Ciudad Piar: embrión del Dorado Ferrífero (Cuento)   

Queridos lectores: Soy Bobby ¿recuerdan?, la mascota de Ezequiel.

Hoy, a muy temprana hora, nos preparamos para efectuar un viaje por carretera. Nuestro destino: Ciudad Piar, estado Bolívar, embrión del desarrollo urbanístico e industrial; también, el Dorado ferrífero de Guayana

Le contaba Pedro Conde, ex empleado de la OMC, a Ezequiel y a un pequeño grupo de amigos,  que Ciudad Piar fue un hermoso pueblo, fundado al pie del imponente Cerro La Parida o cerro Bolívar, como posteriormente se le denominaría.

Se levantó  a orillas de la Pandura, alguna vez, hogar de guacharacas y araguatos, con cantos matutinos unas y algarabías vespertinas.

Este poblado fue planificado con una visión moderna y futurista, por venezolanos: por Francisco Carrillo Batalla, Moisés Benacerraf (Yale), y Carlos Guinang Baldo (Harvard), a petición del Sr. Mack Clayton Lake, primer presidente  de la Orinoco Mining Company, (OMC), empresa recién registrada y destinada a explotar el Dorado ferrífero de esa zona.

En base a esos objetivos, se construyó este asentamiento minero, fundado el 9 de febrero de 1952, por el coronel guayanés, Luis Felipe Llovera Páez, quien puso la primera piedra.

Allí, se levantaron instalaciones industriales y habitacionales, recreativas, médicas, educacionales y comerciales, para los trabajadores. Debe mencionarse que Ciudad Piar, originalmente, Ciudad Tocoma y Ciudad Caroní, posteriormente, renombrada como “Puerto Ordaz”, fueron concebidas simultáneamente.

La primera, Ciudad Piar, fue dotada con viviendas de distintas dimensiones y clases, clubes para trabajadores y supervisores, piscinas, caballerizas, campo de golf y un pequeño hotel, partiendo de un gran centro, compuesto por una plaza, un Centro Cívico, una iglesia, una sala de cine, un comisariato, locales comerciales y otros habitáculos también, para  instituciones oficiales, como alcaldía, policía, oficina de correos, oficinas para el ministerio de Minas, etc., al igual que una gran escuela y un hospital.

En las adyacencias, un mercado, una planta de tratamiento de aguas servidas y hasta un área para contratistas.

En la entrada del pueblo, se construyó un comando para la Guardia Nacional, una bomba de gasolina, con su respectivo local para taller y venta de repuestos; también, un edificio para la administración de la empresa y otro para almacén, taller, plantas eléctricas, etc..

Todas estas construcciones, con calles asfaltadas, fueron provistas de amplias aceras y alumbrado público; se instituyó la recolección diaria de basura y vigilancia permanente. Ciudad Piar, al igual que Puerto Ordaz, fueron dos joyas de planificación urbana, concebidas por nacionales.

Con esta concepción en mente, se trató de cerrar “espacios” a la marginalidad y miseria rancheril, pues todo lo necesario para la vida digna de los ciudadanos, se incluyó en el proyecto; hasta se sembraron cientos de árboles, como el mango, en terrenos considerados estériles.

Quienes transitamos por esa experiencia, decía Pedro Conde, siempre soñamos con que los gobiernos, todos, hicieran lo mismo: “planificar desarrollos de ciudades integradas”, como decía Benacerraf.

Esta sí habría sido una forma certera de “hacer Patria”, y hoy, no tendríamos a nuestras espaldas, ciudades mostrando sus indignas barriadas de inmerecida pobreza.

Esta fue la breve descripción, que le hizo Pedro Conde, a Ezequiel, el día anterior al viaje. Este era un exempleado, ya jubilado de FMO, que por muchos años, trabajó en “Mantenimiento de vías”, refiriéndose a la vía férrea.

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