Ciudad Guayana: ¿Una Dubai industrial?
Sesenta años cumplió hace poco esta prodigiosa ciudad venezolana llamada Ciudad Guayana. Aquí lo que sobra es el talento en las diversas áreas del quehacer humano, pero poco a poco todo se va transformando como no debe ser. La política y el sindicalismo mal llevado, han detenido lo que pudo ser una potencia tecnológica e industrial.
Si observamos a la ciudad desde un avión, es una belleza impresionante, pero los problemas profundos están ocultos a la sombra de las grandes y hermosas edificaciones. Los servicios fundamentales han colapsado. El agua, la electricidad y el transporte, se han convertido en un terrible tormento para los habitantes de esta maravillosa ciudad. Algo que pocos ven y no les interesa mucho, es la contaminación del río Caroní por los millones de metros cúbicos de aguas servidas, sin ningún tratamiento químico.
En lo político, hemos tenido alcaldes que declaraban en los medios de comunicación social, que otorgar una patente municipal requería entre seis meses y un año. Algo increíble y absurdo. En EEUU o Europa, si algún permiso pasa de 72 horas, se toman medidas drásticas contra el funcionario que no decidió. Eso era de una prepotencia total, no había manera de que aceptaran el error.
Para darles un pequeño ejemplo de lo que no es saber gobernar por querer demostrar que se tiene el poder, les voy a mostrar algo insólito. Los residentes de la ciudad conocen lo que es Las Amazonas. Eso era una urbanización industrial impresionante. Poseía todos los macro servicios, con campos deportivos, sitios recreativos y áreas de servicios públicos de todo tipo.
Ya Corpo Industria, había otorgado 208 créditos para empresarios que tenían asignadas parcelas en Cambalache y se trasladaron a esa zona industrial y les explicaré el motivo por el cual tomé esa decisión, cuando era gerente de Bienes Inmuebles de la Corporación Venezolana de Guayana.
En el actual Amazonas, las invasiones eran permanentes, detrás de ellas estaban los negociantes de tierras. Para enfrentar a estas invasiones se requerían unos cien efectivos de la Guardia Nacional y los agentes de seguridad de la CVG. Algo de grandes magnitudes que no se podía atacar desde el inicio porque era necesaria la presencia de un juez y un fiscal del Ministerio Público y era difícil lograr que estos funcionarios nos apoyaran, por las críticas de los medios. No voy a contar el proceso de desalojo, por el limitado espacio.
El asunto es que la alcaldía del Municipio Autónomo de Caroní se negaba a dar el permiso de habitabilidad porque había contaminación y la alcaldesa se negaba a que se desarrollara una zona industrial y no hubo manera de convencerla. En lugar de obligar a las grandes empresas a colocar filtros en las chimeneas, cuyo producto se podía comercializar, se dedicaba a lo absurdo y todo se perdió. Suspendí el control de las invasiones y eran kilómetros de carros llevando utensilios para ubicarse en parcelas, con el grupo de apoyo de los negociantes.
Todos los fiscales de la CVG fueron despedidos de manera ilegítima porque los acusaban de estar en el negocio de las parcelas. Me llegaron más de 150 acusaciones contra ellos y esas cartas las pasé a Relaciones Industriales. Les rogué que los cambiaran y no los despidieran, pero por órdenes superiores salieron. Esa es la actual gigantesca urbanización Las Amazonas, creada por mí, pero no podía hacer otra cosa.
Cuando hablé sobre las 208 parcelas que se habían llevado desde Cambalache, fue originado por las lagunas para depositar los LODOS ROJOS de INTERALÚMINA. Ese producto tóxico que es consecuencia del manejo de la bauxita para convertirla en alúmina y luego procesar este producto en las celdas de las fábricas de aluminio, requieren de cinco hectáreas de terrenos cada año y todo se había agotado y el Orinoco se contaminaba. Interalúmina debe ser llevada a otra parte y eso requiere de un complejo diseño que permita hacer llegar la alúmina a las empresas. Pocos ven esos grandes problemas.
Gran parte de la zona industrial de Ciudad Guayana, debe reconstruirse. Lagunas, calles destruidas, seguridad cero y decenas de problemas por permitir construcciones indebidas que hicieron colapsar a los servicios y no es fácil solucionar esto.
Para no disgustar a muchos, me voy a referir al sindicalismo de la construcción. Si alguien se veía obligado a realizar una mínima ampliación a su casa, aparecían unos dirigentes del sindicato, que tenían a la ciudad repartida entre ellos y se hacía imprescindible emplear a dos de ellos sin que hicieran otra cosa que ir a cobrar los fines de semanas. ¿Qué ciudad se desarrolla así? Absolutamente ninguna.
¡Buena suerte!
Nota.- PRIMICIA cumplió 10 años y en todos ellos escribí mis artículos. Tengo algunos comentarios que hacer y será después. Gracias por leer mis artículos, es un gran honor para mí.
@Dabega26
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