Alzheimer, miopía, oposición  y misceláneos

El Alzheimer es una terrible enfermedad. Es la degeneración y muerte de las células cerebrales; es la que mina la memoria, insensibiliza el cuerpo y  finalmente, reduce al ser humano.

La miopía, por su  parte, es ese mal que permite ver solo hasta la punta de tus zapatos.

Pues bien, la oposición, reducto para alguno de aquellos líderes de antaño, vivos aún, sufre de Alzheimer; ellos, alguna vez fogosos combatientes, no solo se olvidaron de cómo hacer política y catequizar adeptos, sino que además, la represión y algunas otras circunstancias, los arrinconó e inmovilizó.

Por otro lado, los miembros de las nuevas generaciones, esos opositores jóvenes, aspirantes al poder, recorren sus azarosas y accidentadas vidas políticas, sin haber leído mucha historia, sin memoria del pasado, sin catalejos y con gríngolas, por decir lo menos, todo lo cual catapulta sus torpezas; son, en su mayoría, pragmáticos, cortoplazistas, de relativos principios, limitada visión y corta sabiduría.

No debería ser un secreto para nadie, que los votos los otorga el pueblo, esa gran masa humana, hoy doblegada por el miedo y la miseria, que en su mayoría, habita en barrios o en el campo; pero ellos, no olvidemos, son los “amos” políticos del país.

Es esa, la gente que debe ser contactada y catequizada por la oposición, para intercambiar ideas, para hablar de ideología y para construir el futuro.

En sus manos (la de todos), está cambiar el curso de la historia; son quienes tienen el poder de suplantar, relevar, sustituir y trocar gobiernos, que solo podremos lograr, si planificamos y nos organizamos, como lo hicieron nuestros abuelos adecos, urredistas y copeyanos.

¿Y cómo lograrlo?, formando Comités de Base, de Barrio, de Parroquia, con Direcciones de Municipio, de Estado y hasta Nacional, para la culturización, el entendimiento, el aprendizaje y la lucha política.

Estas organizaciones, quizás, para entonces, menos estructuradas, fueron las responsables de que conquistáramos y viviéramos 40 años de democracia.

Hoy, la tarea es unirnos para seleccionar el mejor candidato, uno culto, diestro y honesto, para crear en esas masas, el convencimiento de que votando por él, podremos generar el cambio.

Sin esta herramienta (organización unitaria), no habrá victoria ni retorno a los senderos de libertad, justicia y trabajo.

Con ese pueblo debemos dialogar para planificar y organizar la búsqueda de nuevos caminos políticos. Ellos, comenzando por  la base, serán quienes elijan y controlen a sus ductores. A ellos debemos consultar para obtener su opinión y formar una comunidad de diálogo, crear un discurso unitario y libre, producto del desarrollo y amalgama de ideas y valores.

El Alzheimer de nuestros líderes mayores, combinado con la miopía de los jóvenes, nos hizo olvidar que es ese tipo de organización y lucha, la que podrá llevarnos a la victoria. El pueblo ya entiende lo obvio de cambiarse el rumbo de la economía y de la política; y siente como lógico, modificar el sistema, la forma y estilo de hacer  gobierno.

¿No es entonces razonable convenir con la gente, propiciar con ellos, una profunda transformación?

Hay argumentos de sobra: por todos es conocido que este régimen ha derrochado miles de millones de dólares, en obras fantasmas unas, e inconclusas otras, las cuales no terminaron porque el administrador del contrato o el contratista se robaron gran parte de los recursos, sin que el Estado lo evitara o castigara.

Todos, hemos experimentado el hambre, la ruina del país, su infraestructura, su gente, sus fábricas y sus instituciones.

La oposición, por otro lado, sabe que este régimen se aprovecha de todo tipo de recurso y acción, para sumar votos a objeto de perpetuarse.

Por ejemplo, ahora, tanto el gobierno como sus adeptos, se han dado a la tarea de hacer correr la especie de que el país “esta en plena recuperación”, un ardid discursivo, sembrado para ganar simpatías y votos.

La “recuperación”, esa que solo se escucha pero que no se ve, no existe;  no hay inversión, no hay construcción o apertura de fábricas; no hay nuevos empleos y no hay  bienestar; pero nuestra oposición calla, permanece en silencio.

¿No es la falta de puestos de trabajo dignos, la razón por la cual hay tanta pobreza y buhoneros en las calles de todos los pueblos y ciudades del país?

¿No es esa la razón por la cual, ese mercado de Chirica de San Félix del estado Bolivar, está siendo mudado a otro destino, como si trasladando el feriantismo ambulante, la miseria fuera a desaparece?

Y para disfrazar este colosal problema del hambre, se inventan la creación de corporaciones que nunca cristalizarán o asociaciones interestatales que solo servirán para invadir espacios mentales imaginarios, en fanáticos y lerdos.

Es así, como este gobierno sigue corriendo la arruga y “comprando tiempo”, distrayéndonos con diálogos de calle ciega, discursos engañosos que prometen economías en recuperación, con firma de defraudantes acuerdos con el tercermundismo, todo, para estafar la esperanza y derrumbar los sueños y con el torcido objetivo de seguir cabalgando sobre los votos de la manipulación y el engaño de esos que aún creen en esta inexistente democracia; este es un mayúsculo timo, con el cual también contribuyen algunos de nuestros villanos dirigentes “opositores”, por desmemorisdos unos, desorientados otros y mercantilizados los restantes.

Y así seguimos avanzando, por  caminos verdes y sin destino cierto todavía. ¿Luz al final del túnel?,  Sííííí! la hay; es una luz espléndida, deslumbrante, apabullante que nace en la unidad, la inteligencia y el arduo trabajo.

“La política debería ser la profesión a tiempo parcial, de todo ciudadano”.  Dwight D. Eisenhower.

Manuel García Tamayo.

CE.mgarciat84@gmail.com.

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