Opinión

Amenazados: Sistema hidroeléctrico del Caroní y ecosistemas del sur

El ser humano no quiere entender que la existencia, es un hermoso regalo que se nos ha otorgado gratuitamente....
jueves, 21 abril 2022

El río Kukenan nace en el tepuy de ese mismo nombre, muy cerca del Roraima, a unos 2.680 msnm.; a los 182 Kms., aguas abajo, confluye con el río Yuruani y  toma entonces, el nombre de río Caroní; luego, recorre 770 Kms., para desembocar en el río Orinoco, en Ciudad Guayana, convirtiéndose así, en su mayor afluente.

La longitud total del río  Caroní, es de 952 Kms. Su cuenca, que a su vez, forma parte de la cuenca del Orinoco, está formada por unos 245 ríos, entre los cuales se destaca el río Paragua, el mayor de ellos.

El Caroní es el  segundo río más importante de Venezuela, por su longitud y caudal, el cual promedia unos 4.850 m3/s. Discurre sobre un firme lecho rocoso, el cual forma parte del macizo guayanés.

Ello ha posibilitado, a lo largo del mismo, la construcción de seis (6) importantes y modernas centrales hidroeléctricas, a saber: Macagua I, II y III, Caruachi, Tocoma (aún sin concluir después de 20 años del inicio de su construcción, 2002)  y Guri con su enorme embalse de unos 4.250 Kms.2.

Entre todas, tienen la potencialidad de generar un total aproximado, de unos 17.000 MW. La cuenca del Caroní es de unos 95.500 Kms.2 y, evidentemente,  ha sido un regalo más que nos otorgó la naturaleza. Gracias a ella, pudimos construir (aún no concluido), un emporio de riqueza hidroeléctrica, pues creó este caudaloso río y sus afluentes; una adecuada topografía que originaría torrente, saltos y remansos de agua también, y un firme lecho rocoso, sobre el cual se construyó elevadas y robustas  represas con sus respectivos embalses de gran capacidad.

Por su gracia, hoy se podría estar generando energía limpia a toda capacidad, de no ser por la torpe gerencia de los últimos 22 años. Adicionalmente, la naturaleza nos dio grandes bosques, algunos de los cuales convertimos en Parques Nacionales y otros, en áreas protegidas, como una forma inteligente del administrar el recurso hídrico y maderero.

¿Cuáles son entonces, las amenazas que  se ciernen sobre nuestros sistemas ecológicos e hidroeléctrico?

La mayor, es la tala indiscriminada y sin control de bosques y la destrucción  de acuíferos, como consecuencia de la insensata manera de minar oro. Esta fue convertida en una actividad sostenidamente destructiva e irresponsable, a la cual, el Estado no le pone coto.

Esta actividad minera se ha convertido en una terrible amenaza al ecosistema, al punto de afectar el régimen pluviométrico y por tanto, las reservas hídricas de los embalses construidos a lo largo del curso del río Caroní, en Guayana.

La consecuencia será, una merma  del caudal necesario para impulsar las turbinas que mueven los generadores  y la caída de la producción de ese fluido.

Además de la amenaza al sistema hidroeléctrico, también está la que tiene que ver con la contaminación mercurial; esta afecta severamente a la salud de seres humanos, animales y vegetales.

El mercurio es un metal que se utiliza para separar el oro de otros elementos y cuando se quema para efectuar dicha separación, produce un vapor altamente tóxico, que afecta el sistema nervioso central y periférico del individuo, con graves consecuencias.

En los centros mineros esparcidos por gran parte de las tierras del sur del estado Bolívar y Amazonas, el mercurio se utiliza en forma indiscriminada, y es así como se contamina lagos, ríos y mares y se infecta a personas, animales y plantas.

Hay amenazas y daños colaterales relacionados con la insensata forma de minar el oro en Guayana y tiene que ver con una economía.

Por ejemplo, de todos es sabido que la extracción de este metal precioso genera muy pocos impuestos al fisco y menos aún, contribuye con las reservas del oro del Banco Central, salvo por las operaciones que se llevan a cabo en Minerven.

Es igualmente del dominio público que la madera talada, por la manera en que se realiza esta operación, resulta en un recurso perdido.

Esta es una conducta del hombre y del Estado, altamente censurable y casi anárquica.  La gente ensucia las calles y avenidas con desechos sólidos;  destruye los bosques y selvas; envenena ríos y mares; exterminar especies que jamas volveremos a ver; corrompemos  el aire con excesos de dióxido de carbono y hasta la estratosfera, con residuos de satélites desechados.

Es un ecocidio manifiesto y constante; es una destrucción sistemática del medio ambiente. Pareciera que hemos decidido aniquilar a las especies que existimos sobre la faz de la tierra. No parece haber racionalidad ni amor por la vida. El ser humano no quiere entender que la existencia es un hermoso regalo que se nos ha otorgado gratuitamente, pero que solo puede disfrutarse si hay un absoluto respeto por la naturaleza y sus leyes.

mgarciat84@gmail.com

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