mí, en la puerta de mi perrera, me esperaba un “suculento” y único plato para todo el día, perrarina La Sabrina.

Para este desayuno, en la suntuosa glorieta de esta bella mansión, se invitó al doctor Esteban Sierralta, abogado corporativo; al ingeniero Samuel Pinto, gerente de Operaciones de Ezequiel y al ingeniero Roberto Moreno, jefe de inspección de obras del ministerio. Mi dueño como anfitrión, cortésmente, los presentó e invitó a compartir la mesa.

Cuando Ezequiel recibió este jugoso contrato, se hizo el propósito de ejecutarlo a cabalidad. Ya se había escuchado, de muchas e importantes obras asignadas, pagadas y no ejecutadas, por famosas empresas, entre las cuales figuraba una brasileña, que embarró al oficialismo y a cierto gobernador “opositor” también.

Por otro lado, aún queda el sabor amargo que dejó la pasada administración de gobierno estatal, la cual, bien fuere por falta de afectos, de recursos, de capacidad, o de voluntad política, sumió a nuestra ciudad en un inimaginable pozo de miseria y deshonor, y Ezequiel, deseaba realizar una ejecutoria de contrato cabal; quería borrar huellas de desagravio y de vergüenza.

En todo caso, esa degradación vivida, fue menos notable por la falta de combustible (difícil de imaginar en un país petrolero), que confinó a todo un pueblo a su hogar y que hizo que, por un tiempo, nuestro país pareciera uno de duendes; uno donde los semáforos y el rayado de calles, poco importaba, y donde la basura esparcida por avenidas y parques, daba igual, de no ser por el hedor y la presencia de bandas de zamuros que custodiaban los postes de luz y nublaba los cielos.

Pues bien, los invitados a la mesa en la amplia glorieta con pisos de mármol de esta mansión revolucionaria, se dedicaron a degustar el banquete esmeradamente servido. Después de haber asimilado los últimos tragos de café, Ezequiel, su abogado Sierralta, su ingeniero Samuel Pinto y Antonio Moreno, el inspector del ministerio, se dirigieron al despacho del primero para revisar el estado del contrato.

Samuel explicó que éste había sido ejecutado en 98.3 %, y que aunque se había cobrado el monto de la obra por anticipado, aún faltaba por cancelar los montos correspondientes al “ajuste por inflación” y al de “incremento de obra”, es decir, $ 3.715.854 adicionales al monto original, lo cual arrojaba un total de  7.124.934 de dólares americanos, el doble.

Intervino Antonio Moreno para conformar esta presentación de Samuel.

Finalizada la reunión, y después de una corta sesión repleta de lisonjas, elogios y apologías, se retiraron Samuel y Esteban, con la excusa de continuar su labor y quedaron Ezequiel y Antonio Moreno para “afinar algunos términos adicionales”.

Ambos fueron rápidamente abordados y concluyó la reunión con el acuerdo de que Ezequiel debería transferir, en los próximos tres días contados a partir de la presente fecha, la cantidad de 2.200.000 dólares, a la cuenta de Rómulo Martínez, cuñado del “Jefe”, a su cuenta en el Intercontinental Bank, con sede en las islas Seychelles.

Luego del encuentro, Ezequiel tomó un grueso  fajo de billetes verdes de una gaveta de su escritorio y se la entregó al inspector del Ministerio, diciéndole: “¡Gracias hermano, muy buen trabajo! Encárgate de que la obra sea concluida la próxima semana para poder llevar la valuación final al despacho del ‘hombre’; te harás acreedor a otro ‘paquetico’, y preparémonos para iniciar el mes entrante, el contrato de asfaltado de la carretera San Fernando- Calabozo; son muchos cientos de toneladas de asfalto”.

Esa noche, Ezequiel revisó el balance de este contrato: se había gastado $ 1.153.000 en materiales y mano de obra; $ 2.200.000 en comisiones y 120.000 en coimas menores; todo ello sumaba un total de $ 1.473.000, que restado de los $ 7.125.934 de ingreso, resultaba en una utilidad de $ 5.651.934 aproximadamente.

Él y su esposa, esa noche se retiraron a descansar muy pronto. Al día siguiente, recibirían al viceministro de Obras Públicas, con quien tenía “negocios” por cerrar.

Estos son nuestros “cántaros rotos”, los que sin misericordia, desangran el país. Aquí se relató una de las muchas formas utilizadas para sifonear fondos públicos, a cuentas privadas de testaferros y mafias, todos ellos, delincuentes de cuello blanco.

De esta manera se han enriquecido groseramente unos pocos y se ha empobrecido a toda una nación; esta es una de las causas por la cual se multiplicó la miseria y se echó al exilio a más de 6 millones de compatriotas.

No hay recuperación posible para nuestro país mientras no se abren fábricas y se genera empleos. No podremos recuperarnos como nación mientras los servicios públicos sigan siendo poco menos que deplorables, pero, aun así, ahora obligan al pago como si disfrutáramos de servicios equivalentes los de París o Tel Aviv; no habrá recuperación económica mientras los municipios y el Estado en general, amenacen con el cobro compulsivo e irracional de impuestos, los más elevado de la historia, a industrias y comercios. Estamos degollando a la gallina de los huevos de oro, una vez más. Y lo peor, es que nadie dice, ni hace nada…

Nota: Cualquier parecido con la realidad, es una mera coincidencia.

CE.mgarciat84@gmail.com

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