Opinión

Bauxilum: la mina

"Estas circunstancias, hicieron que la escogencia de Guayana para desarrollar la industria del aluminio, fuera, no solo estratégica, sino muy acertada".
jueves, 08 octubre 2020

La destrucción del aparato productivo oficial del país, ha sido total, desde la “A” a la “Z”. En este sector, no ha quedado ladrillo sano, ni moral sin fractura.
Bauxita Venezolana C.A., (Bauxiven), la original, y su mina en Los Pijigüaos, estado Bolívar, es una más, de las tantas y muy agraviadas industrias de esta nación.

Como todos sabemos, Venezuela es muy rica en minerales. Abunda el hierro, el cobre, el oro, la bauxita y otros. Para el año 1944, el Gobierno nacional se interesaba en este último tipo de mineral; pero no fue sino hasta 1951, cuando se descubrió un primer yacimiento en el Cerro El Chorro, a unos 5 kilómetros de Upata, en el estado Bolívar.

Desde entonces, se encontró mucha bauxita y toda, en Guayana, como la de Tumeremo y El Palmar y también, la de Los Pijigüaos, del municipio Cedeño.

En 1974, se creó una comisión coordinadora para la explotación de este mineral, y en 1976, fueron tomadas varias muestras del gran yacimiento de Los Pijigüaos y enviadas a los laboratorios de Swiss Aluminum Ltd.

El resultado develó un contenido de aluminio superior al 50 %. Esta circunstancia, sumada al hecho de que en esta región también se encuentra el mayor potencial hidroeléctrico del país, materia prima fundamental en el proceso de la reducción del aluminio, hizo que la escogencia de Guayana, para el desarrollo de esta industria, fuera, no sólo estratégica, sino muy acertada.

Por otro lado, Interalúmina, cliente exclusivo, por ahora, de Bauxilum, está igualmente localizada en su misma zona de influencia y enlazada con ella, por el río Orinoco, autopista fluvial que, además, conecta a Ciudad Guayana con el mundo.

Haciendo un poco de historia: El geólogo Armando Schwarck Anglade, en 1970, localizó una coraza laterítica (bauxita) entre los ríos Suapure y Parguaza, en Los Pijigüaos, cerca de Caicara.

El 7 de julio de 1976, los geólogos Gregor de Ratmiroff, Vicente Mendoza y Felix Schmid de Swiss Aluminum Ltd., tomaron algunas muestras de ese yacimiento y las enviaron a los laboratorios de la empresa Suiza antes nombrada, para determinar su grado de pureza.

Se dice que una bauxita es aceptable cuando el contenido de aluminio en ella es superior al 45 %; la de Los Pijigüaos, resultó tener un 49,5%.

El 19 de agosto de 1977, Argenis Gamboa, presidente de la CVG, hizo el anuncio formal de un hallazgo extraordinario de bauxita en Los Pijigüaos y la disposición de explotarla.

El campamento definitivo para el desarrollo de este proyecto, se construyó cerca del asentamiento de la etnia de los indios Mapoyo y se perfiló, además, como el inicio de la implantación de un importante polo de desarrollo en esa zona.

En 1980, después de realizados los estudios pertinentes, se determinó que habría Bauxita, de un 49.5 %, hasta por 320 millones de toneladas o unos 53 años de explotación de la mina a toda capacidad.

El 20 de febrero de 1979, se crea la empresa Bauxita Venezolana C.A., o Bauxiven, con una capacidad de producción de 6 millones de toneladas anuales y con la misión de desarrollar, explotar y comercializar la bauxita de Los Pijigüaos.

Se dijo que esta fue “la única empresa del grupo CVG, planificada y activada en su totalidad, por personal técnico venezolano”.

Entre los años 1979 al 1984, obstáculos financieros y políticos, la mantuvo en la parrilla de espera. En 1984, con Leopoldo Sucre Figarella como presidente de la CVG y Héctor Soucy como presidente de Bauxiven, vuelve a reactivarse este proyecto, y esta vez, en grande.

Este periodo de prosperidad de la CVG y de Bauxilum, coincide con el inicio de una prometedora bonanza económica para Venezuela entera, originada por un inesperado y muy elevado incremento en los precios del petróleo.

El país vivió una de sus mejores épocas de desarrollo y se inició un período de crecimiento sin igual, ideal para la “siembra del petróleo” de Arturo Uslar Pietri.

Fue entonces cuando se construyó, entre otras obras, 330 kilometros de carretera asfaltada, de Puerto Ayacucho a Caicara; 26 puentes; 2 hospitales, y en Los Pijigüaos, se edificó, viviendas equipadas, guarderías, preescolares, primaria y liceo para bachillerato y hasta un centro comercial.

En 1985, se diseña y establece un plan inicial de explotación, asistidos por ingenieros de mina y geólogos de FMO, escogidos por su larga trayectoria y experiencia en este oficio.

Para la explotación racional de la bauxita, se determinó que deberían utilizarse camiones de 100 toneladas, cargadores frontales, palas mecánicas, y D,-9 con “scraper”, para “aflojar” el mineral y así, no tener que utilizar explosivos.

El 1 de diciembre de 1986, Leopoldo Sucre Figarella y Hector Soucy, despacharon la primera gabarra, con 600 toneladas, la “María Eugenia”, desde El Jobal hasta el muelle de Interalúmina, en Puerto Ordaz, con un recorrido de más de 600 kilómetros.

Con este embarque, se inicia la integración vertical del negocio del aluminio en Venezuela (Bauxita- Alúmina-Aluminio).

En 1989, se inicia el transporte de bauxita por vía ferroviaria (54 kilómetros), desde la mina de Los Pijigüaos hasta el muelle de El Jobal, sobre el río Orinoco. La estructura accionaria de Bauxiven, para esta fecha, era de 99 % CVG, y 1 % Swiss Aluminum Ltd.

En 1994, fusionan a Bauxiven con Interalumina. Esta fue una decisión, a todas luces desafortunada; la mina, ahora, tendría una gerencia “subalterna” y estaría sumida en el ostracismo.

Aun así, en los años sucesivos, los volúmenes de producción fueron estables. Por ejemplo, para 1994 se produce, 4.7 M toneladas; para el 2000, se produce 4.3 M/toneladas; para el 2006, se produce 5.92 M/toneladas; pero desde el 2012 en adelante, ya está, comienza a tambalearse.

En el 2014, la producción se redujo a 2.3 millones de toneladas y para 2015, esta descendió hasta 0.9 MTons.; esto es un 16 % de la capacidad instalada de la mina.

De ahí en adelante, la producción, colapsó y el polo de desarrollo, también; aparte de la “cestería”, por cierto, labor marginal, identificada con el subdesarrollo, no se promovió actividad económica alterna alguna. El Estado se olvidó de la agricultura, la industria forestal, la piscicultura y otras que pudieron paliar el fracaso de Bauxiven.

Existen varias causas para tan abrupto y descomunal desbarrancamiento. La más importante y conclusiva, fue la severa crisis eléctrica, con su efecto dominó; a esto se sumó, la desmoralización del personal; la falta de recursos, progresiva y cada vez, más aguda; una muy baja disponibilidad de equipos (palas, D-9, cargadores frontales, camiones, locomotoras, trituradoras, apiladores, recuperadores y cargador de gabarra), debido a la falta de repuestos y su correspondiente mantenimiento.

También se dieron problemas laborales, los cuales se fueron haciendo cada vez más severos y frecuentes y tensiones con las etnias de la región, por el abandono de los trabajos (recuperación del medio ambiente) con esas comunidades.

Las consecuencias de abandonar una empresa como Bauxiven, nunca fue calculado. Con ese deslastre, se perdía millones de dólares invertidos; se enterraba un incipiente polo de desarrollo; desaparecía la mayor operación minera cielo abierto, después de la del hierro en Ciudad Piar y se daba sepultura a la viabilidad de crecimiento de Los Pijigüaos.

Todo ello, se tradujo en un porrazo más para la capacidad productiva del país, de la Corporación Venezolana de Guayana y un golpe certero para la industria del aluminio.

Por la severidad de los daños ocasionados, solo cabe esperar que quienes lo propiciaron, sean juzgados y castigados en consecuencia. A quienes algún día les toque recuperar este nuevo cadáver industrial, producto de la incompetencia, el oprobio y la corrupción, les espera tener que hacer una inversión mayúscula, no sólo para la recuperación de lo material, sino para volver a conquistar la confianza de inversionistas, trabajadores, clientes, proveedores y también de la sociedad en general.

Es obvio, que para la futura reconstrucción de Bauxiven, lo más acertado será invitar a inversionistas privados para que ellos determinen, dadas las nuevas circunstancias, la viabilidad de reflotar esta empresa (costos de producción y rentabilidad, entre otros factores).

Este daño material y moral, sufrido por el país, no puede volver a repetirse jamás.

Queremos señalar que el nombre de “bauxita”, proviene del nombre de un pueblo francés “Les Baux”, lugar donde por primera vez, fue reconocida como tal.

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