Bitácora Industrial
Petróleo y Constitución
Todos los gobiernos que ha tenido el país desde Guzmán Blanco hacia acá han proclamado la necesidad de reducir la dependencia petrolera, pero en lugar de eso lo que han hecho todos es profundizarla hasta el punto de que desde hace dos décadas es prácticamente el único producto que se exporta y por supuesto la única fuente de ingresos de divisas. El país es lo que el petróleo permite que sea y hoy la industria petrolera ha llegado al punto de que si las tendencias se mantienen, llegará el momento en el que las remesas familiares desde el exterior van a ser similares al ingreso por las exportaciones petroleras. De lo que logramos exportar, el mayor volumen actual es para pagar las deudas por préstamos de China y Rusia, lo que deja un ingreso mínimo que no alcanza para pagar las importaciones imprescindibles y por eso el gobierno está quemando las reservas en oro, en un volumen tal que lo que vende no se logra reponer con lo que los mineros de Guayana le venden al Banco Central. El país en todos sus aspectos depende de tal manera de él, que desde hace años la Constitución debió haber incluido al petróleo como una materia protegida de los vaivenes de la política, estableciendo la obligatoriedad de acuerdos nacionales para decidir lo que se hace con esta industria. Si hubiera existido una protección como esta, no habría sido posible que Pdvsa no tenga recursos de inversión para por lo menos mantener su producción en un nivel aceptable, mientras el país ha destinado cientos de miles de millones de dólares en proyectos en el exterior, que no sirvieron para nada. El petróleo tendría que estar blindado en nuestra Constitución para impedir que algo tan vital para los venezolanos pueda ser manejado a capricho por algún gobernante, con resultados como los que se están viendo en este momento. Pdvsa, que fue una regadera de recursos por todo el planeta, hoy no puede invertir ni siquiera para reponer algunos pocos taladros de perforación, y por las deudas que asumió a nombre del país, según algunos economistas está técnicamente quebrada. De todo lo que salió al exterior no se puede recuperar ni una ínfima parte que pudiera servirle de oxígeno a Pdvsa. Esta situación se puede superar, pero la única manera de impedir que se repita es blindar a la industria petrolera en la Constitución, otorgándole un rango que esté por encima de lo que pueda decidir algún gobierno o gobernante. Esta discrecionalidad determinó que Pdvsa esté prácticamente quebrada, cuando en las últimas décadas el país tuvo los mayores ingresos petroleros de toda su historia.
Racionamiento forzado
Expertos conocedores del sistema eléctrico nacional están diciendo que si la capacidad actual de generación no es suficiente para abastecer el consumo, no queda otra opción que establecer un racionamiento programado para impedir la sobrecarga de las unidades de Guri, Macagua y Caruachi, que si se llegaran a dañar por eso, el daño sería mucho peor y prácticamente irreparable. Y creo que es unánime el criterio de que es preferible tener electricidad algunas horas al día, de manera segura, a correr el riesgo de quedarnos sin energía no se sabe por cuánto tiempo. En muchos países del mundo han tenido meses con racionamiento eléctrico, precisamente porque el consumo ha superado su capacidad de generación. Eso pasó por ejemplo en California, lo que obligó al cierre de algunas industrias de alto consumo, entre ellas reductoras de aluminio. El país debería tener electricidad suficiente para abastecer el consumo, porque hay capacidad nominal instalada por encima de 30 mil megavatios, con un consumo que no supera los 14 mil, pero el problema según técnicos del sector, es que el parque termoeléctrico tiene un alto porcentaje inoperativo y el sistema hidroeléctrico del Bajo Caroní también está operando muy por debajo de su potencial. Y si lo estuviera, tampoco es posible transportar al resto del país lo que genera, porque las líneas de transmisión tienen una capacidad limitada. Si se explican bien las razones para el racionamiento, y se cumplen los horarios, estoy seguro que la población lo entendería y se adaptaría al nuevo sistema. Eso sería preferible a vivir a la expectativa ante los apagones imprevistos y frecuentes, que tantos problemas causan. El sector productivo podría programar su nuevo horario de trabajo en función de ese racionamiento y el país podría recuperar una cierta normalidad. Pero para que el país acepte un nuevo racionamiento, lo primero que tiene que hacer el gobierno de Maduro es decir la verdad acerca de la real situación de la electricidad, tanto en las centrales hidroeléctricas como en las plantas termoeléctricas, que tampoco generan lo que deberían pero de las que nada se ha dicho.
Una braga espacial
Esta semana estaba previsto que por primera vez dos mujeres hicieran una caminata espacial en órbita de la Tierra, pero ello no fue posible porque a una de ellas los cuatro trajes espaciales que hay en esa estación, le quedan grandes. La otra pudo salir al espacio con un traje mediano, que le quedó un poco grande, pero le permitió moverse con seguridad fuera de la estación. Los técnicos de la NASA explicaron que la situación se presentó porque solo tienen 11 trajes, 4 de los cuales están en la estación espacial y fueron diseñados solo para hombres, o en todo caso unisex pero para personas que tengan más o menos la misma complexión. Una de las dos mujeres que están en la estación es pequeña, por lo que incluso los trajes talla “S” para hombres, le quedan grandes. La NASA no va a ordenar nuevos trajes de este tipo, que ya tienen 20 años, porque están diseñando los que permitirán a los seres humanos estar sobre el suelo de Marte, en otro planeta, o en la Luna, con mayor seguridad que la primera vez. Fabricar trajes espaciales se tarda 5 años, porque hay que probar todos los materiales en una serie de ambientes, para garantizar hasta el máximo posible la vida de los astronautas. Los trajes actuales en la Tierra pesan 150 kilos con todos sus equipos, lo que en el espacio no es problema porque con gravedad cero, no pesan nada. Pero los nuevos deberán reducir ese peso, porque por ejemplo en Marte, un traje de los actuales pesaría por lo menos 50 kilos lo que limitaría mucho los movimientos de los astronautas. Cada traje de los actuales tuvo un costo de 22 millones de dólares y se estima que cada uno de los nuevos costará más de 30 millones, tomando en cuenta que el ambiente en Marte es mucho más hostil para la vida humana que en la Luna o en el espacio exterior en órbita de la Tierra.
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