Opinión

Amenazas globales

"Su capacidad de influenciar la cultura humana, podría convertirlos en ductores universales o globalistas".
jueves, 18 febrero 2021

El mundo está seriamente amenazado, y esta, no es una teoría conspirativa. Una de estas amenazas, y quizás la más importante, es la sobrepoblación del globo terráqueo.

Para el año 600 DC, se estima que el planeta tierra estuvo habitado por unos 500 millones de habitantes. Tardamos 1200 años en duplicarla, es decir que para el año 1.800, alcanzamos los 1.000 millones. Luego, solo tardamos 130 años para volver a duplicar la población mundial; de esta forma, para el año 1930, alcanzamos los 2.000 millones.

Después de apenas 46 años, es decir, para 1976, llegamos a los 4.000 millones de habitantes (Manuel Melendi). Según las Naciones Unidas, 23 años después, es decir para 1999, llegamos a los 6.000 millones; hoy tenemos unos 7.700 millones de habitantes y para el 2.030, alcanzaremos los 8.500 millones; 9.700 para el 2050 y 11.500 millones para el 2100.

Los factores que determinan estos incrementos, a todas vistas insostenible, son la optimización de la alimentación y de la salud. Los índices de natalidad y supervivencia, sobrepasaron los de mortalidad y aumentó la longevidad del ser humano.

Afortunadamente, existen países (los más desarrollados) con una tasa de natalidad negativa, lo cual hace disminuir el índice de crecimiento; sin embargo, en países menos desarrollados, esa población sigue creciendo, al punto que para el año 2050, por ejemplo, África duplicará su población.

Es evidente que nuestro planeta tiene una capacidad limitada de crecimiento, la cual no ha sido adecuadamente calculada, pero todas las estimaciones concluyen que la máxima, está en el orden de 11.500 millones.

Así pues que los retos son mayúsculos, en las áreas de producción de alimentos, medio ambiente y energía. Claro está, que ya se impone el establecimiento de controles de natalidad más efectivos, sin que esta práctica vulnere determinados principios morales.

La segunda amenaza global en importancia, es la contaminación. La producción excesiva de CO2 y la generación de desechos sólidos (entre otros, los plásticos), son dos de los más importantes.

Existen países altamente contaminantes, como China, por su excesiva generación de gases tóxicos. Ellos enrarecen el aire que respiramos, mientras va formándose una capa de gases tipo invernadero, que hace elevar la temperatura promedio de la atmósfera; eventualmente, además, de dificultar progresivamente la vida del ser humano en la tierra, afectará los casquetes polares, propiciando su deshielo, y consecuentemente, elevando los niveles del mar; ello reducirá las áreas habitables para el hombre y los animales.

Por otro lado, la producción excesiva de desechos, entre los cuales se destacan los plásticos, invaden los ríos, los océanos y exterminan gran cantidad de especies.

También tenemos la contaminación de las aguas dulces, cada día más escasas por la masiva tala de bosques y afectación de acuíferos. Esto nos obliga a pensar en nuevas tecnologías en materia de desalinización.

La tercera amenaza importante, y no es la última, es aquella relacionada con la energía. Día a día, el uso del carbón y del petróleo van declinando aceleradamente, debido a la mengua de sus reservas, pero también, al rechazo que genera sus características altamente contaminantes.

Las energías limpias proveniente de la hidroelectricidad, eólicas (viento) y solares, no crecen lo suficientemente rápidos como para compensar la reducción sufrida por las energías derivadas de fósiles.

Tampoco la energía nuclear, y más específicamente la fusión, son una opción válida, pues posa iguales o mayores peligros de contaminación; los casos de Chernóbil y Fukushima han sido experiencias que pocos países desea revivir.

En cuanto a la fusión nuclear, no se ha podido desarrollar aún tecnologías seguras para su aprovechamiento, y no hay prevista una fecha cercana para ello.

Como todos sabemos, la escasez de energía podría incidir severamente en el precio de los productos, lo cual, probablemente, provocaría una severa contracción de la oferta, y es previsible igualmente, que esto, a su vez, promueva indeseados conflictos sociales, en la forma de mayores desigualdades, hambruna generalizada y hasta guerras.

La cuarta gran amenaza para el mundo, viene dada por el desencajamiento cultural que podrían generar las empresas tecnológicas (High Tech), en el ser humano.

Su dominante efecto comunicacional, en tiempo real, asistido por un moderno desarrollo del marketing y su omnipotente poder financiero, pone en manos de unos pocos, la posibilidad de manipular mediáticamente al individuo, implantando creencias, sembrando ideas, modificando conductas y valores, todo lo cual generaría diferentes formas de comportamiento que podrían colidir con el libre ejercicio de la autodeterminación del hombre y su manera de conducir el poder político, económico y social.

La capacidad de estas empresas, de modificar la cultura del ser humano, podría convertirlos en ductores universales del mismo. La tan atesorada justicia y libertad de expresión, como virtudes democráticas, estarían en serio peligro. También la libre empresa, frente a un omnipotente poder financiero, dejaría de existir en los términos en que hoy la conocemos.

Con semejantes herramientas, nuestro mundo podría ser uno muy diferente al que hoy tenemos, y las limitaciones impuestas, nos llevaría a vivir como eunucos intelectuales, en una gran aldea autocrática y monocultural.

Frenar estas amenazadoras tendencias mundiales, debe ser prioridad para los líderes de las naciones del mundo. Para ello tenemos que comenzar por aplicar modernas y generalizadas prácticas anticonceptivas para frenar el crecimiento poblacional.

También, deben adoptarse leyes y métodos que hagan posible un reciclaje total de todo desecho sólidos; aunado a esto, deberemos, globalmente, sembrar millones de árboles. Por otro lado, debe utilizarse masivamente la producción de energía hidroeléctrica, solar y eólicas, fundamentalmente y evitar sobremanera, la utilización del carbón e igualmente, la del petróleo.

La dimensión y poder de las empresas tecnológicas, hace necesario la aplicación de leyes antimonopolio y antitrust, para fraccionar o dividir substancialmente el poder mediático de algunas de ellas. Es inconcebible que un directivo de una de estas empresas, haya podido silenciar al hombre más poderoso de la tierra.

Por último, se perfila como necesario, que tanto las Naciones Unidas como la Organización de Estados Americanos se conviertan en instituciones menos parlamentarias y más ejecutivas, con poder sancionatorio para con aquellas naciones que violen normas aprobadas por los países miembros.

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