Opinión

Ardiente como un horno

La fe que piensa.
jueves, 14 noviembre 2019

Llega el día
Las lecturas del domingo traen aires escatológicos. Como suelen decir los entendidos, la escatología habla del “ya, pero todavía no”: hay señales futuras en el presente, que nos dicen que la realidad aún no se manifiesta por completo, pero lo hará. Para poder alcanzar el futuro deseado, hay que construirlo en nuestro presente. En el caso del pueblo de Israel, el futuro está determinado por la justicia divina. En una historia donde lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, estaba bien definido, es más sencillo pronunciarse sobre la justicia que Dios impartirá.

Es el día del juicio. Es un día “ardiente como un horno”: está tocando a la puerta de los hombres para colocarlos en su balanza, y juzgarlos consiguientemente. Lo simpático del tema es que los justos son los primeros interesados en que llegue el día en que Dios se manifieste, pues es un Juez misericordiosamente justo y ellos tienen sus obras como la mejor carta a mostrar al Rey Eternal, cuando estén en su presencia, porque estas obras se inscriben en el horizonte futuro que los justos se comprometieron a hacer presente.

En conclusión. El día futuro —ardiente como un horno— sirve de motivación para la predicación de la Iglesia en el presente.

Guerras y revoluciones
En el evangelio de Lucas, Jesús aparece igualmente hablando en tonos escatológicos. Hay personas tan anonadada por la belleza de la sinagoga —es el caso que aborda el pasaje— que se quedan presa en la contemplación de su belleza, sin dar un paso concreto. Ante la estupefacción de los presentes, Jesús toma la palabra para hablar de un Armagedón que está por desatarse, y que precederá al día “ardiente como un horno”. Será un tiempo de calamidades, de guerras y revoluciones, como preludio de la desaparición de esta historia.

¿Qué hay detrás de tan encriptadas frases? Jesús está llamando a la perseverancia a unos cristianos que empiezan a encajar los embates de la persecución religiosa. Es menester mantenerse fieles mientras se capea la borrasca. Es obvio que la hecatombe futura no puede determinar el trabajo presente del cristiano, a quien se le anima a mantenerse incólume, sino que cumple la función de relativizar el presente.

En conclusión. El día futuro sirve para darle la justa medida a las cosas y situaciones; pero también sirve como combustible para avivar la esperanza. El día venidero relativiza pues el presente.

Un ejemplo a imitar
El día “ardiente como un horno” está por venir. ¿Nos quedamos sentados, esperando pasivamente su llegada? Pablo dirá a los Tesalonicenses que imiten su ejemplo. Es decir, hay que trabajar sin cansarse ni desanimarse. El pan que nos llevamos a la boca, es fruto de nuestro trabajo. Es un hermoso ejemplo a seguir en un país donde el acceso al alimento se ha convertido en un mecanismo de sometimiento. Acá hay un ejemplo a imitar: lo que otros ven y admiran en mí, lo hagan realidad en ellos. El futuro en el presente. El futuro que relativiza el presente anquilosado.

 

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