Opinión

Carta a un futuro presidente

"La gente también quiere volver a tener empleos dignos. Desean trabajar en alguna de las cientos de empresas expropiadas, confiscadas, quebradas y abandonadas."
jueves, 17 diciembre 2020

Estimado futuro presidente:

El país quiere volver a la normalidad. La gente desea acudir al supermercado de su preferencia y comprar la carne, el pollo y el pescado; también, la pasta, el arroz y el azúcar de su marca favorita; e igualmente, las verduras, hortalizas y hasta bebidas carbonatadas de su elección.

Pero lo más importante, es que a la hora de pagar, quieren hacerlo con papel moneda nacional no devaluado, o con tarjeta de crédito o débito.

Sr. futuro presidente: la gente también quiere volver a tener empleos dignos. Desean trabajar en alguna de las cientos de empresas expropiadas, confiscadas, quebradas y abandonadas.

Necesitamos reactivar ese gran plantel industrial, dinámico y próspero que alguna vez fue. Aunque este es un sueño de los trabajadores, también lo es de la nación; allí están los empleos que ponen el pan sobre la mesa y alimenta a nuestros hijos.

Por su parte, nuestros industriales, esos empresarios dueños de fábricas, empleadores de un gran número de venezolanos, desean poder construir más plantas y deben hacerlo hasta llegar a satisfacer las necesidades de la población; son fábricas necesarias también, para poder diversificar nuestras economía y así, no depender sólo del petróleo; tenemos que exportar todos aquellos productos, que con materias primas y talento humano criollo, sean competitivos en los mercados internacionales.

Para ello, sin embargo, algunas otras medidas deberán tomarse.

Por ejemplo, es necesario permitir la libre convertibilidad del bolívar a dólares o a cualquier otra moneda foránea y emitir “cartas de crédito”, para la adquisición de materias primas y de aquellas partes y repuestos necesarios.

El sector comercio, por otro lado, uno de los mayores generadores de empleos, necesita que se restablezca la libre oferta y demanda, la que tantas veces fue atropellada con desenfreno y violencia.

Es imperativo levantar controles y fomentar una enérgica competencia, para que, como mano invisible, se haga posible la “autoregulación” y se optimicen los precios.

La falta de ese mecanismo, creó serios perjuicios al crecimiento de la economía y del país; también es obvio que la creación de este mecanismo, debe hacerse acompañar del funcionamientos de una severa ley antimonopolio y anti “Dumping”, y así, ir perfeccionando la economía; esa, cuyos diferentes sectores, requieren que tengamos un Banco Central independiente para que regule con eficacia las tasas de interés, establezca un encaje legal que incentive el crédito y la inversión y que controle la inflación, sin perder de vista el empleo.

Los armadores del país, por su parte, desean se abran los puertos a la exportación e importación. Aranceles razonables deberán regir, para espantar las perniciosas prácticas proteccionistas del Estado, del monopolio y de los oligopolios.

Venezuela y sus diversas instituciones quieren que el país goce de un sindicalismo libres, e independiente del yugo político. Para ello, se hace imperativa la selección y nombramiento de autoridades laborales con un alto grado de autonomía (Inspectores del Trabajo) para que el país goce de niveles de justicia, convivencia y paz laboral.

Estas nuevas autoridades deberían ser seleccionadas mediante concurso, por una comisión tripartita compuesta por un representante del Ejecutivo, uno del sector sindical y uno del sector empresarial. Este servicio de mediación será gratuito, solo para los trabajadores no sindicalizados.

El país, por otro lado, también necesita de emprendedores y de nuevos capitales y por tal razón, se sugiere que las empresas establecidas vendan acciones a sus trabajadores.

Estas serán canceladas con el aporte de “utilidades” y créditos bancarios. Para esto, el sindicato y la Asamblea Nacional, deberán promover una ley y su reglamento, que haga posible la materialización de este beneficio.

El sector salud por su parte, requiere abrir caminos para que la población en general, sea atendida dignamente en modernos centros hospitalarios, módulos, etc y dadas las precarias condiciones financieras del Estado, se hará necesario la inversión privada, para que asuma este servicio de HCM, fundamentalmente.

Los servicios de medicina comunitaria, serán prestados gratuitamente por el Estado.

El pago del HCM, se efectuará con la adquisición de pólizas de seguros, que deberán cancelar los usuarios. En los casos de personas con bajos recursos, ellas serán subsidiadas, parcial y principalmente, por el Estado.

Un país rico en materias primas como Venezuela, no puede permitir que sus ciudadanos vivan sin una protección adecuada en materia de salud.

La educación, tan importante como la salud, debe estar presente en nuestras vidas desde el mismo momento en que nacemos, hasta nuestros últimos días. La vida, debemos entenderla, como un proceso de continuo aprendizaje.

La gran inversión en educación, se deberá hacer durante el período inicial de la vida del infante; es decir, comenzando el preescolar, manteniéndose hasta culminar los estudios técnico-universitarios. A partir de ese nivel, disminuirán los requerimientos de inversión, que serán financiados parcialmente, por los ciudadanos.

La seguridad ciudadana, futuro presidente, requiere también de muchos recursos en materia de comunicaciones, transporte, dotación y particularmente, formación del talento humano; la misma, no sólo irá dirigida a los integrantes de los cuerpos de seguridad del Estado (policías), también los ciudadanos todos deberemos ser objeto de formación para la defensa y protección. Este es un sector que “tiene” que ser severamente despolitizado y descentralizado.

En este sentido, una nación como Venezuela, no pude entrar en carrera armamentista alguna; por el contrario, sus Fuerzas Armadas pueden y deben ser reducidas drásticamente. Sería prudente copiar algo de lo que en este sentido, hace Costa Rica y el mismo estado de Israel. Es mucho más eficiente y productivo invertir en diplomacia y política exterior, que hacerlo en chatarra bélica.

Con relación al petróleo, minería, energía y Empresas Básicas, todas ellas deberían ser privatizadas. Algunos controles necesarios deberán ejercerse a través de sólidas Agencias de Regulación independientes.

En cuanto al Impuesto Sobre La Renta, esta debe ser una de las instituciones del Estado más sólidas y la de mayor solvencia moral. Debe ser apolítica y con un alto grado de autonomía. Debería estar dirigida por una junta directiva compuesta de personalidades de probada honorabilidad, escogidas por concurso y con carácter vitalicio.

Habrán impuestos municipales, estatales y nacionales, que servirán para sufragar el gasto corriente y hacer las inversiones requeridas por parte de las autoridades respectivas.

Por último, Sr. futuro presidente, será necesario realizar un nuevo proceso de selección de candidatos para conformar el Tribunal Supremo de Justicia y la junta directiva del Consejo Nacional Electoral, conforme a la Constitución.

No debe quedar duda alguna sobre dicho proceso y la honorabilidad de los escogidos; luego, deberá llegarse a un acuerdo con las fuerzas vivas del país, no solo la política, para hacer elecciones libres, transparente y con veeduría internacional amplia, a objeto de celebrar elecciones en las cuales se escogería al presidente, diputados, gobernadores y alcaldes.

Le puedo asegurar, Sr. futuro Presidente, que si usted hace lo que aquí se señala, Venezuela, en un período inferior a un quinquenio, volvería a ser una nación próspera, libre, justa y democrática.

“Uno de los grandes errores es juzgar las políticas y programas por sus intenciones, en lugar de por sus resultados”. Milton Friedman.

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